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Biblia

El desafío materialista

Buscar a Dios todos los días debe ser el objetivo de cada persona.


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¿Qué prioridades el hombre ha colocado delante de sí? (Foto: Shutterstock)

En este artículo y en el próximo me propongo analizar interrogantes acerca de nuestro mundo frente a lo que es el Reino de Dios. Acompáñeme en esta serie especial sobre el impacto de lo material en nuestras vidas.

Debemos rendirle culto a Dios. Es una necesidad diaria del hombre. No se trata de ir a Dios solo los días de culto. Hacerlo así es cerrar las ventanas del alma para lo que realmente importa en términos diarios y permitir solamente que un reflejo de luz llegue a su vida los días raros de culto. Y todos sabemos que no todos los días en que estamos en el culto somos realmente alimentados o tenemos una experiencia significativa. A veces llegamos allí tan llenos de las cosas de afuera que, aunque estemos allí dentro nos encontramos impermeables, saturados de las obras de cada día y no dejamos que nos toque la influencia buena y transformadora.

Llegamos tan “torcidos” de nuestro camino que no vamos allá para adorar a Dios, sino para consumir culto. Nos volvemos críticos-consumidores del pastor, del predicador, del cantor, del “tipo” de los anuncios, de la reverencia, de la falda de la hermana, etc., porque no fuimos allí realmente para rendir nuestro culto y nuestra adoración al Señor de señores. Pero como señores estamos allí para ser servidos por la fe.

Mientras nuestros días estén llenos de “pan” y vacíos “de toda palabra que sale de la boca de Dios”, estaremos confinados a tener solo lo que es material (pan), mientras desfallecemos de hambre de lo que realmente importa (Dios). A veces nos preguntamos por qué estamos tan lejos de Dios o por qué nos sentimos tan débiles espiritualmente. La respuesta estará en nuestra vida diaria desprovista de Dios y cargada de otras prioridades. La verdad es que dejamos los cultos familiares a un lado en nombre de un ritmo de vida contemporáneo que atropelló ese hábito saludable. Y los cultos devocionales personales, ¿están? Fueron exterminados de la vida diaria.

Acostumbrados a una infinidad creciente de información, esta generación no tiene paciencia para videos largos y sin diversión. Apasionados por el entretenimiento, no dejan espacio para nada más. Además, como recientemente un amigo colocó en las redes sociales, “No es que no tengamos tiempo para estudiar la Biblia o leer buenos libros, es que en el tiempo libre que tenemos optamos por lo que nos da el placer efímero que queremos ese día. Entonces el ciclo se repite hasta el epitafio. Y vivimos una vida vacía de significado. Morimos por lo transitorio”. Cuando no estamos aprisionados en el ciclo material, salimos en su búsqueda para aliviarnos.

Prioridades

Es por eso que aunque haya una cantidad enorme de sermones en Internet, ¿quién los escucha? La aversión por lo que es largo se hace un hábito adquirido y una barrera para esta generación. La incapacidad cognitiva de concentrarse en lo que no es gracioso o entretenido por más de cinco minutos se desvaneció. Aun teniendo acceso a tantos cultos, queda la pregunta: ¿conviene seleccionar del muestrario  digital siempre los sermones que me interesan o esperar en un culto presencial que Dios me diga lo que le interesa? Nada contra sermones digitales, siempre los veo, pero cabe la pregunta para que no nos olvidemos que no somos consumidores de la fe (comedores del pan que queremos), sino oyentes “de TODA palabra que sale de la boca de Dios”.

En mi vida de pastor noté la carencia de alimentarme del Pan del Cielo. Yo, que alimento a tantos, puedo languidecer y morir de hambre si no le rindo un culto diario al Altísimo. Si dejo que mi obra pastoral me consuma diariamente por encima de lo que puedo recibir de Dios, mi falencia espiritual será la misma de todos los que se olvidan de buscar “en primer lugar el reino de Dios y su justicia” (Mat. 6:33).

Necesitamos buscar a Dios todos los días. Él es el “Pan de vida” (Juan 6). Menciono aquí mi propia experiencia, porque estoy tan comprometido con las cosas de Dios, que fácilmente me puedo encontrar haciendo la obra de Dios sin el Dios de la obra. Por eso, escribo este texto para decirle que es una ilusión creer que si somos religiosos de profesión tendremos el privilegio de trabajar para Dios todo el tiempo. Eso no sucede. El trabajo de Dios se diferencia de una relación con él. Una cosa no es sinónimo perfecto de la otra. La relación con Dios es individual, prioritaria y aun así un desafío para todos nosotros, desde el profeta al más sencillo trabajador del campo, desde el presidente al jardinero, del profesor al alumno, en todas las esferas tenemos el desafío de romper con lo material que está delante de nuestros ojos y enfocarnos en lo que no podemos ver pero que puede alimentar nuestra alma para la eternidad.

Cuando Jesús se coloca en el lugar del pan, nos está presentando un sustituto a lo obvio. Tan real como no podemos vivir sin el alimento, nadie puede vivir sin el “Pan de Vida”. Cristo nos está recordando que el pan material no puede hacer que escapemos de lo peor: “No como vuestros padres que comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente” (Juan 6:58). Jesús hace un contraste muy interesante aquí. El maná fue un pan material que descendió del cielo, sin embargo, no era capaz de dar vida eterna, como Cristo. Él es el pan verdadero del cielo, que fue materializado en la Tierra como hombre para darnos más que cualquier otra cosa material nos puede dar: la vida eterna.

Escribo este texto para invitarlo a dar una mirada a la vida cotidiana desde otra perspectiva. Observe más allá de los muros, de las paredes, de las construcciones, de la tecnología, de los sentimientos efímeros. Observe más allá del sabor de la comida más sabrosa, de la risa del video más gracioso; observe algo que vale mucho más y está a nuestro alcance. Pero observe todos los días. Y que él sea el primero, el “Pan de cada día”. Ese es el principal desafío y la mayor victoria cotidiana. Primero Cristo, todo el día.

Diego Barreto

Diego Barreto

El Reino

Vivir ya el Reino de Dios mientras él todavía no volvió. Una mirada cristiana al mundo contemporáneo.

Teólogo, es coautor del BibleCast, un podcast sobre teología para jóvenes, y productor de aplicaciones cristianas para dispositivos móviles. Hoy es pastor en los Estados Unidos.