El llamado de los ancianos
Un oficio de cuidado y pastoreo en la iglesia local
A lo largo de la historia, muchos líderes de la Iglesia expresaron sus convicciones en relación con el llamado al liderazgo espiritual. Pablo dejó esto muy claro, al afirmar: “Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios” (Rom. 1:1). En general, él se expresó de este modo en sus demás Epístolas. Pablo fue un líder convencido de su llamado. ¿Y tú?
Asociación Ministerial en acción
Nuestra visión - Como Asociación Ministerial de la División Sudamericana, nuestra visión para los ancianos es reafirmar su protagonismo como pastores de la iglesia local, con énfasis en el discipulado. Para entender esto mejor, permíteme preguntarte: ¿Crees que fuiste llamado a ser pastor? La última vez que conversé con un anciano de iglesia, me sorprendió al decirme: “Pastor Montalván, nunca imaginé que ser anciano era ser un pastor en la iglesia local”. ¿Puedes imaginarlo? ¿Tú también piensas así? ¿Te imaginas cómo sería tu país si el presidente de la república no creyera que el pueblo lo escogió para ser el presidente del país? ¿Cómo crees que sería su gobierno? Seguramente sería incierto, sin visión y sin compromiso con el pueblo que debe conducir.
Convicción del llamado - Debes tener la certeza de que Dios te llamó para pastorear su Iglesia. Jesús tuvo esa convicción cuando dijo “Yo soy el buen pastor” (Juan 10:11). Como hemos dicho, Pablo también tuvo esa certeza; y Pedro también la expresó (1 Ped. 5:1). Todos ellos, y otros líderes, creyeron en su llamado a pastorear la Iglesia. El llamado que Dios te hizo es para pastorear la iglesia. Ese llamado tiene un origen divino, como afirma el apóstol Pablo: “Mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la Iglesia del Señor [...]” (Hech. 20:28). ¿Por qué es importante esto? Dejemos que la Guía para ancianos de Iglesia responda esa pregunta: “La conciencia de que el llamado tiene origen divino ayuda a los ancianos a apreciar mejor la seriedad de su tarea de liderazgo”. [1] Esta seguridad es lo que nos compromete con aquellos a quienes lideramos.
Las dos dimensiones del llamado - Permíteme explicar bien las dos dimensiones del llamado divino. La primera es la interna y la otra es la externa. El llamado interno es la convicción o la experiencia por la cual la persona siente la certeza de que debe servir a Dios. Sergio Fritzler lo define como “vocación”. [2] Primero, se percibe el interés inicial de la persona y, luego, su consecuente desarrollo hasta su manifestación exterior. En otras palabras, es lo que lleva a la persona a afirmar: “Quiero ser anciano, pastor de la iglesia local”. Pablo lo dijo de esta manera: “Fiel es esta palabra: si alguien anhela el obispado, desea buena obra” (1 Tim. 3:1). Por otro lado, el llamado externo se confirma por medio de la Iglesia. Esta reconoce el llamado divino para el ministerio del pastorado. [3] La iglesia local es la que reconoce que Dios eligió a la persona para pastorear a su Iglesia.
¿Qué es ser pastor? - W. Vine explica: “Pastor es quien cuida del rebaño. [...] Los pastores guían y alimentan al rebaño. [...] Ese era el servicio encargado a los ancianos”. [4] Nadie es pastor de cosas, programas, atividades o proyectos. Ser pastor significa cuidar de personas. Las personas, las “ovejas”, son quienes deben estar en el centro del ministerio pastoral. Así lo entendió el sabio Salomón en Proverbios 27:23: “Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños”. Y aunque cuidar personas es un elemento distintivo del pastorado, no es lo único. Veamos otras dimensiones de lo que significa ser pastor. Acerca del ministério pastoral en el Antiguo Testamento, el Dr. Walter Alaña destaca lo siguiente: “Las principales funciones pastorales incluían la alimentación y la nutrición, la conducción y la protección del rebaño”. [5] En el Nuevo Testamento no es diferente. Allí se destacan el cuidado, el pastorado y el gobierno. Estos son los significados más comunes de la palabra “pastor”. [6]
Discipulado como foco del pastorado - La visión del pastorado debe estar centrada en el discipulado. Cumplimos la misión cuando hacemos discípulos; de lo contrario, será la mayor omisión. ¿Sabes cuál es la mayor crisis de nuestra Iglesia hoy? Bill Hull respondería así: “La crisis de la Iglesia de hoy es casi una crisis de producción”. [7] Esta crisis a la que se refiere Hull es una crisis de producción de discípulos. Seamos sinceros: tú, anciano de iglesia, ¿estás discipulando a alguien? Si tu respuesta fuera: “Pastor, soy un anciano ganador de almas, y nuestra iglesia está creciendo mucho”, felicitaciones por tener esa pasión, y nunca la pierdas de vista. Estoy agradecido a Dios por el crecimiento de su Iglesia y por tener ancianos como tú. El crecimiento numérico es importante, pero necesitamos que ese crecimiento esté acompañado de una espiritualidad profunda. Y así la iglesia continuará creciendo mucho más, principalmente en el discipulado de las personas.
Discipulado en acción
El proceso de discipulado implica ayudar a los bebés espirituales a alcanzar la madurez en Cristo. Enseñemos a los recién convertidos que ser discípulo significa pasar por la experiencia del bautismo, continuar creciendo en la fe y, al andar así, preparar a otros para que se conviertan y continúen creciendo en la vida espiritual. Si como ancianos de iglesia estamos preocupados solo por el crecimiento numérico de la iglesia, piensa en esta declaración del teólogo John Stott quien, al citar a Chuck Colson, señala correctamente que “la Iglesia tiene 3.000 millas de ancho y una pulgada de profundidad. Muchos de sus miembros son bebés espirituales”. [8]
¿Has notado cuántos “espectadores” tiene tu iglesia? Ciertamente, ¡muchos! Con miembros que solo se sientan en los bancos de la iglesia nunca transformaremos la sociedad pues, como afirma Tony Evans, para transformarla, “primero debemos tener discípulos en el santuario”. [9] En este sentido, Michael W. Campbell, citado por Walter Alaña y Benjamín Rojas, indica que uno de los desafíos más grandes que enfrenta el adventismo es la necesidad de ministros que logren el equilibrio al concentrase tanto en el bienestar de la Iglesia como en el evangelismo, que son las dos tareas originales del ministro adventista. El equilibrio perfecto: un ministerio evangelizador/pastoral. [10] Este equilibrio perfecto sería discipular a todos aquellos que se bautizan. La pasión por el discipulado es tener pasión por la misión. Querido anciano, mantén viva esta visión de la Iglesia en Sudamérica: “Reafirmar tu protagonismo como pastor de la iglesia local con foco en el discipulado”.
Pastorado y discipulado
Como ya vimos, el pastorado es una pieza clave en el proceso del discipulado. A continuación, considera algunas sugerencias prácticas para desarrollar tu ministerio como pastor discipulador de tu iglesia.
1. Pastorear – discipular
a) Anima: Incentiva y apoya a los miembros para que, por medio del estudio de la Biblia y de la oración, desarrollen su comunión personal con Jesús.
b) Alimenta: Atiende las necesidades de los miembros con predicaciones y enseñanzas bíblicas cristocéntricas; y enfatiza, de manera especial, nuestras creencias y las profecías bíblicas. c) Cuida: Participa permanentemente en la visitación a todos los miembros, en especial a los recién bautizados y a aquellos que no están asistiendo a la iglesia. Recuerda que “el buen pastor conoce a sus ovejas”.
d) Lidera: Guía, acompaña y aconseja el trabajo de los directores de los departamentos para que, en la medida de lo posible, sus planes estén en armonía con los planes de la Asociación/Misión.
e) Forma: Dedica un tiempo especial a la formación de nuevos líderes dentro de la visión del CRM (comunión, relación y misión).
2. Gobernar – Administrar
a) Coopera: Con el consentimiento del pastor preside, en su ausencia, la junta de iglesia, la reunión administrativa y la reunión regular de tu iglesia.
b) Planifica: Siempre coordina y planifica, junto con el pastor, los diferentes cultos de tu iglesia. Considera la adoración como una prioridad.
c) Oficia: Mantente siempre a disposición del pastor para dirigir ritos como la Santa Cena, la dedicación de niños y ceremonias fúnebres. Recuerda que en situaciones excepcionales (ausencia de un pastor ordenado) y con autorización del presidente de la Asociación, podrás oficiar la ceremonia bautismal.
d) Administra: Es fundamental administrar la iglesia utilizando el Manual de la iglesia y la Guía para ancianos de iglesia. Consulta siempre estos manuales.
3. Evangelizar – bautizar
a) Prepara: Ora, y busca personas para darles estudios bíblicos, con el propósito de prepararlas para el bautismo.
b) Organiza: Trabaja para que todos los miembros formen parte de un Grupo pequeño y/o una unidad de acción de Escuela Sabática.
c) Moviliza: Involucra, capacita y entrena, con el apoyo de otros líderes, a todos los miembros de tu iglesia (especialmente a los recién bautizados y las nuevas generaciones) para la conquista de personas para Cristo por medio del trabajo personal, la formación de clases bíblicas y la fundación de nuevas iglesias.
Querido anciano, ponemos a tu disposición el sitio pastor.adventistas.org donde, semanalmente, encontrarás diferentes recursos para tu crecimiento personal y eclesiástico. Que el Señor te bendiga a fin de que hagas discípulos en el rebaño de Dios, como pastor de tu iglesia local.
Referencias:
[1] Asociación Ministerial de la División Sudamericana, Guía para ancianos de iglesia (4a ed.), p. 23
[2] Sergio Fritzler, El oficio pastoral: exposición bíblica e histórica del ministerio público de la iglesia, p. 195.
[3] En la Guía para ancianos de iglesia, se describe de esta manera: “La iglesia reconoce entonces los dones de los ancianos para el liderazgo y los elige para ese oficio” (p. 23).
[4] “Pastor”, Dicionário W. E. Vine, p. 856.
[5] Walter Alaña y Benjamín Rojas, Ministerio pastoral y educación teológica: Una perspectiva adventista, p. 53.
[6] “Pastor”, Léxico griego-español del Nuevo Testamento, p. 793.
[7] Bill Hull, The Discipline Making Pastor, p. 14.
[8] Entiéndase por espectadores a los miembros que asisten a los cultos y solo se sientan en los bancos.
[9] Bob Moffitt, Evangelismo sin discipulado: El peligro de descuidar los Mandamientos de Jesús, Edición Kindle.
[10] Alaña y Rojas, ibíd., p. 47.
- Texto publicado originalmente en la Revista del Anciano, Enero-Marzo/2021.
- Daniel Moltalván es Secretario ministerial asociado de la División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.