Niños y vida on-line: ¿dónde está el límite?
¿Cómo saber lo que es seguro compartir en la red?
La vida esencialmente analógica ya no es una realidad. La tecnología y los dispositivos digitales están en todos lados, automatizando y, muchas veces, optimizando las vidas y las rutinas de los individuos. Pero a cambio de “darnos una mano”, los servicios piden información.
Celulares, relojes inteligentes, asistentes virtuales, sistemas de pago, redes sociales. Estos son algunos de los servicios y productos que son parte de las acciones y hábitos de miles de millones de personas. De acuerdo con un levantamiento divulgado por Strategy Analytics en 2021, se estima que, en el mundo, existen 3,85 mil millones de personas que poseen al menos un aparato celular. Eso equivale a cerca del 50% de la población mundial. Según la Fundação Getúlio Vargas (FGV), en Brasil, hay más celulares que habitantes. Son 242 millones de aparatos para 214 millones de personas. Si agregamos notebooks y tablets a esa cuenta, son 352 millones de dispositivos móviles, 1,6 unidades por persona.
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Con toda esa tecnología en manos y servicios que estimulan a compartir datos, es natural y esperado que las redes sociales, por ejemplo, se vuelvan una extensión de quienes son los seres reales, físicos. Las fotos, los textos, los videos y los audios son enviados, publicados y colocados a disposición de una multitud de usuarios.
Lo que mucha gente no sabe es que existen muchos riesgos en esa exposición. Para el especialista en tecnología Samuel Braga, la seguridad digital “es proteger cualquier información virtual. En nuestra rutina, tenemos muchos ejemplos de eso. Estamos en el mundo digital cuando enviamos nuestros datos en páginas web, al realizar alguna compra on-line, al acceder al banco por internet, al enviar fotos en las redes sociales. Siempre compartimos información con terceros y la seguridad digital es esencial para aumentar la protección y mantener la privacidad de esa información”.
Los niños en Internet
Es común que las personas publiquen fotos de niños, que compartan sus rutinas, ubicaciones, pero hay riesgo en esos hábitos. “Cuando hablamos de contenido en Internet, parece que todo es público y puede ser divulgado en nuestras redes sociales, compartido por WhatsApp. Pero no es tan así”, resalta Braga, que es especialista en seguridad digital y gerente de seguridad de la información en el Instituto Adventista de Tecnología (IATEC).
Mayara Oliveira es madre de un bebé de un año. Ella solía compartir fotos de su hija, pero después de una situación específica que involucraba a una persona cercana, repensó el hábito. Fueron los comentarios malvados que hicieron que quitara fotos y también limitara el ingreso de la referida persona a sus redes. “Me puse a pensar que, si eso ocurre con una persona conocida, imagina lo que podrían hacer desconocidos”, dice.
Cayó en la red, es público
Braga destaca algunos de los peligros de exponer a los niños sin ningún tipo de cuidado. “Los padres y los tutores legales son los responsables por la integridad de los niños en el contexto real y virtual. Muchas veces, los contenidos son enviados para compartir situaciones cómicas, el desarrollo de los niños y, de cierta forma, para estar más cerca de los familiares. Sin embargo, se ha hablado mucho del bullying digital, stalking (persecución), acoso, acoso sexual infantil e incluso secuestro de niños. Infelizmente, algunas situaciones pueden evitarse si restringimos el tipo de contenido que compartimos. Para combatir, es necesario hablar sobre estos temas en el círculo familiar y estar concientizados”, orienta.
Y esos son los criterios que orientan las elecciones de Jéssica Moraes, también madre de una bebé de un año. “Cuando nació mi hija, decidí sacarle fotos porque me gustan mucho las fotos, me gusta mucho registrar algunos momentos. Pero siempre tengo cuidado para no exponer el cuerpito, partes que no deben ser expuestas, ¿sabes? Entonces busco pequeños fragmentos de cosas, en un límite que considero saludable”, reflexiona la gestora de redes sociales y fotógrafa.
Braga concuerda con las preocupaciones de Jéssica. Para él, es necesario tener el cuidado correcto sobre la finalidad de lo que se hace on-line y con qué personas será compartido. “Hay diferentes perfiles en las redes sociales. Debemos verificar periódicamente quién tiene conexión con nosotros y entonces tendremos un mejor control sobre lo que será público o estará restringido solo a un círculo de amigos/familiares. Debe evitarse el contenido con detalles de la rutina e información minuciosa sobre eventos, pues, desgraciadamente, hay personas malintencionadas que utilizan lo que nosotros compartimos para crear trampas en el mundo digital e incluso en el físico”, señala.
Entonces, ¿dónde está la línea ética sobre compartir información en Internet? Para Braga, “debemos atenernos al hecho de que al compartir algo o a alguien, eso puede fácilmente ser compartido por otros e incluso puede ser viralizado. Ciertas publicaciones pueden traer exposición innecesaria”.
La medida tomada por Hanna Sauma, que al convertirse en madre creó un perfil privado, con personas elegidas a dedo para tener acceso a las fotos del hijo, va de la mano con la orientación anterior. Y, aun así, ella no publica fotos en los que el niño esté en una situación vejatoria, como momentos de berrinches o llanto, por ejemplo. “Queriéndolo o no, es la imagen de él, incluso cuando no esté consintiendo”, resalta.
La ética digital es una extensión de la ética en el mundo físico, así como la seguridad digital puede afectarnos en la seguridad física. Muchas personas piensan que en el ambiente digital estarán en el anonimato y que pueden decir lo que quieren, de la forma que quieren; pero mucha de la información puede ser rastreada para responsabilizar e identificar a los usuarios siempre y cuando haya una investigación judicial para tal finalidad.
Vea algunos consejos para asegurar su privacidad:
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