No fue fácil! De un momento a otro, los pastores tuvieron que responder las nuevas preguntas que inquietaban los corazones. Los templos estuvieron cerrados, las actividades presenciales limitadas y, con todo eso, fue necesario ir más allá de las responsabilidades comunes del ministerio. Aun con todas las dificultades, el Señor siempre estuvo a su lado.

El cuidado fuera del aprisco fue más arriesgado. La inseguridad de una pandemia nos puso en cuarentena. Noticias tristes sobre muertes y sufrimiento se acumularon exigiendo mucho más del pastor. Más horas de trabajo multiplicaron las preocupaciones por la vida y el futuro de la iglesia. Aun así, el Señor siempre estuvo a su lado.

Pastoreo digital

Fue necesario predicar por medio de plataformas digitales, hacer visitas por las redes sociales, ajustar la rutina de la familia para atender las demandas nuevas y urgentes. Para aconsejar a las personas fue necesario adaptarse a las posibilidades, pues se intensificó la demanda del pastor para responder sobre el porqué del sufrimiento. En todos esos momentos, el Señor siempre estuvo a su lado.

Es evidente que la lucha del pastor no es contra el virus de la pandemia, sino contra el virus del pecado. Para la pandemia, la medicina intenta encontrar la vacuna. Por otro lado, para el virus del pecado, la vacuna ya está a disposición. En la cruz, Jesús dio el antídoto para la salvación al impartir justicia a los pecadores y salvación a los perdidos. A los afligidos les concede esperanza. Jesús rompió con toda la lógica posible y se hizo uno de nosotros; así podemos confiar que el Señor siempre estuvo y está a nuestro lado.

Oportunidades nuevas

La similitud de los últimos acontecimientos con los eventos finales descritos en la Biblia abrió oportunidades nuevas de misión. Los estudios bíblicos, las clases bíblicas y las parejas misioneras digitales sirvieron para mostrar el amor de Jesús por los seres humanos. El pastor tuvo que especializarse para capacitar a la iglesia en el mundo virtual y aprender cómo aprovechar mejor las oportunidades nuevas para que la misión no se detuviera. En cada versículo bíblico compartido, en cada oración grabada y enviada, el Señor siempre estuvo a su lado.

El liderazgo del pastor llegó a un nivel máximo de exigencia. Prever escenarios, intentar ver más adelante, y así preparar la iglesia para lo que estaba por venir, fue una tarea constante. Tratar los problemas y las angustias que enfrentamos manteniendo la fe segura y la confianza requiere mucha fuerza espiritual. Las oraciones y las súplicas a Dios para que mantuviera la llama de la esperanza viva en el corazón del pastor fueron respondidas. La buena mano del Señor continúa conduciendo el timón de toda la historia y de cada detalle, porque el Señor siempre estuvo a su lado.

En la caminata hasta aquí, no faltaron lágrimas. Las necesidades tuvieron que ser suplidas y no se trataba solo del alimento espiritual. El cristianismo práctico en el cuidado del prójimo, en la atención al necesitado, en la provisión de la vestimenta y en el vacío por la falta de alimento hicieron la diferencia. El pastor incentivó, buscó, motivó e involucró a personas para ser cuidadores unos de otros. En la sonrisa escondida detrás de una máscara de quien fue atendido, en la percepción del amor de Dios por medio de gestos de cariño, notamos que el Señor siempre estuvo a su lado.

Pastor, sabemos que el día del regreso de Jesús está por llegar. Ese será el momento de mirar atrás y reconocer que todo valió la pena. Ver que el Señor estuvo siempre a su lado, y también agradecer por tener al pastor siempre a nuestro lado.