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Comportamiento

La era de la “autenticidad"

Cómo el comportamiento actual, considerado propio de la autenticidad, puede estar en conflicto con la visión bíblica acerca de varios aspectos de la vida


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Jesús es el único ejemplo digno de ser imitado por las personas, aún en la era de la llamada “autenticidad”. (Foto: Shutterstock)

Vivimos en un período de la historia en el cual la nota tónica es “sea usted mismo”. Esa frase parece ser inocente, pero esconde una montaña de conceptos. La tendencia de la modernidad de que cada persona debe ser “auténtica” es una muestra del narcisismo e individualismo que impregna la cabeza de las personas y ha llevado a muchos perjuicios a la sociedad, a la iglesia, a la familia y a los propios individuos.

La modernidad carga consigo tres malestares de la sociedad.[1] El primero es el debilitamiento de los horizontes morales. Es nítido que cada día los pilares morales de la sociedad se están desvaneciendo en un mar de relativismos.

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Las instituciones como el matrimonio, la familia, la escuela y la iglesia están sufriendo ataques a sus principios morales desde todos los lados. Las conductas que hasta hace poco tiempo eran consideradas incorrectas ahora son defendidas abiertamente e incluso incentivadas.

El segundo malestar de la modernidad es el “eclipse de los propósitos frente a la diseminación de la razón instrumental”.[2] En otras palabras, la racionalización de la moralidad y de la ética hizo que los propósitos de las acciones y reacciones se vuelvan menos importantes que lo que el individuo considera como lo más importante.

Pérdida de la libertad

El tercer malestar de la sociedad moderna es la pérdida de la libertad. Esa afirmación parece contradictoria, porque oímos cada vez más hablar sobre libertad, ser libre, no ser controlado por reglas, etc. Pero, sí, vivimos en un período de pérdida de la libertad.

La libertad promovida por la era moderna es el mayor ataque a la propia libertad.[3] Explico. En nombre de una supuesta libertad de pensamiento y valoración de la autenticidad de cada individuo, el derecho de discordar está siendo cada vez más atacado. La libertad de posicionarse contra alguna idea, de no concordar con determinado comportamiento o de hablar contra algo que se considera incorrecto está cada vez más fragilizada. “La forma de nuestra libertad común no puede aceptar ninguna oposición en nombre de la libertad”.[4]

Eso puede parecer confuso, pero basta un ejemplo más concreto para aclarar esa idea. Imagine que alguien comente en las redes sociales acerca de la ropa de otra persona. No necesitan ser palabras ásperas o sin delicadeza, basta decir que no le gustó el estilo. Eso será suficiente para que se levante un ejército de críticas contra quien lo mencionó. Dirán que la persona es libre para vestirse de la manera que quiere, etc. Lo que no se tiene en cuenta es que la misma libertad que tiene la persona de vestirse como quiere también debe extenderse a la persona que expresó su gusto. Mencioné ese ejemplo de la ropa para no tener que entrar en cuestiones de comportamiento. Esas sí son más restrictivas de la libertad que cualquier otra. Es un hecho que, en nombre la libertad, están quitando la libertad a los que no concuerdan o no les gusta algo.

Posición cristiana

Un cristiano no se somete a la era de la “autenticidad”, porque entiende que el propósito de la vida de un cristiano no es ser “único”, sino ser copia. Pablo escribió: “Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante” (Efesios 5:1, 2).

En la “era de la autenticidad”, rehúse ser “auténtico”, prefiera ser una copia. Sea una copia de Cristo.


Referencias:

[1] Charles Taylor. A ética da autenticidade. São Paulo: É realizações, 2011. P, 18-19

[2] Ibid. p, 18

[3] Ibid. p. 37

[4] Ibid. p, 35

Felippe Amorim

Felippe Amorim

Cosmovisión cristiana

El mundo visto a través de la óptica bíblica

Teólogo con un posgrado en Docencia Universitaria y Psicología Pastoral. También es magíster en Teología con énfasis en la Cosmovisión Cristiana y doctorando en Filosofía por la Universidad Federal de São Paulo (Unifesp). Es autor de 13 libros, presenta el programa Biblia Fácil en TV y Radio Nuevo Tiempo, y es gerente de la Escuela Bíblica de Red Nuevo Tiempo. Está casado con Flor Amorim, y son padres de Daniel y Lucca.