Las siete cabezas de la bestia de Apocalipsis 17, ¿pueden ser siete papas?
El libro de Apocalipsis, especialmente el capítulo 17, hace una descripción de un poder que mereció profunda investigación de los teólogos a lo largo de los años.
La reconocida búsqueda por la comprensión profética, común en las últimas décadas, experimentó un aumento reconocido y aun exponencial en los últimos meses. Exposiciones atractivas de ciertas porciones apocalípticas han impulsado la forma cómo la iglesia y el mundo en general debe interpretar el texto profético y sus símbolos.
Ahí tenemos el factor innovador del entonces movimiento denominado historicismo presentista. Tal movimiento se considera historicista, al mismo tiempo en que sugiere un “abordaje actualizado” de interpretación profética. En este movimiento es muy común la particularización de elementos simbólicos en la profecía bíblica. Por ejemplo: la sugerencia de que las cabezas de un animal simbólico pueden ser representación de personas individuales específicas. De ese modo, entonces, se afirma que las siete cabezas de la bestia de Apocalipsis 17 serían la actualización del mensaje profético para el tiempo del fin, de modo que esas cabezas serían siete personas específicas, esto es, siete papas.
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Modelos comparativos como método de interpretación profética
Entre los muchos esfuerzos para intentar sustentar esa “teoría” interpretativa se ha sugerido un apoyo eventual a esa idea al compararse la naturaleza de esas siete cabezas con las cuatro cabezas del leopardo de Daniel 7.
El razonamiento es el siguiente: las cabezas del leopardo de Daniel siete son la representación simbólica de los cuatro generales griegos que asumieron Grecia después de la muerte de Alejandro Magno. Siguiendo esta forma de razonamiento, entonces, ahí estaría un modelo que sostiene la idea de que las siete cabezas de la bestia también pueden ser personas individuales. La lógica suena creativa y bien significativa, sin embargo, existen algunos elementos que necesitan ser considerados y aclarados a continuación aquí:
- De hecho, Daniel 7 se encuentra definitivamente relacionado verbal y temáticamente a Apocalipsis 17, de manera que el modo de interpretación aplicado a uno de esos capítulos debe ser aplicado también al otro.
- Daniel 7 es asimétricamente repetido y ampliado en Daniel capítulo 8,[i] de manera que la interpretación provista por el ángel interprete en el capítulo 8 se ajusta con la interpretación para el capítulo 7 de manera semejante.
Así tenemos:
Daniel 7 | Daniel 8 |
Oso con un lado más alto | Carnero con dos cuernos uno más alto |
Tres costillas en la boca | Hería con los cuernos en tres direcciones |
Leopardo cuatro alas y | Macho cabrío que viene sin tocar el suelo |
Cuatro cabezas | Cuatro cuernos |
Correspondencia entre Daniel 7 y 8
No se necesita ser un especialista para notar la obvia correspondencia entre los dos capítulos. De este modo, es indispensable prestar atención a la explicación proporcionada por el ángel intérprete en cuanto a los cuatro cuernos del macho cabrío del capítulo 8. De modo que, por correspondencia paralela, esa será la explicación equivalente a las cuatro cabezas del leopardo:
“En cuanto al carnero que viste, que tenía dos cuernos, éstos son los reyes de Media y de Persia. El macho cabrío es el rey de Grecia, y el cuerno grande que tenía entre sus ojos es el rey primero. Y en cuanto al cuerno que fue quebrado, y sucedieron cuatro en su lugar, significa que cuatro reinos se levantarán de esa nación, aunque no con la fuerza de él” (Daniel 8:20-22).
Aquí se dice claramente que los cuatro cuernos que se levantan después que el gran cuerno del carnero se quiebra son cuatro reinos, no cuatro personas. Está equivocada la afirmación de que esos cuatro cuernos (y, por correspondencia, las cuatro cabezas del leopardo) representen los cuatro generales Casando, Lisímaco, Seleuco y Tolomeo.
En realidad, se trata de cuatro reinos de dinastías a partir de esos cuatro generales, reinos que dominaron la geografía griega anteriormente regida por la dinastía Alejandrina. Se nota también que aun el gran cuerno o el primer rey no se trata exclusivamente de Alejandro Magno siendo que el texto dice que ese “primer rey y el gran cuerno” se lo llama como un pueblo y no como una persona.[ii] De esta manera, el “cuerno notable” no es Alejandro, sino su dinastía, que sobrevive cerca de veinte años después de su muerte[iii] y, entonces, las cuatro casas dinásticas de los generales asumen el reino dividido de Grecia.
Las cabezas o cuernos simbólicos nunca representan personas específicas
De esta explicación textual, provista por el ángel intérprete, la propuesta de que las cabezas de los animales simbólicos pueden representar personas no tiene apoyo. A su vez, la idea de que, las cabezas de la bestia de Apocalipsis 17 representen personas individuales, por más creativa y atractiva que aparente ser, no tiene apoyo interpretativo.
Mientras que los hombres, aun bien intencionados, sugieren a las cabezas de animales simbólicos como personas individuales, los ángeles como agentes intérpretes, por otro lado, son enviados por Dios a los escritores bíblicos para explicar que son reinos. La pregunta que cabe hacerse ahora es: ¿a quién debo seguir en cuanto a guía de interpretación, a los ángeles como intérpretes comisionados por Dios o a personas con innovaciones interpretativas originadas en sus propias imaginaciones humanas?
[i] Stefanovic, Zdravko. Daniel: Wisdom to the Wise : Commentary on the Book of Daniel. Nampa, Idaho: Pacific Press Publ. Association, 2007
Shea, William H., and George R. Knight. The Abundant Life Bible Amplifier: Daniel. 1996.
Doukhan, Jacques, and Jacques Doukhan. Daniel die Vision vom Ende. 1993.
[ii] Diestre Gil, Antolín. El sentido de la historia y la palabra profética: un análisis de las claves históricas para comprender el pasado, presente y el futuro político-religioso de la humanidad desde la civilización babilónica hasta el Nuevo Orden Mundial. Terrassa (Barcelona): Editorial CLIE, 1995.
[iii] Núñez, Samuel. Las profecías apocalípticas de Daniel: la verdad acerca del futuro de la humanidad – tomo II. 2006.