Iglesia Adventista aprueba un documento sobre prevención de abuso y acoso sexual
El texto propone acciones de concientización, prevención y corrección, además de protección de la víctima en casos de abuso y acoso sexual.
Se votó y aprobó en el Concilio Anual de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para Sudamérica, realizado entre los días 8 y 12 de noviembre de 2019, el documento que afirma la posición de la institución para situaciones de acoso y abuso sexual. El objetivo es proponer orientaciones para acciones de concientización, prevención y corrección de cuestiones relacionadas a personas que son invadidas en su sexualidad, de forma verbal o no verbal, por cualquier otra persona.
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De acuerdo con el documento, la Iglesia Adventista del Séptimo Día tiene profundo respeto por la dignidad humana y promueve proyectos como Basta de Silencio, que actúa en acciones educativas junto a la comunidad para ayudar a las personas a identificar situaciones de abuso o acoso, como así también para ofrecer herramientas para la denuncia y recuperación de la víctima.
Educación y orientación para actuar
Para Marli Peyerl, responsable de Basta de Silencio en ocho países sudamericanos, la iniciativa de combatir la violencia doméstica lleva la información a lugares que concentran la mayor parte de las víctimas en potencia. Las acciones educativas en las escuelas ayudan a proteger a los niños y adolescentes que, de acuerdo con datos del Ministerio de Salud, componen el 72% de las víctimas de violación. Dentro de ese grupo, el 87% de los que sufren violencia sexual son del sexo femenino.
“La Iglesia Adventista se preocupa por ese tema y quiere ofrecer una guía para que, en caso de que se encuentren con una situación de esas, los líderes sepan cómo actuar”, explica el pastor Rafael Rossi, director de Comunicación de la Iglesia Adventista para ocho países de Sudamérica.
El documento describe las medidas que deben adoptarse en cada instancia administrativa en caso de que haya denuncias y evidencias consistentes de que el abuso o acoso sexual ha ocurrido. Las escuelas, iglesias e instituciones deben seguir las orientaciones del texto de manera tal que se preserve a la víctima y esta pueda recuperarse de todos los posibles daños físicos y psicológicos.