¿Vamos a hablar sobre relaciones?
Dios no juzga bajo una perspectiva humana. Él ve más allá de las apariencias, el potencial de un corazón sincero.
Fuimos creados para relacionarnos. Dios hizo al hombre y vio que no era bueno que estuviese solo. Dios mismo se interesó desde el principio de nuestra existencia en relacionarse con nosotros. Las relaciones son dinámicas y modeladas por el tiempo y la cultura. Las formas de relacionarnos pueden variar y variaron a lo largo de la historia. Lo que continúa igual es el hecho de que, tanto en el pasado como hoy, ¡las relaciones son importantes!
Durante la maestría tuve la oportunidad de profundizar el estudio del impacto psicológico de una enfermedad dermatológica (el vitíligo) en la vida de sus portadores. Al analizar los relatos de los participantes de mi investigación identifiqué que el área de sus vidas más afectada por la enfermedad era la social y el sufrimiento que eso les generaba era tremendo. Algunos de los participantes ya habían tenido pensamientos suicidas, otros vivían en un esquema de comportamientos esquivos debido a la forma como eran vistos y tratados por las personas.
Relacionarse con otras personas, pertenecer a un grupo, ser amado y querido es algo que deseamos. Y cuando alguna cosa afecta nuestras relaciones, nuestra vida social, se genera dolor emocional y a veces dolor físico también.
Como cité al principio de este texto, la forma como nos relacionamos está influenciada por la época en que vivimos. Hubo un tiempo en que para estar con los amigos las personas tenían que salir de su casa, andar un trayecto a pie o a caballo, hasta llegar a la casa de aquel con quien deseaban conversar. Con el avance de la tecnología llegó un tiempo en que el teléfono acortó las distancias. Muchas parejas de novios (gente que está viva, lo que demuestra que no hace tanto tiempo) se comunicaban por medio de cartas, cuando no podían estar cerca. El hecho es que a lo largo de los siglos encontramos diferentes medios de relacionarse, y esos medios afectaron nuestras relaciones de muchas maneras.
Llegamos entonces a la era de las redes sociales online. Podemos estar solos en casa y al mismo tiempo estar con la “casa llena”, simplemente realizando una comunicación por FaceTime u otro tipo de dispositivo para hablar con la familia que vive en otro estado o país. Despertamos y dormimos comunicándonos con gente conocida y desconocida que entra en contacto con nosotros por medio de esas redes. Curiosamente, cuando nos encontramos personalmente parece que preferimos continuar la relación virtual. Ya vimos cuán común es que en mesas de restaurantes, bares y hasta en el hogar, las personas están juntas físicamente mientras están distantes por estar cada una en un universo social diferente a través de Internet. También hay quienes están a la distancia de una habitación en la casa, y prefieren hablarse vía WhatsApp hasta incluso para mandarse besos. (Algunos tal vez ni recuerdan qué bueno es besar a alguien en la realidad).
Además de la tecnología, nuestra visión sobre el ser humano, el placer y las relaciones llegó a un nivel tan enfermizo en nuestra sociedad que la superficialidad de las relaciones se transformó en algo generalizado. Los cónyuges ya no están dispuestos a lidiar con las diferencias y los defectos y con pocas semanas de casados se divorcian. Los adolescentes poseen centenares y hasta miles de amigos en sus redes sociales, pero se sienten como si no tuvieran a nadie con quien realmente contar. Miles de personas comparten su intimidad con desconocidos, publican las fotos y detalles de su vida diaria en Internet, pero tienen dificultades para desarrollar una intimidad con cualquier persona fuera del ambiente virtual. Algunos post son verdaderos pedidos del tipo “por favor, quiero que alguien me mire y me ame como un ser humano y no como un contacto más” disfrazados de fotos y frases de efecto. Tal vez seamos la generación que más se comunica diariamente y al mismo tiempo la generación más solitaria debido a tantas relaciones vacías. Esta es la realidad que encuentro en los e-mails de personas que piden consejos y ayuda profesional o durante sesiones de orientación psicológica.
Tengo la seguridad de que este nunca fue el plan de Dios. Dios nos creó para que nos relacionemos y él mismo busca tener una relación con nosotros. Una relación íntima, de confianza, de amor, de intimidad. No sabemos cómo estarán las relaciones humanas en la próxima década, pero podemos aprender con nuestro Creador a relacionarnos de verdad, de manera profunda, con el amor que él nos ordena que tengamos los unos por los otros.