La bestia escarlata, el 666, el cuerno pequeño: ¿Cómo develar estos misterios proféticos?
Una de las mejores maneras de comprender cómo interpretar las profecías bíblicas es ver la forma en que Jesús leía las profecías.
Cuando se habla de profecía apocalíptica, lo que viene a la mente de la mayoría de las personas es la curiosidad de saber quién es el anticristo, el octavo rey, la puntay el cuerno pequeño de Daniel, y la representación del número 666.
Las personas parecen fascinadas por los simbolismos exóticos que realmente llaman la atención. Sin embargo, para interpretar correctamente los misterios de la profecía apocalíptica, es necesario usar un método de interpretación adecuado. De lo contrario, podemos hacer que la profecía diga algo que no quería decir.
Como muchos ya saben, son cuatro los principales métodos de interpretación de la profecía apocalíptica: preterismo, futurismo, idealismo e historicismo. Las propias palabras indican que el preterismo interpreta las profecías apocalípticas como que ya ocurrieron en el pasado, en el tiempo en el que el profeta escribió. El futurismo ubica una parte del cumplimiento profético como ocurriendo en un periodo corto de tiempo, en un futuro más allá de nuestros días. Y el idealismo (también conocido como abordaje espiritual, alegórico o no literal) intenta entender el mensaje de la profecía, por detrás de los símbolos, de manera existencial y subjetiva, sin dar valor al cumplimiento histórico y literal de la profecía.
Por último, el historicismo ve a las profecías cumpliéndose a lo largo de un periodo histórico, principalmente desde la época del escritor del libro (Daniel y Apocalipsis) hasta el fin de la historia como la conocemos, y la restauración de todas las cosas, de acuerdo con el ideal del Edén.
Método de interpretación de Jesús
Con tanta divergencia, la primera pregunta que surge es: ¿cuál de estos métodos es el mejor, o el correcto? Todo depende del punto de comparación. En este caso (como en muchos otros), ¡Cristo puede ser la solución! En su discurso sobre el Reino de Dios (Mat. 24-25), Cristo presenta una interpretación de la profecía de Daniel que es muy reveladora. En Mateo 24:15-16, él dice: “Por tanto, cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea, huyan a los montes”.
En este texto, Jesús hace una referencia directa a la “abominación desoladora” de la profecía de Daniel, una invitación para entender esa profecía, y la conecta al ‘lugar santo’ y a la huida de Judea. El relato paralelo de Marcos ofrece una afirmación semejante y contiene la misma invitación para entender a Daniel: “Pero cuando veáis la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel, puesta donde no debe estar (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan a los montes” (Mar. 13:14). Tal vez todo eso parezca un poco confuso. Pero el discurso del Reino de Dios venidero, como es descrito por Lucas, ayuda a aclarar la situación y ofrece una pieza más de información. El texto dice: “Pero cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estén en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella” (Luc. 21:20-21).
Cuando comparamos los pasajes bíblicos, podemos ver que la frase “los que estén en Judea, huyan a los montes” permanece igual en los tres evangelios. Eso demuestra que los extractos hablan de la misma situación histórica. La frase “cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos” ayuda a explicar el significado de la expresión “abominación desoladora” y de su presencia en el “lugar santo”.
Es decir, para Cristo, la “abominación desoladora” de Daniel es una referencia a los ejércitos que sitiaron Jerusalén, destruyeron el “lugar santo”, más específicamente, el templo de Jerusalén, que es el tema inicial del discurso (según Mateo 24:1-3), e hicieron que el pueblo huyese de Judea. Ese hecho, bien conocido y documentado en la historia, ocurrió cuando el ejército de Roma sitió Jerusalén en el año 70 d.C., liderado por el general Tito, destruyó el templo (“lugar santo”), y obligó a los judíos a salir de su tierra. De esta forma, se puede afirmar que, para Jesús, la “abominación asoladora” de la profecía de Daniel se refiere a Roma.
La expresión “abominación desoladora” aparece en Daniel en tres lugares (Daniel 9:27; 11:31; 12:11) y, en estos tres lugares, siguiendo a Cristo, la interpretación de la profecía debe estar de alguna forma conectada con Roma. Es muy importante notar que, en Daniel 9:27, la “abominación desoladora” está relacionada con la última semana de la profecía de las 70 semanas. El método preterista entiende que la “abominación desoladora” en este texto se refiere a Antíoco IV Epífanes (rey de la dinastía seléucida [griega] que gobernó a Siria entre el 175 a.C. y el 164 a.C.), un rey que intentó helenizar Judea por medio de la fuerza. Y que profanó terriblemente el templo al instalar allí una estatua de Zeus y sacrificar cerdos en el recinto sagrado. Ese hecho histórico ocurrió alrededor de 200 años antes de lo que fue afirmado por Jesús. El método futurista entiende que esa última semana de la profecía de Daniel ocurrirá al final de los tiempos, por lo menos 2 mil años después de que Cristo lo dijera. Por su parte, el idealismo no ve el cumplimiento de la profecía en la historia, al contrario de la actitud de Jesús de conectar la profecía a un hecho histórico.
De acuerdo con los evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), la comprensión de Jesús de que la “abominación asoladora” esté relacionada a Roma, es que tiene su cumplimiento en la historia, y llena una aparente laguna del libro de Daniel. De los cuatro reinos principales mencionados en el libro, tres son indicados directamente: Babilonia (Daniel 2:36), Medo-Persia (Daniel 8:20), y Grecia (Daniel 8:21). Pero a la cuarta bestia (espantosa y terrible), de Daniel 7, que está en paralelo con los reinos de Daniel 2 y los animales de Daniel 8, no se la identifica. Se dice, sin embargo, que esa bestia “a toda la tierra devorará” y que tenía un cuerno que “hablará palabras contra el Altísimo”. Esas características son resumidas posteriormente por Daniel con la expresión “abominación asoladora” (Daniel 9:27; 11:31; 12:11). Como Jesús identifica a la “abominación asoladora” con Roma, esa cuarta bestia tiene que simbolizar a Roma. Encontramos, por lo tanto, una secuencia histórica presentada en el libro de Daniel (2, 7-8) que va desde Babilonia hasta Roma.
Normalmente, los historicistas entienden que, como los tres primeros reinos son mencionados explícitamente en Daniel, la cuarta bestia solo podría representar Roma porque esa es la secuencia histórica natural. Las palabras de Jesús en los evangelios sinópticos confirman esa interpretación. Parece que Jesús era historicista. Es muy bueno seguir a Jesús, en la vida práctica, en sus enseñanzas y en la forma de interpretar las profecías apocalípticas.
Cuando estudiemos sobre el octavo rey, la puntay el cuerno pequeño de Daniel, el número 666, los 144 mil, el rey del norte, y otros temas, seguiremos el método historicista porque queremos seguir a Jesús. Y usted, ¿también quiere seguir a Jesús?