Por una iglesia disruptiva
Una iglesia disruptiva está muy vinculada a una iglesia relevante para la sociedad y eso implica gestos solidarios
Caminaban tristes, saliendo de Jerusalén, cuando Jesús apareció en el camino y los acompañó. Pero no lo reconocieron. Jesús sacó el tema para conversar con ellos. Aun así, no lo reconocieron. Jesús discurrió sobre la Torá y les dio un matriz teológico y profético sobre todo lo que estaba sucediendo. Fue maravilloso, pero no fue suficiente para que reconocieran al Maestro. Él entró en la casa con ellos y se sentó a la mesa y tampoco lo reconocieron. Fue entonces cuando ocurrió el milagro. Jesús tomó pan, lo partió y compartió. El gesto fue sencillo y poderoso. Los ojos ciegos por la decepción se abrieron. Y entonces, reconocieron a Jesús.
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El relato del evangelio de Lucas 24 sobre la caminata de los dos discípulos frustrados y desilusionados en el trayecto entre Jerusalén y Emaús es un largo camino de desesperanza. Pero las cosas cambiaron cuando Jesús partió el pan. Entonces, lo vieron y lo reconocieron. Es impresionante que hayan convivido con Jesús, visto milagros, demostraciones explícitas de poder, pero la imagen más marcante haya sido la de Jesús compartiendo el pan. La misma escena que esos dos discípulos vieron en su casa era la escena repetida miles de veces, entre ellas, el milagro de la multiplicación de los panes, por ejemplo. Compartir el pan fue el gesto que se extendió a toda la iglesia primitiva (Hechos 2:42), como la experiencia de una iglesia que revertió el estatus quo para establecer el mayor movimiento religioso del que se tiene noticia, con el surgimiento del cristianismo.
La base de esa experiencia estaba en las enseñanzas de Jesús, especialmente durante el famoso sermón del monte. Era un mensaje que confrontaba el pensamiento religioso dominante. En el sermón del monte, Jesús señaló a una iglesia disruptiva, innovadora, humana y generosa.
Esos términos están muy presentes en estudios actuales sobre innovación. Su surgimiento parece haber ocurrido a partir de los estudios de Clayton Christensen, profesor en Harvard, educador, consultor de negocios y autor del libro El dilema de la innovación (Makron Books). Christensen adoptó la expresión “innovación disruptiva” para explicar cómo las tecnologías están propiciando un volcán transformacional capaz de alterar mercados y culturas diversas, como la biomedicina, la electrónica, el sector de energía, la industria manufacturera, la neurociencia, la robótica, la tecnología militar, los transportes y las comunicaciones. Clayton Christensen, nacido en Salt Lake City, Utah, integrante de la comunidad de los mormones, así como el 70% de los habitantes de ese estado estadounidense, es presencia recurrente en la lista de los pensadores de negocios más influyentes de los Estados Unidos.
Así como ocurrió con la iglesia creada por los primeros cristianos, tal vez sea el momento de una nueva arquitectura espiritual para el cristianismo de hoy. Sin negar lo que es, mucho menos sus creencias, tal vez, el movimiento cristiano necesite de un choque disruptivo, que lo despierte de la comodidad proporcionada por su condición dominante, institucionalmente establecido, para abrazar banderas que fueron caras en su origen a partir del famoso discurso de Jesús, que contribuyó para definir sus bases: valores éticos y morales, el cuidado de los pobres y oprimidos, la visión humanizada de su ministerio, la generosidad como recurso innegociable, el compartir como práctica rutinaria. Es un sueño personal que espero pueda ayudar a pensar, debatir y buscar la práctica de esa experiencia.