Ley dominical: la lealtad al Dios Creador es puesta a prueba – Parte 1
¿Qué dice la Biblia sobre una ley dominical? ¿Cómo puede leerse el asunto, en especial a partir de la comprensión del libro de Apocalipsis?
Desde los primeros adventistas sabatistas, la ley dominical es vista en la escatología adventista como un evento del fin del tiempo. A partir de la idea de “la marca de la bestia” y la del “sello de Dios” en Apocalipsis, se entiende que la ley dominical distinguirá a los que pertenecen al reino de Dios de los que eligen el gobierno de la bestia.
La elección de obedecer la ley de Dios implicará la exposición a un estado de intolerancia y persecución momentánea. Por otro lado, la decisión de unirse a la bestia traerá consecuencias eternas. Estas cuestiones están bien claras en las visiones proféticas de Daniel y Apocalipsis.
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Las profecías y la ley de Dios
En Apocalipsis 13, dos metáforas proféticas representan la actuación del papado en la Edad Media y en los Estados Unidos en el tiempo del fin. La comprensión de estas visiones muestra la perspectiva de los pioneros adventistas con respecto a la ley mencionada.
Curiosamente, ambas metáforas apocalípticas retoman símbolos de Daniel. La primera bestia de siete cabezas y diez cuernos (Apocalipsis 13:1) se construye a partir de los cuatro animales: león, osos, leopardo de cuatro cabezas y el animal terrible de diez cuernos (Daniel 7:3-7). La bestia no solo presenta elementos de esos animales, sino también sus siete cabezas que son la suma de las cabezas de las cuatro bestias de Daniel. Eso indica que Juan vio la bestia como un despliegue del poder perseguidor que ya había sido representado en esos animales figurativos de los imperios babilónico, persa, griego y romano.
Se observa que las características humanas retratadas en ese “cuerno pequeño” (Daniel 7:8) y en la bestia (Apocalipsis 13:5-6) indican que esas entidades incorporan tanto una dimensión política como religiosa. De hecho, el papado medieval era un poder político y religioso. Es la religión que, al manipular al poder político, lo lleva a perseguir al pueblo de Dios, como se ve en la visión de la mujer “montada” sobre la bestia en Apocalipsis 17. En Daniel, el “cuerno pequeño” hace guerra contra los “santos” (Daniel 7:21) e intenta “cambiar los tiempos y la ley” (7:25).
De la misma manera, la bestia persigue a los “santos” (Apocalipsis 13:7), que guardan los “mandamientos de Dios” (14:12). Se nota que la investida tanto del “cuerno pequeño” como de la “bestia” contra los “santos” tiene su motivación en la adhesión de ellos a la ley de Dios, en aquel punto en que esa ley implica una diferencia social: la práctica del sábado. Es importante recordar que tanto el Imperio Romano como el papado medieval sostuvieron una ley dominical contraria a la ley de Dios.
Apocalipsis 13 y Daniel 8
Por otro lado, la bestia de dos cuernos que parece cordero (Apocalipsis 13:11) retoma el carnero de Daniel 8. Los cuernos indican que los símbolos representan un poder que resulta de la unión de dos entidades, y que en principio son aliados del pueblo de Dios, pero después son perseguidores. Los persas hicieron alianza con los medos y, así se formó el Imperio Medo persa. Con esa coalición, Ciro logró tomar la Babilonia de Belsazar (Daniel 5). Él liberó a los judíos y les permitió volver a su tierra (Isaías 44:28; 45:1-7) y gozar de libertad civil y religiosa (Esdras 7:21-26). Sin embargo, en el tiempo de la reina Ester, Persia llegó a emitir un decreto de muerte contra los judíos (Ester 3:8-9). En Apocalipsis, la región denominada como “tierra” es lugar de protección y guarida para la “mujer” después de los 1.260 días-años (Apocalipsis 12:1, 14-16). No obstante, en esta misma “tierra”, después se levanta la bestia de dos cuernos para perseguir a los que no tienen la “marca de la bestia” (Apocalipsis 13:11, 17).
Hay un paralelismo entre Apocalipsis capítulos 12 y 13, que muestra el antagonismo de la bestia de dos cuernos a los que no tienen la marca. En Apocalipsis 12, después de la mención del hecho de que la mujer encuentra refugio en la “tierra” después de los 1.260 años, se dice que el dragón la embiste y hace guerra contra sus descendientes “que guardan los mandamientos de Dios”. En Apocalipsis 13, después de los 42 meses (1.260 días) de actuación de la bestia (Apocalipsis 13:5), ella es herida de muerte, y entonces regresa por medio de “la imagen de la bestia” que impone el boicot económico y la persecución a los que no tienen la “marca de la bestia”. Eso indica que los que guardan los mandamientos de Dios son los mismos que no tienen la marca.
El surgimiento de la imagen de la bestia
La segunda visión de Apocalipsis 13 se puede dividir en dos fases. Al principio, la bestia “obra” señales (v. 13), “seduce” a las personas (v. 14) y da “aliento” a la imagen de la bestia (v. 15). En esta fase inicial, es, por lo tanto, un poder religioso, o sea, actúa como el “falso profeta” (Apocalipsis 16:13; 19:20).
Después de que ese poder religioso da aliento a lo que está muerto en el contexto, o sea, a la primera bestia, se levanta “la imagen de la bestia”. De hecho, la bestia herida de muerte resucita, pero por medio de “la imagen de la bestia”. De esta manera, en esta segunda fase de la visión, la imagen “hace” morir (v. 15), impone una marca (v. 16) y controla la economía (v. 17). Ahora, se trata, por lo tanto, de un poder político: “un rey” (según Apocalipsis 17:11; 19:20).
Elena de White, pionera adventista, profetisa y escritora, explica la formación de la imagen de la bestia a partir del acercamiento de los poderes religioso y civil. “La imagen es hecha por la bestia de dos cuernos y es una imagen de la primera bestia”. Por eso, “para que los Estados Unidos formen una imagen de la bestia, el poder religioso debe dominar de tal manera al gobierno civil que la autoridad del estado sea empleada también por la iglesia para cumplir sus fines”[1]
Para ella, la “imagen de la bestia” representa “la forma de protestantismo apóstata que se desarrollará cuando las iglesias protestantes busquen la ayuda del poder civil para la imposición de sus dogmas”´.[2] En esa línea, el poder religioso toma la iniciativa para la formación de la imagen de la bestia, puesto que, “por el mismo hecho de imponer un deber religioso con ayuda del poder secular, las mismas iglesias estarían elevando una imagen a la bestia”.[3]
Es importante señalar que el poder civil opresor de la crisis final, según Apocalipsis 13:11-18, es denominado “imagen de la bestia”. Es esa entidad la que impone la marca, impone y hace morir. La primera bestia, de hecho, regresa, pero solamente por medio de su imagen reproducida en los Estados Unidos protestantes.
En este caso, lo que Juan revela es que “la autoridad medieval de la primera bestia nuevamente será ejercida por medio de la bestia que surge de la tierra”. Además, está claro que “la segunda bestia substituirá a la primera bestia en poder y autoridad universales y actuará como el poder opresivo global del tiempo del fin”.[4]
De esta forma, el conflicto desencadenado en el tiempo del fin por la “imagen de la bestia” contra los fieles de Dios tiene su motivación en la observancia de sus mandamientos. Elena de White afirma que “El último gran conflicto entre la verdad y el error no es más que la última batalla de la controversia que se viene desarrollando desde hace tanto tiempo con respecto a la ley de Dios”.[5]
De hecho, la embestida de Satanás contra los mandamientos de Dios atraviesa toda la historia. A lo largo de la historia, por lo tanto, identificamos marcas de ese conflicto entre la ley y la bestia (el poder imperial) y la ley de Dios.
Este aspecto es tratado en la segunda parte de este texto.
Vanderlei Dorneles es doctor en Ciencias de la Religión, coordinador del posgrado en Teología y profesor.
Este artículo fue escrito originalmente para el e-book titulado Eventos finales, producido por la editora Safeliz.
Vea el estudio sobre Apocalipsis 13 – La bestia de la tierra
https://www.youtube.com/watch?v=yXxC7DFukII