Estábamos viajando en avión desde San Pablo a Brasilia con mi esposo, para participar de un evento web. Ya habíamos recorrido la mayor parte del trayecto y el piloto anunció por el parlante, que nos preparáramos para el descenso. En ese momento, al mirar por la fila de asientos hacia adelante, alcancé a ver una pareja de novios muy “efusivos” y “felices”, realizando demostraciones de cariño en público como cualquier pareja normal lo hace… Abrazos, besos y caricias en el rostro, iban y venían mientras miraban por la ventana del avión la aproximación a tierra. Hasta ese momento no tenía nada de raro la situación, hasta que me di cuenta de que eran dos muchachos los enamorados y que sin ningún tipo de recato, expresaban sus sentimientos el uno por el otro frente a los demás. Se podía ver en uno de ellos la sumisión para con el otro, lo que me llevó a pensar que él estaba ocupando el rol de mujer dentro de aquella pareja. Para mi sorpresa, más tarde me di cuenta de que estaban hospedados en nuestro hotel… Fue incómodo verlos comportarse toda la semana como si fuesen marido y mujer.

En lo que se refiere a género: hombre, mujer, masculino, femenino, parece que nuestra sociedad está perdiendo los parámetros.

La igualdad en cuestión de roles y funciones ha permitido que pasemos desde una sociedad totalmente machista, a otra bajo la exageración del feminismo, para luego dar lugar a una donde todo quedó bajo la neblina ambigua y confusa de la relatividad, en la cual ya no se sabe qué es lo correcto en cuestiones de moral. Todo se rige por los gustos, los deseos y las pasiones del corazón, cuando Dios ya nos lo había advertido al decir en Jeremías 17:9 ^“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”.

¿Cómo es que hemos llegado a este punto? ¿Cómo es que los hechos, opiniones y fundamentos de nuestra vida ya no respetan los principios divinos que se pusieron en marcha en ocasión de nuestra creación? “Hombre y mujer los creó”, dice Génesis 1:27.

¿Por qué hay confusión en el razonamiento humano sobre qué papel ocupar dentro del ámbito familiar, escolar, de trabajo, en la iglesia y en la sociedad? Hoy todo es relativo y parecería que ya no tenemos parámetros para medir lo que está bien y lo que está mal, porque las leyes sociales no son claras y generalmente están a favor de aprobar lo que conviene y no lo que es correcto (ventaja que tenemos los que conocemos la Palabra de Dios)

No nos rodean buenos ejemplos a quienes imitar, tomando en cuenta que el papel de la mujer en el hogar es determinante en el rumbo que tomarán los hijos en el futuro ¡Y este modelo tristemente está desapareciendo!!!

Dios dejó indicaciones muy claras de cómo deberíamos comportarnos como mujeres en todos los ámbitos de nuestra vida…

Pero entonces, ¿cómo contribuir como una mujer cristiana para lograr una sociedad que se desarrolle bajo los parámetros divinos?

Creo que la madre del rey Lemuel fue inspirada por Dios para aconsejar a su hijo sobre la clase de mujer que debería escoger para casarse y formar una familia… (Proverbios 31).

Esa es la mujer que debemos aspirar a ser, no solo para tener un hogar feliz, sino para que nuestra sociedad vuelva a tener modelos a los cuales imitar.

Las características de esta maravillosa mujer son:

-Teme a Dios

-Es valiosa para su esposo y sus hijos

-Es de confianza

-Es una mujer proactiva

-Se levanta temprano

-Hace todo para glorificar a Dios

-Corre detrás de sus sueños

-Es una mujer presente en las rutinas del hogar

-Administra bien su tiempo

- Se anticipa a los acontecimientos (prevenida)

-Cultiva su apariencia personal y su salud

-Perfecciona su lenguaje y su intelecto

-Apoya a su esposo para que sea un hombre de influencia

-Persigue la excelencia

 

Dios colocó en ti la esencia de esta bella mujer, solo debes buscar con su ayuda, “ser la mejor versión de ti mismo” (John Ortberg).