“Entre tanto que éste hablaba, vino otro que dijo: Tus hijos y tus hijas estaban comiendo y bebiendo vino en casa de su hermano el primogénito; y un gran viento vino del lado del desierto y azotó las cuatro esquinas de la casa, la cual cayó sobre los jóvenes, y murieron; y solamente escapé yo para darte la noticia” (Job 1:18, 19).

El vuelo 193 de Tara Air, en Nepal, llegó a su fin solo ocho minutos después de su despegue. La aeronave se cayó con 23 personas a bordo. Fue el 24 de febrero de 2016. No hubo sobrevivientes.

El vuelo 981 de Flydubai, en Rusia, se estrelló al hacer la maniobra de aterrizaje en el aeropuerto de Rostov del Don. El avión transportaba 62 pasajeros. Fue el 19 de marzo de 2016. No hubo sobrevivientes.

El vuelo 804 de EgyptAir cubría la ruta París-El Cairo y desapareció de los radares el 19 de mayo de 2016 mientras volaba sobre el mar Mediterráneo. Viajaban 66 personas. No hubo sobrevivientes.

El vuelo 661 de Pakistan International Airlines partió desde el Aeropuerto de Chitral con 42 pasajeros. Se estrelló el 7 de diciembre de 2016 cerca de la localidad de Havelian. No hubo supervivientes.

Pero, sin duda, el accidente aéreo que más nos conmueve como sudamericanos es el del vuelo 2933 de LaMia, que partió desde el Aeropuerto Internacional ViruViru (Bolivia) hacia Medellín con 68 pasajeros y 9 miembros de tripulación. Se estrelló la noche del 28 de noviembre de 2016. Allí volaba el  equipo de fútbol brasileño Chapecoense, que se disponía para jugar la final de la Copa Sudamericana frente a Atlético Nacional. Seis personas sobrevivieron al accidente, pero el dolor inundó todo el continente. Las manifestaciones de afecto por los jugadores traspasaron las rivalidades deportivas.

"Hay que sacar fuerzas para vivir... es muy difícil y me estoy apoyando mucho en las hermanas de Filipe... pero no puedo entender como él ya no está más”, declaró Óscar Machado, padre del defensor de Filipe Machado. “No hay forma de entender a una madre que tiene que enterrar a su hijo”, dijo a la prensa la madre de Danilo, arquero del equipo. Este mundo es un mundo inexplicable.

La lista de catástrofes aéreas sigue. Esta columna sería casi interminable si habláramos de las inundaciones, los terremotos, los atentados y los desastres naturales de 2016. Todo, mientras aún nos llega el aroma a fuego, sangre y pólvora desde Alepo, matizado con las desgarradoras palabras que Bana Alabed, una niña siria de siete años, escribe desde su cuenta de Twitter. Esta guerra civil se ha cobrado desde 2011 medio millón de vidas, más de un millón de heridos y diez millones de desplazados.

Por estas y otras razones, el científico británico Stephen Hawking llamó días atrás a la humanidad a trabajar en conjunto para afrontar los retos globales en materia social y ecológica. Según él, “estamos en el momento más peligroso de este mundo”.

Job 1:13-19 resumen nuestra situación. Una serie de noticias desafortunadas sacudió la tranquila y próspera vida de Job. Cuatro mensajeros se sucedieron sin solución de continuidad anunciando una tragedia cada vez más pronunciada. Primero murieron sus bueyes y asnas, luego sus criados, más tarde sus ovejas y pastores y, finalmente, sus hijos. Los mensajeros siempre terminan con la misma frase: “Solo yo escapé para darte la noticia”.

Job 1:13-19 bien puede resumir un 2016 salpicado de tragedias, pero, como en la historia del patriarca, nos queda la esperanza. Con las manos alzadas al cielo, una sonrisa en los labios y una sensación de paz inigualable en la mente podemos decir con él:

“Yo sé que mi Redentor vive” (Job 19:25).

“Ciertamente yo buscaría a Dios, y encomendaría a él mi causa; el cual hace cosas grandes e inescrutables, y maravillas sin número” (Job 5:8, 9).

“De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven” (Job 42:5).

Confía en Dios. Aférrate a sus promesas. Búscalo y entrégale tus cargas. Él quiere hacer un milagro en tu vida. Conócelo cada día. Descubre su inmenso amor. Y, sin duda, tendrás un 2017 feliz.