En remota isla japonesa pescador acepta verdades bíblicas
No tenía ningún cigarro para él, pero tenía un folleto adventista, relata misionero en isla japonesa.
Maryland, Estados Unidos...[ASN] Adventist Mission es un ministerio de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en el mundo que cuenta testimonios de vidas trasformadas por Cristo. A continuación, presentamos un testimonio que llega de la isla remota de Tsushima, en Japón, contada por una familia de misioneros adventistas que radican en la región.
Mi corazón saltó de gozo cuando vi a Kojima Sadayuki, un pescador de 48 años, que entregó su vida a Jesús a través del bautismo en un hermoso valle en la remota isla japonesa de Tsushima.
Sadayuki, un pescador desde los 15 años, había sido pescado por Jesús.
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Conocí a Sadayuki por primera vez cuando me pidió un cigarro en el parqueo de un supermercado en Tsushima, una isla de 30,000 personas localizada entre Japón y Corea del Sur. Mi esposa y yo fuimos los únicos adventistas en la isla cuando llegamos el 2012 a trabajar como pioneros de Misión Global, misioneros que entran a áreas que no han sido alcanzadas por el evangelio.
Sadayuki golpeó la ventana de mi carro sorprendiendo a mis dos pequeñas hijas y a mí mientras esperábamos que mi esposa retornase con las compras.
“¿Podrías darme un cigarro?”, preguntó.
Inmediatamente le respondí: “Lo siento. No tengo ningún cigarro”.
Esa es mi respuesta estándar a tales pedidos. Pero entonces me sentí impresionado a hacer algo más. El extraño nos miró triste y desesperanzado. Mientras él se alejaba, les dije a mis hijas que deberíamos orar por él. Después de la oración, pensé en darle al hombre un folleto adventista. Pero no tenía ningún folleto en el carro después de haberlos repartido. Entonces oré otra vez para que Dios haga algo.
Un folleto viejo
Cuando abrí mis ojos, vi uno solo en el piso del carro al lado del asiento del pasajero. Estaba maltratado después de haber estado debajo de los pequeños pies de mi hija. Pero las palabras se mantenían legibles, y no tenía nada más que compartir. Así que agarré las manos de mis dos hijas, y corrimos detrás del hombre. Mis hijas apenas podían estar conmigo y terminaron como “volando en el aire” detrás de mí, mientras yo las jalaba.
Finalmente, alcanzamos al hombre. Antes de hablar, un versículo de la Biblia vino a mi mente. Eran las palabras del apóstol Pedro, cuando él le dijo al mendigo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda”. (Hechos 3:6)
Le dije al hombre: “Lo siento, no tengo un cigarro para darte, pero esto tengo”.
Me pregunté si el hombre aceptaría el folleto maltratado. Él lo tomó sin vacilar y lo leyó estando parado allí. Después de unos minutos, agradeció mucho. “Te digo la verdad”, dijo: “Estaba preparándome para visitar una iglesia cercana y para preguntar qué esperanza queda en la vida. Pero viniste a mí antes de que yo vaya allá”.
Una cita divina
Cuando escuché esto, fui impactado. Sentí como si nuestro encuentro hubiese sido divino. Invité al hombre a estudiar la Biblia conmigo cada día y le pregunté si necesitaba comer algo. Podríamos darle comida todos los días, también. El hombre se presentó como Kojima Sadayuki y felizmente aceptó venir a casa para los estudios bíblicos.
Sadayuki apareció al siguiente día y estudiamos la Biblia juntos por tres meses. Supe que Sadayuki había luchado con la depresión y el alcoholismo. Él trató de suicidarse dos veces por sobredosis de pastillas, pero los doctores habían salvado su vida milagrosamente ambas veces. Le dije que Dios nunca le permitiría morir sin antes conocer del amor de Jesús.
Sadayuki fue bautizado el 8 el agosto de 2015- llegó a ser el segundo de tres personas que aceptaron a Jesús a través del bautismo desde que mi familia se mudó a la isla. Él no había bebido alcohol por más de dos años. Su sueño es abrir un programa de alcohólicos anónimos que ayude a otras personas que están sufriendo con el alcoholismo en Tsushima.
Algunos veces, mi esposa y yo somos tentados a sentirnos desanimados por las grandes dificultades que enfrentamos al compartir el evangelio entre una población que sigue la tradición budista y sintoísta. Sin embargo, la historia de Sadayuki nos recuerda que los caminos de Dios no son nuestros caminos y que él puede dirigirnos a las personas que están buscando la verdad. [Equipo Adventist Review, Kurihara Kimiyoshi]