El mismo viejo lloriqueo (de Babilonia)
El autor señala la realidad del conflicto y la controversia respecto a la adoración de Dios, la observancia del sábado y la persecución en un decreto dominical.
Un reciente aluvión de escatología anti adventista ha estado invadiendo el ciberespacio. Es el mismo viejo lloriqueo (de Babilonia), sólo que proviene de nuestro medio: Roma ya no es una pieza importante; la persecución dominical nunca se levantará; nuestro escenario del tiempo del fin es de Elena G. White, no de la Biblia; y tenemos que dejar de asustar a las personas.
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Veamos lo que dice el libro de Daniel
Para empezar, Roma ¿ya no es una pieza importante?
En Daniel 2, justo después de la caída de la antigua Grecia (Daniel 2:39), el hierro en las piernas de la estatua y el hierro en el barro cocido en sus pies y en los dedos de los pies (Daniel 2:33, 34, 39-43) representan al último imperio terrenal, el cual permanece hasta que “del monte fue cortada una piedra, no con mano” (Dan. 2:45) que destruye la Tierra y Dios establece su eterno reino (Daniel 2:44).
En Daniel 7, después de la caída de la antigua Grecia (Dan. 7:6), la cuarta bestia con el cuerno pequeño (Daniel 7:7, 8, 19-21) representa el imperio terrenal final, el cual permanece hasta que Dios establece su reino eterno: “Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre” (Dan. 7:18).
En Daniel 8, después de la caída de la antigua Grecia (Dan. 8:8, 21, 22), el cuerno pequeño representa al último imperio terrenal (Dan. 8:9-11, 22-25), el cual existe, como en Daniel 2, hasta que es sobrenaturalmente destruido “no por mano humana” (Dan. 8:25) en el “tiempo del fin” (Dan. 8:17).
¿Qué poder, que también tiene un papel principal en el Nuevo Testamento, surge después de la antigua Grecia y permanece hasta nuestros días (como debe, si es destruido en el fin)? Este mismo poder también persiguió al pueblo de Dios (Dan. 7:21), blasfemó (Dan. 7:20), se exaltó contra “el príncipe de los ejércitos” (Dan. 8:11), y “tratará de cambiar los tiempos y la ley” (Dan. 7:25). Entonces, a menos que los críticos puedan identificar otro gran poder que surja después de la antigua Grecia, que persiga al pueblo de Dios, que piense en “cambiar los tiempos y la ley”, y que permanezca hasta nuestros días, la posición adventista sobre Roma sigue siendo la única opción viable.
Veamos lo que dice Apocalipsis
Y esa opción se hace aún más viable gracias a Apocalipsis 13, que hace una referencia a las mismas imágenes que se usan en Daniel 7 para representar al poder terrenal final, el que surge después de la antigua Grecia y permanece hasta que es destruido de forma sobrenatural en el fin del mundo. En otras palabras, Roma, ahora en Apocalipsis, es descrita como una pieza principal del tiempo del fin, la bestia (Apocalipsis 13:1-11), la misma bestia detrás de la infame y apocalíptica “marca de la bestia” (Apocalipsis 16:2).
Por supuesto, la interpretación “tradicional” adventista de la “marca de la bestia” y de la persecución del tiempo del fin también es ridiculizada.
Adoración
Apocalipsis describe los eventos finales centrados alrededor de la adoración: la adoración ya sea de la bestia y de su imagen (Apoc. 14:9), o la adoración de Dios, el Creador, quien “hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apoc. 14:7); lenguaje directo del cuarto mandamiento (Éxodo 20:10). Este es el mandamiento que muestra por qué debemos adorar a Dios: porque es el Creador; y es el mismo mandamiento que Roma ha buscado cambiar, reemplazando el decreto divino (el séptimo día), con el decreto humano (el primer día). “Observamos el domingo en lugar del sábado porque la Iglesia Católica transfirió la solemnidad del sábado al domingo” (Peter Geiermann, The Convert’s Catechism of Catholic Doctrine, Rockford, IL: Tan Books and Publishers, 1977, p. 50).
Mientras tanto, los seguidores del Señor, que son descritos dos veces como los que “guardan los mandamientos de Dios” (Apoc. 12:17; 14:12), adoran a Dios porque, como Creador (y también nuestro Redentor), solo él es digno de adoración (Apoc. 5:9). Y no existe otro símbolo más fundacional de él como nuestro Creador que el reposo del séptimo día, el cual (otra vez) el poder de la bestia intentó cambiar. Para que un poder terrenal intente cambiar, en el sentido de usurpar, la señal más primordial de la doctrina más básica, la creación, es intentar usurpar la autoridad del Señor en el nivel más básico posible: la señal fundacional de él como Creador, el reposo del séptimo día.
Pero, ¿persecución por causa del sábado?
En Mateo 12, después de que Jesús curara en el día de reposo a un hombre con la mano seca (Mat. 12:9-13), ¿cómo respondieron los líderes religiosos? “Y salidos los fariseos, tuvieron consejo contra Jesús para destruirle” (Mat. 12:14). ¿Muerte por el reposo del séptimo día? En Juan 5:1-16, después de otra curación milagrosa en el séptimo día, los líderes “perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo” (Juan 5:16).
¿La muerte por tradición humana (nada en la Biblia prohibía sanar en sábado, así como nada en la Biblia ha colocado al domingo en lugar del sábado) versus el reposo del séptimo día? Aunque el problema específico con Jesús aquí no es el mismo que el de los eventos finales, no está lejos: la ley humana versus la ley divina y, en ambos casos, la ley en disputa se centra alrededor del reposo bíblico.
Es duro, entonces, ver cómo el tema de adorar ya sea al Creador, o adorar a la bestia y a su imagen, se basará en un mandamiento que señala a Dios como el Creador y que revela por qué debemos adorarlo, el mismo mandamiento que el poder de la bestia usurpó.
Argumentación sobre Elena de White
Y, con respecto a usar a Elena White para probar nuestra posición sobre la marca de la bestia, ¿dónde la he citado más arriba?
Finalmente, ¿qué decir con respecto a asustar a las personas con esas feroces bestias y advertencias sobre la persecución y los decretos de muerte? Noé posiblemente haya escuchado algo similar. Tal vez alguien le haya dicho a Malaquías: “¿No puedes enfocarte en el amor de Yahveh en lugar de dar advertencias horribles como ‘He aquí, yo os dañaré la sementera, y os echaré al rostro el estiércol, el estiércol de vuestros animales sacrificados, y seréis arrojados juntamente con él’ (Mal. 2:3)?”. ¿Y sobre el sermón de Jesús en el monte: guerras, rumores de guerra, hambres, pestilencias, anarquía, persecución, “principio de dolores” (Mat. 24:8)?
Discúlpenos, si es necesario, por predicar la marca de la bestia. Es una parte integral del mensaje de los tres ángeles y del “evangelio eterno” a ser proclamado por el pueblo de Dios en el tiempo del fin. Después de todo, quien la tenga solo “beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira” (Apoc. 14:10). No podemos proclamar fielmente la segunda venida de Jesús sin advertir sobre los eventos que la preceden.
Una cosa es que nuestro mensaje del tiempo del fin sea atacado desde afuera. Pero ¿desde adentro? Sería ingenuo esperar lo contrario. Desafortunadamente.
Clifford Goldstein, es teólogo y autor de la guía de estudios de la Biblia (conocida como "Lección de Escuela Sabática") de la Iglesia Adventista del Séptimo Dia a nivel mundial.