La justicia del reino de los cielos versus la justicia de los escribas y fariseos
La justificación viene solo por la fe en Cristo, que murió en favor del pecador.
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La Biblia, en su totalidad, es la suprema regla de fe y práctica para el cristiano. Ofrece el más elevado sistema ético y enseña que el pecado no es solamente cometer actos pecaminosos, sino la transgresión de la Ley de Dios manifestada primero en un corazón impuro, y luego seguido externamente por acciones (1 Juan 3:4; Mateo 15:19). En el tiempo de Cristo, la religión judía estaba corrompida en un formalismo de meras apariencias y justificación por las obras de la ley[i], cuyos principales representantes eran los escribas y fariseos (Romanos 9:31, 32; Filipenses 3:6-9)[ii].
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Los fariseos, o “separatistas”, surgieron alrededor del 120 a.C., y en el tiempo de Jesús eran cerca de seis mil miembros[iii], formando el grupo religioso más respetado en Judea[iv]. Mientras que los escribas o rabinos eran los intérpretes y especialistas de la ley (Mateo 7:29; 13:52; 23:2), los fariseos se esforzaban para hacer que todos creyeran que estaban adhiriendo a sus enseñanzas[v]. Ser escriba era una profesión, mientras que ser fariseo era pertenecer a una secta[vi]. Pero la mayoría de los escribas eran parte de la secta de los fariseos (Marcos 2:16), unidos en un “puritanismo legalista”[vii].
Con centenas de reglas que cubrían todos los aspectos del comportamiento humano, los escribas y fariseos aparentaban hacer un gran esfuerzo para obedecer la ley de forma perfecta[viii]. A los ojos crédulos de la población, aquellos perfeccionistas meticulosos de la Biblia eran los hombres más santos de la nación (Marcos 7:1-4)[ix]. De hecho, según un equivocado proverbio judío, “si solo dos hombres entrasen al cielo, uno sería escriba y el otro fariseo”[x].
En realidad, ellos eran hipócritas, pues amaban los primeros lugares y se enfocaban solamente en la letra de la ley, ignorando su amplitud y profundidad espiritual. En su exhibicionismo, se satisfacían en obedecer la ley solo de forma externa, sin permitir un cambio en sus corazones (Juan 1:11; Mateo 23:2-7). Jesús advirtió a sus oyentes que no se dejaran engañar por la justicia ciega e hipócrita de los escribas y fariseos. “Porque os digo que, si vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos” (Mateo 5:20). El verbo περισσεύω (perisseúō), traducido como “exceder”, también significa tener “más que suficiente”, “en abundancia”[xi]. Ya el adjetivo πλεῖον (pleion), traducido como “mucho”, también implica en “más” y “muchísimo”[xii].
Visión correcta de la ley
Según Jesús, la justicia de sus discípulos debería exceder muchísimo, y de forma mucho más abundante, la justicia de los escribas y fariseos. La ley gobierna los pensamientos y motivos internos, y no solo sus acciones externas[xiii], pues la rectitud es una cuestión del corazón y no solo del comportamiento[xiv]. Cristo argumentó con seis ejemplos, seguidos de sus antítesis: “Oísteis que fue dicho”; “Pero yo os digo” (Mateo 5:21-47). A continuación, dos de ellos: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: ‘No matarás’; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio…” (Mateo 5:21,22). No es solo el asesinato sino también la ira que es pecado, pues viola el mandamiento de amor (Levítico 19:18). Jesús, al decir “Pero yo os digo”, no está contrariando al Antiguo Testamento, sino solo contraponiéndose a las enseñanzas de los escribas y fariseos.
Aunque Jesús fuera el Mesías, él no se presentó como un nuevo legislador, pues no vino para cambiar o anular la Ley y los Profetas (Mateo 5:18)[xv]. Él actuó como expositor fiel, explicando la naturaleza de la Ley, su extensión, removiendo las falsas interpretaciones, restaurándola a su pureza[xvi]. El adulterio también surge primero en el corazón (Éxodo 20:17; Mateo 7:21-23; 2 Pedro 2:14). “Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:27-28). En el Sermón del Monte, Jesús profirió nueve bienaventuranzas sobre los que manifiestan las características del corazón que glorifican “a vuestro Padre que está en los cielos” (Mateo 5:1-11, 16). Son “rasgos de carácter que él siempre reconoce y bendice”[xvii].
Por el contexto inmediato (Mateo 5:43-47), la conclusión “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48) significa: “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso” (Lucas 6:27-36). Parece que ser misericordioso y amoroso se aplica a la serie completa de los seis ejemplos (Mateo 5:21-47). Así, ser perfecto, en este contexto, tendría la connotación de entereza, en ser misericordioso. Jesús no se está refiriendo a una vida “exenta” de pecado o “impecabilidad”. La tergiversación del significado de “perfectos” (teleios) ha desviado a las personas del mensaje de Cristo hacia el perfeccionismo, un remanente del antiguo legalismo judío[xviii]. A propósito, nunca podremos ser perfectos como Dios lo es[xix]. Cuando “la luz de Su amor brilla sobre nosotros”, soloreflejamos “su resplandor”, y solamente“podemos ser perfectos en nuestra esfera, así como él es perfecto en la suya”.[xx]
El precio de la hipocresía
En contrapartida, en las nueve bienaventuranzas enseñadas a sus seguidores, Jesús profirió nueve condenaciones contra los escribas y fariseos por practicar y enseñar la hipocresía, uno de los más perversos y objetables rasgos de carácter (ver Mateo 23:14-31). “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezmáis la menta y el eneldo y el comino, y dejáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe…” (Mateo 23:23).
Jesús no dice que diezmar no es importante, sino que la justicia y la misericordia y la fe son los preceptos más importantes[xxi]. Cuando afirmó: “Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello” (Mateo 23:23), “no escatimó la condenación de los abusos, pero se esmeró en no reducir las obligaciones”[xxii]. El cultivo del corazón puro es lo más importantey prioritario. Ser negligente con eso es “tragar el camello” (Mateo 23:24). La práctica exterior de diezmar es importante, y despreciar eso es “comer el mosquito” (Mateo 23:24). Evidentemente, la religión de Cristo es identificada “por sus frutos” exteriores (Mateo 7:15-23; Juan 15:1-5), pero primero viene el interior, que resulta en lo exterior. Las obras son el resultado de la fe. “¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio” (Mateo 23:25).
Los escribas y fariseos “ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (Romanos 10:3). Se debe considerar que la justicia que viene de Dios no viene por la ley, “porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado” (Romanos 3:20). “No hay justo, ni aun uno” “por cuanto todos pecaron” (Romanos 3:10, 23). “La ley requiere justicia, una vida justa, un carácter perfecto; y esto no lo tenía el hombre para darlo”[xxiii]. Si la justicia fuese “por la ley, entonces por demás murió Cristo” (Gálatas 2:21), pues los pecadores son justificados ante Dios solamente por la fe en Jesucristo. Él es nuestra justicia (Romanos 5:1; 2 Corintios 5:21).
Por la fe en el Salvador prometido, las personas que vivieron antes de la muerte de Cristo recibieron el perdón y la salvación (Gálatas 3:6-9; Apocalipsis 13:8; Hebreos 11). Sin embargo, fue cuando Jesús murió en la cruz, a través de su sacrificio expiatorio, que se promovió la “justicia eterna” (Isaías 52:13-53:12; Daniel 9:24), “la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas” (Romanos 3:21). Por lo tanto: “¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande?” (Hebreos 2:3). Necesitamos ir a Cristo continuamente en busca de arrepentimiento, perdón, nuevo corazón y santificación, conforme a su elevado patrón de justicia; primero lo más importante: la justicia, la misericordia y la fe, que resulta en diezmar; primero lo interno, que resulta en lo externo; primero la fe, que resulta en obras; primero el amor, que resulta en obediencia. A propósito, “¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley” (Romanos 3:31), pues “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).
Referencias:
[i]La expresión técnica paulina “obras de la ley” (Romanos 3:20; Gálatas 2:16) significa el intento de alcanzar la justificación ante Dios por la obediencia a la ley. Este procedimiento recibió el nombre de legalismo.
[ii]Elena de White, El Deseado de todas las gentes. 22ª ed. (Tatuí, São Paulo: Casa Publicadora Brasileira, 2013), 35, 36.
[iii]William Coleman, Manual dos tempos e costumes bíblicos. [Manual de los tiempos y costumbres bíblicos] 1ª ed. (Venda Nova, MG: Editora Betânia, 1991), 251.
[iv]Craig S. Keener, Comentário histórico cultural da Bíblia[Comentario histórico cultural de la Biblia], 1ª ed. (São Paulo: Editora Vida Nova, 2017), 58.
[v]William Hendriksen; Simon J. Kistemaker. New Testament Commentary: Exposition of the Gospel According to Matthew [Comentatio del Nuevo Testamento: Exposición del Evangelio según Mateo] (Grand Rapids: Baker Book House, 1953-2001, v.9), 293.
[vi]Ibíd., 294.
[vii]Puritanismo: Movimiento religioso inglés del siglo XIX. Símbolo de austeridad, rigidez y moralismo. Francis D. Nichol. Comentario bíblico adventista del sétimo día, v. 5, 1ª ed. (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2013), 32.
[viii]Andrew Knowles. The Bible Guide[La guía de la Biblia] (Minneapolis, MN: Augsburg, 2001), 414.
[ix]Warren W. Wiersbe: The Bible Exposition Commentary[Comentario expositivo de la Biblia] (Wheaton, Ill.: Victor Books, 1996, c1989), S. Mt 5:17.
[x]John G. Butler, Analytical Bible Expositor: Matthew[Expositor Bíblico analítico: Mateo] (Clinton, IA: LBC Publications, 2008), 82.
[xi]Spiros Zodhiates, The Complete Word Study Dictionary: New Testament. [Diccionario de estudio de palabras completo] electronic ed. (Chattanooga, TN: AMG Publishers, 2000) S. G4052.
[xii]Pedro V. S. J. Ortiz, Concordancia manual y diccionario griego-espanol del Nuevo Testamento(Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 2000).
[xiii]Andrew Knowles. The Bible Guide[La guía de la Biblia] (Minneapolis, MN: Augsburg, 2001), 414.
[xiv]Larry Richards. The Bible Reader’s Companion[El compañero del lector de la Biblia] (Wheaton, Ill.: Victor Books, 1991), 607.
[xv]La Ley y los Profetas, esto es, el Pentateuco y los escritos de los profetas del Antiguo Testamento. Jesús no vino para anular estos escritos, sino para guardarlos, especialmente la Ley de los Diez Mandamientos.
[xvi]John Calvin: Calvin’s Commentaries[Comentarios de Calvin] (Galaxie Software, 2002).
[xvii]Elena de White, El discurso maestro de Jesucristo, (Tatuí, São Paulo: Casa Publicadora Brasileira, 2012), pág. 3.
[xviii]Para un estudio más detenido sobre el perfeccionismo, leer: Amin A. Rodor; Adriani Milli Rodrigo Follis, Perfeccionismo: estudos sobre perfeição à luz da Bíblia.[Perfeccionismo: estudios sobre la perfección a la luz de la Biblia] Revista Parousia, Unaspress, 2016; George Knight, Eu costumava ser perfeito. 1 ed. (Engenheiro Coelho: Unaspress, 2016); Jirí Moskala e John C. Peckam, God’s Character and the Last Generation (Nampa, ID: Pacific Press Publishing, 2018).
[xix]R. V. G. Tasker, Mateus.1ª ed. (São Paulo: Sociedade Religiosa Edições Vida Nova, 1985), 56.
[xx]Elena de White, Reflejemos a Jesús. 16 ed. (Tatuí, São Paulo: Casa Publicadora Brasileira, 2013), pág. 65.
[xxi]El autor le acredita a Wilson Endruveit las ideas de este párrafo, conforme a sus clases de Teología Sistemática.
[xxii]Elena de White, El Deseado de todas las gentes, 22. ed. (Tatuí, São Paulo: Casa Publicadora Brasileira, 2013), pág. 566.
[xxiii]Ibíd, 710.