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Los pioneros adventistas del séptimo día y su protesta contra el racismo sistemático

El segundo movimiento adventista fue inseparable del llamado a abolir la esclavitud y otorgar los mismos derechos a los oprimidos.


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El segundo movimiento adventista fue inseparable del llamado a abolir la esclavitud y otorgar los mismos derechos a los oprimidos. (Imagen: lightbearers.org)

El movimiento adventista del séptimo día era inseparable del llamado abolicionista a la destrucción inmediata y total de la esclavitud y la demanda de derechos equitativos para los oprimidos.

Desde el surgimiento del movimiento millerita, a principios de la década de 1830 hasta el final de la Guerra Civil, los adventistas de todo tipo usaron la táctica de la persuasión moral para advertirles a los estadounidenses que estaban a favor de la esclavitud que Dios volvería pronto y los juzgaría si inmediatamente no se arrepentían y reformaban. De esta manera, hicieron inseparable de su fe adventista la protesta por la injusticia racial.

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Aunque muchos adventistas milleritas evitaron asociarse con partidos políticos porque todos esos partidos apoyaban la esclavitud, a partir de 1840 un número significativo se unió al Liberty Party, el cual solo tenía una plataforma: la inmediata y total abolición de la esclavitud y “la restauración de la igualdad de derechos entre los hombres”.[1]

En 1848, el Liberty Party nominó a Gerrit Smith, un abolicionista prominente, adventista millerita, y observador del reposo del séptimo día, como candidato a presidente de los Estados Unidos. A lo largo del periodo anterior a la Guerra Civil estadounidense, los milleritas y los adventistas del séptimo día también arriesgaron sus vidas para liberar esclavos de su servidumbre.

Aunque algunos lo hicieron de forma legal, comprando la libertad de los esclavos, muchos quebrantaron la ley federal al ayudar a fugitivos en la red clandestina de escape para los esclavos. Ellos sostenían la ley de los esclavos fugitivos de Deuteronomio 23:15, 16: “No entregarás a su señor el siervo que se huyere a ti de su amo. Morará contigo, en medio de ti, en el lugar que escogiere en alguna de tus ciudades, donde a bien tuviere; no le oprimirás”. De hecho, de todas estas formas y más, los adventistas fueron inspirados por su fe cristiana a luchar contra el racismo sistemático en los Estados Unidos.

La causa antiesclavista tenía sus raíces en la protesta de los negros, y los adventistas del séptimo día negros también eran abolicionistas. John “the Dominie” West, un ministro adventista del séptimo día, ex esclavo y amigo íntimo de Gerrit Smith, predicaba contra los males de la esclavitud y el racismo, publicaba y promovía varias de las obras abolicionistas de Smith, y manejaba una tienda en Peterboro, Nueva York, que no vendía productos cultivados por mano de obra esclava. En Bath, Nueva York, Elias y Henrietta Platt eran líderes adventistas locales y los abolicionistas más activos en su ciudad. Elias servía como el agente local para la The North Star de Frederick Dougless y manejaba una tienda de productos libres como la de West. Los Platt hospedaban regularmente a los abolicionistas que estaban de paso.

En enero de 1852, los Platt hospedaron a Jaime y Elena White en su hogar durante un tiempo cuando virtualmente todos los blancos norteños públicamente se negaban a asociarse con los negros. Cuando Elias Platt falleció inesperadamente en 1854, Frederick Douglass escribió su obituario, declarando que Platt era “uno de los amigos más devotos, honestos, y perseverantes de su gente en el estado de Nueva York”.[2]

Los adventistas del séptimo día también hicieron peticiones contra la esclavitud sureña y el racismo norteño. José y Prudence Bates eran destacados abolicionistas en Fairhaven, Massachusetts, durante las décadas de 1830 y 1840. Ellos hicieron circular y firmaron peticiones para abolir la esclavitud y prevenir que se anexaran nuevos estados esclavistas, urgieron a los Estados Unidos a reconocer la independencia de Haití luego de su exitosa guerra de la independencia contra Francia, y ayudaron a abolir la segregación racial en trenes y la ley de matrimonios interraciales en Massachusetts.[3]

En las décadas de 1850 y 1860, los adventistas observadores del sábado presentaron peticiones contra más problemas, como la pena de muerte (creyendo que tanto la esclavitud como el castigo capital “representaban sistemas de brutalidad que coaccionaban a los individuos”[4]), la Ley sobre Esclavos Fugitivos de 1850, y la Ley de Kansas-Nebraska (1854).  En la década de 1860, los adventistas del séptimo día a veces colocaban el nombre de la denominación en peticiones que escribían y hacían circular. En abril de 1862, por ejemplo, un grupo de cuarenta y cuatro “adventistas del séptimo día y otros”, de Linn County, Iowa, testificaron “que nuestra profesión de cristianismo y presunción de libertad, no son sino una burla a la vista de las naciones de la Tierra y del Dios del universo, mientras nos demoramos prácticamente a reconocer el ‘derecho inalienable de todos los hombres a la vida, a la libertad y a buscar la felicidad’”. Los adventistas de Linn County entonces “urgieron” a Abraham Lincoln y al congreso a abolir inmediatamente “el gran crimen antinatural de la esclavitud, la fuente inveterada inagotable de nuestra ruina nacional”.[5]

Los adventistas del séptimo día también incorporaron argumentos abolicionistas al mensaje de los tres ángeles (Apocalipsis 14:6-12). El primer ángel advertía que la hora del juicio de Dios estaba cerca, y los adventistas enfatizaron que, si los estadounidenses a favor de la esclavitud continuaban sin arrepentirse, serían doblemente castigados por sus pecados.

El segundo ángel advertía que Babilonia había caído, y los milleritas salieron de sus iglesias protestantes (Babilonia) porque esas iglesias apoyaban la esclavitud. Elena de White especificó que cualquier adventista del séptimo día que simpatizara con la esclavitud debía ser inmediatamente desglosado

Finalmente, los adventistas del séptimo día conectaron el mensaje del tercer ángel contra adorar a la bestia con la causa antiesclavista. Apocalipsis 13:1-18 revela que la bestia de dos cuernos impone la idolatría, y los adventistas identificaban a los Estados Unidos con esta bestia porque profesaba sostener la libertad civil y religiosa (los dos cuernos) pero, en realidad, negaba esos privilegios a las minorías religiosas y raciales.[6]

Los pioneros adventistas del séptimo día lucharon contra la opresión a través de su fe y acciones durante una época donde solo una pequeña minoría de estadounidenses protestaba contra el racismo. Al incorporar argumentos antiesclavistas en la presentación del mensaje de los tres ángeles, los adventistas del séptimo día hicieron de la protesta contra el racismo sistemático una parte importante de sus creencias fundamentales. Desafiaron a sus descendientes espirituales a continuar con esta fe.

La versión original de este comentario  fue publicada por la Asociación Ministerial  de la División Norteamericana.

[1] Thomas Hudson McKee, National Conventions and Platforms of All Political Parties, 1789 to 1905: Conventions, Popular, and Electoral Vote, 6th ed. (Baltimore, MD: Friedenwald, 1906), 52.

[2] Kevin M. Burton, “Born a Slave, Died a Freeman: John ‘the Dominie’ West, Seventh-day Adventist Minister and Abolitionist,” Adventist Review, April 2019, 52-55; “List of Agents,” The North Star, April 17, 1851, 1; “Free Labor Sugar & Molasses,” Steuben Courier, December 31, 1845, 3; Carter G. Woodson, ed., The Mind of the Negro as Reflected in Letters Written during the Crisis, 1800-1860 (Washington, DC: Association for the Study of Negro Life and History, 1926), 353; James White, “Our Tour West,”  Advent Review and Sabbath Herald, February 17, 1852, 93; Richard Archer, Jim Crow North: The Struggle for Equal Rights in Antebellum New England (New York: Oxford University Press, 2017); Beth A. Salerno, Sister Societies: Women’s Antislavery Organizations in Antebellum America (Dekalb, IL: Northern Illinois University Press, 2005), 32, 33; [Frederick Douglass], “Died,” Frederick Douglass’ Paper, July 7, 1854, 3.


Referencias

[3] Kevin M. Burton, “Joseph Bates and Adventism’s Radical Roots,” Adventist Review, March 3, 2020.

[4] Louis P. Masur, Rites of Execution: Capital Punishment and the Transformation of American Culture, 1776–1865 (New York: Oxford University Press, 1989), 157.

[5] “Petition of Seventh-day Adventists and Others of Linn County, Iowa, for the Abolition of Slavery in the United States,” April 1862, SEN 37A-J4, National Archives, Washington, D.C.

[6] Ellen G. White, Testimonies for the Church, 1:259, 358; Charles Fitch, “Come Out of Her, My People”: A Sermon (Rochester, NY: J. V. Himes, 1843), 16; White, Testimonies, 1:360; Douglas Morgan, Adventism and the American Republic: The Public Involvement of a Major Apocalyptic Movement (Knoxville, TN: University of Tennessee Press, 2001), 15-29.