La Iglesia Adventista del Séptimo Día mantiene una agencia humanitaria y diversos proyectos de voluntariado alrededor del mundo. Tanto en el área misionera como social, miles de personas reciben atención por esas iniciativas.

Solamente la Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) actúa en 118 países con proyectos en el área de salud, educación, además de atención a emergencias.

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Para comprender más sobre esa contribución, la Agencia Adventista Sudamericana de Noticias (ASN) conversó con Ronald Kuhn, teólogo que tiene en su currículo 24 años de trabajo en ADRA y hoy es el director asociado del Instituto Mundial de Misiones. Unido a la sede de la Iglesia Adventista para todo el mundo, el objetivo de ese organismo es formar y enviar misioneros a predicar el evangelio en los lugares más diferentes del globo. 

¿Cómo ve usted la importancia del trabajo humanitario realizado por los adventistas en todo el mundo, principalmente por medio de ADRA, en tiempos de tantas dificultades sociales?

La primera responsabilidad de velar y atender a los necesitados es individual. En el ajuste de cuentas final (Mateo 25:34-45), la responsabilidad no se le reclamará a instituciones o a la iglesia, pero sí a los individuos. Sin embargo, la dimensión de las calamidades llegó a tal punto que los individuos no pueden responder solos a mega desastres y emergencias. Por eso fue necesario crear una agencia internacional de ayuda humanitaria para hacer frente a estas necesidades.

Como en muchos casos, la Iglesia no puede estar presente o no se permite su actuación en algunos lugares. Por eso se hace necesario y prioritario el trabajo de ADRA como agencia enfocada en el trabajo humanitario. 

El trabajo humanitario en favor de los que sufren, de los perseguidos, de los no atendidos, todavía es visto en algunos segmentos religiosos cristianos, como algo secundario y menos importante que la predicación directa del mensaje bíblico. ¿Cuál es el desafío para que esas visiones coexistan?

El apóstol Pablo responde claramente diciendo que todos los órganos del cuerpo son importantes. Pero parece que a algunos órganos les gusta considerarse más importantes que otros. Creo que necesitamos seguir y escuchar más a la cabeza del cuerpo, Jesús, y trabajar con más humildad, y comprender que en el Reino de Cristo todos somos llamados al servicio y no a la autoridad o jerarquía. 

Al mismo tiempo, hay segmentos que ven solo en la causa humanitaria, o en la búsqueda de justicia social, la esencia del cristianismo. ¿De qué forma es posible tener una visión equilibrada de esto a la luz de la realidad de la Iglesia Adventista?

Segmentar o dar prioridad a la parte social promueve una visión miope del mensaje bíblico. El evangelio se comparte y expresa de muchas formas. A través, por ejemplo, del trabajo del Espíritu Santo que guía a cada uno en su función y su ministerio, para el crecimiento del cuerpo de una forma equilibrada y sana.

De la misma forma, decir que no debemos perder tiempo con la causa humanitaria, pues no existe bautismo como resultado de ella, es una miopía casi peor. Pregunto: ¿Jesús hacía el bien a los necesitados porque los amaba y tenía compasión por los sufrientes, o porque solamente quería que ellos creyeran en él y lo siguieran? El amor de Dios es incondicional. 

Los evangelios mencionan varias veces que Jesús tuvo compasión de las personas (Lucas 7:13, Mateo 9:36; Mateo 15:32). Esa compasión tocaba a un Dios que actúa en respuesta a la necesidad humana. La reacción de Jesús estaba condicionada por la necesidad de la persona y no si la persona creía o no en Cristo. El amor de Dios es incondicional. 

A lo largo de sus años de trabajo en esta área humanitaria y teológica, ¿qué caminos se abren para la evangelización por la actuación de agencias como ADRA?

Estuve y trabajé en muchos lugares donde el único contacto de las personas con algún cristiano fue a través del trabajo humanitario de ADRA. Cada trabajador de ADRA o de otras agencias cristianas puede ser un instrumento de la gracia de Cristo como puente para el evangelio, especialmente donde la Iglesia no tiene presencia y no se permite su entrada. El amor desinteresado y abnegado por los necesitados es el mayor argumento en favor del evangelio. 

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