Papá, ¡te prometo!
Seis compromisos que pueden hacer su relación con su padre más fuerte y feliz.
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Aunque pude convivir poco tiempo con él, tengo gratas memorias de mi padre: paseos en bicicleta, salidas de pesca, baño en cataratas, el regalo de Navidad de 1975, el cachorrito de león, que llegó de sorpresa… Fueron solo siete años de convivencia hasta su sentida muerte, en 1977.
Crecer sin padre es sufrido, pero guardar buenos recuerdos es reconfortante.
Como me quedé huérfano muy temprano, tuve poco tiempo para demostrar mi cariño de hijo. Pero hoy, como padre de dos jovencitas, puedo decir con experiencia: es agradable recibir el cariño de los hijos. Sí, la mejor recompensa de paternidad es el trato amigable y afectuoso de nuestros niños y niñas.
Por eso, pensando en las relaciones familiares, propongo que ustedes hijos hagan algunas promesas a su padre. Aquí están las que yo haría a mi Joaquín, si él estuviera vivo.
Papá, yo prometo honrar tu nombre
En Éxodo 20:12 está escrito: “Honra a tu padre…” El mandamiento no dice “obedece a tu padre”, sino “honra a tu padre”. ¿Cuál es la diferencia entre obedecer y honrar? Obedecer significa estar de acuerdo en hacer algo, estar de acuerdo en ser conducido, sin necesariamente respetar o tener estima por el padre. Un hijo puede obedecer a su padre sin tenerlo en alta consideración. Obedece por miedo, por presión, por obligación.
Honrar tiene un significado mucho más amplio: valorizar, considerar con altura, tener en gran estima, respetar. El mandamiento afirma: “honra” y no dice “obedece”, porque los hijos hasta pueden obedecer sin honrar, pero jamás pueden honrar sin obedecer.
Honrar a nuestro padre significa querer su bien, querer que se sienta bien, y actuar para que se sienta bien. Honrar a nuestro padre significa escuchar sus consejos. Honrar a nuestro padre significa hablar bien de él; significa buscar maneras de mostrarle aprecio, respeto, admiración: ya sea mediante un mensaje de WhatsApp, un e-mail, una tarjeta, un regalito, una llamada telefónica, un abrazo, un beso, una declaración de amor.
Hijos e hijas: ¡honren a su padre!
Papá, yo prometo respetar tus llamadas de atención
El apóstol Pablo escribió en Efesios 6:4: “Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”. En este versículo, Pablo presenta las responsabilidades de los padres hacia los hijos. Pero, indirectamente, él también concientiza a los hijos sobre lo que deben esperar de los padres, avisándoles que no pueden esperar de los padres una actitud displicente, irresponsable. Nada de eso. Los hijos deben esperar de los padres disciplina y amonestación del Señor.
Por su naturaleza más firme, y su voz más potente, el padre representa la justicia, la disciplina y los límites dentro de un hogar. De él se espera el establecer reglas, y también velar que se cumplan; se espera el discurso de “esto puedes y esto no puedes”. Y el padre lo hace por una razón: seguridad y felicidad de los hijos.
¿Y cómo deberían reaccionar los hijos a las reglas y exigencias coherentes y justas del padre? Con profundo respeto. ¿Y cómo deberían reaccionar los hijos a las llamadas de atención cuando no obedecen esas reglas y exigencias? Con profundo respeto. Al final, la obediencia a límites seguros y la sumisión a los “mandamientos” de un padre que teme a Dios harán de los hijos e hijas ciudadanos conscientes y de bien.
Hijos e hijas, ¡respeten las llamadas de atención de su padre!
Papá, yo prometo ser responsable
El sabio escribió: ¡Oíd, hijos, la enseñanza de un padre, y estad atentos, para que conozcáis cordura” (Proverbios 4:1). Cuando Salomón dice “oíd” y “estad atentos”, está hablando de responsabilidad ante las instrucciones de un padre sabio, temeroso de Dios. Y, ¿cuál es el resultado? El hijo responsable ganará cordura; o sea, ganará equilibrio, sensatez, conocimiento, sabiduría. Así, cuando los hijos actúan con responsabilidad ante las enseñanzas del padre, serán los mayores beneficiados.
Hay muchos hijos e hijas que ante las buenas enseñanzas del padre, reaccionan con desprecio, burlas y se rebelan. Y piensan que de esa forma lastiman el corazón del hombre que los cuida. Sí, ellos pueden herir su corazón, pero los mayores perdedores son ellos mismos, hijos e hijas, pues su insensatez los priva de ganar una vida vivida con responsabilidad.
Hijos e hijas, ¡sean responsables con su padre!
Papá, yo prometo causarte alegrías
Salomón escribió: “El hijo sabio alegra al padre” (Proverbios 10:1). El padre se siente feliz cuando sus hijos obtienen buenas notas en la escuela, cuando consiguen un buen empleo, cuando superan sus desafíos o cuando ganan una medalla en el campeonato del colegio. Pero ninguna alegría supera la felicidad que el padre siente cuando ve a sus hijos actuando con sabiduría y sensatez en las pequeñas y grandes actividades y ocupaciones de la vida. Al final, si el hijo es sabio, tendrá todo lo mejor en la vida; y aun ante circunstancias adversas, tendrá condiciones plenas de superación.
Hijo sabio es el que:
- Respeta a las personas.
- Es honrado en los negocios
- Encara los estudios con responsabilidad
- Crece en madurez
- Es amigo de Dios
Hijos e hijas, ¡alegren a su padre viviendo de manera sabia!
Papá, yo prometo dedicarte tiempo
Cuando los hijos e hijas son pequeños, quieren estar todo el tiempo con los padres. Pero algunos, cuando crecen, se hacen adultos y salen de la casa, se olvidan de ellos. En casos extremos, hasta pierden el contacto con el padre: no llaman, no escriben, no aparecen.
La mejor manera de mostrar que su padre es importante es dedicándole tiempo de calidad, y, si es posible, en cantidad. El doctor Armand Nicholi, profesor clínico de psiquiatría en la Harvard Medical Schooly en Massachusetts General Hospital, afirma que “el tiempo es como el oxígeno: hay una cantidad mínima necesaria para la supervivencia. Y se necesita tanto cantidad como calidad para desarrollar relaciones cariñosas y afectivas”.1
Por eso demuestra cariño y afectividad. ¿Qué tal si le llamas ahora a tu padre y le dedicas un poquito de tiempo?
Papá, yo prometo cuidarte
Escribiendo al joven Timoteo, el apóstol Pablo dice: “porque si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo” (1 Timoteo 5:8).
Los padres, antes fuertes, saludables e independientes, un día se harán frágiles, enfermizos y dependientes. Los que antes sostenían las manos de los hijos, un día necesitarán que estos les sostengan sus manos. ¿Y qué deben hacer los hijos? Cuidar de ellos. Hacer sacrificios por ellos. Al final, la historia podrá repetirse: los hijos que hoy cuidan del padre, mañana serán cuidados por sus propios hijos. Obviamente, el cuidado del padre no debe practicarse por mero interés, sino porque el cuidado de la familia es un deber de todo hijo e hija de Dios.
El mejor regalo que puedes darle a este hombre de tu vida es hacer o renovar estas seis promesas:
- Papá, yo prometo honrarte.
- Papá, yo prometo respetar tus llamadas de atención.
- Papá, yo prometo ser responsable.
- Papá, yo prometo darte mucha alegría
- Papá, yo prometo dedicarte tiempo
- Papá, yo prometo cuidarte.
Estas promesas de honra, respeto, responsabilidad, alegría, tiempo y cuidado constituyen una clara evidencia de que los hijos e hijas son sabios, y que están preparados para convivir por la eternidad con el Padre celestial.
Referencias
[1] Citado en John Maxwell. O Sucesso de Amanhã Começa Hoje, p. 126.