Un matrimonio construyó una clínica acuática para iniciar obra médico-misionera
Comprender la historia de vida del matrimonio Halliwell significa conocer pioneros que dejaron en sus pisadas un ejemplo vívido de amor y abnegación”.
Brasilia, DF… [ASN] El matrimonio Leo Blair Halliwell y su esposa Jessie Rowley, misioneros americanos, iniciaron la obra médica en el Norte de Brasil. Él pastor e ingeniero, y Jessie, enfermera graduada en los Estados Unidos. En 1921, recibieron un llamado para trabajar en Brasil y aceptaron servir en la Tierra Tupiniquim, donde trabajaron por 38 años.
Para Olga Streithorst, autora de un libro sobre ese misionero, comprender la historia de vida de Leo “significa conocer a un pionero que dejó en sus pisadas un ejemplo vívido de amor y abnegación, características sobresalientes de su personalidad”.
Después de llegar a Brasil, el matrimonio dedicó siete años a trabajar en el estado de Bahía, y en seguida fueron al norte, donde había solo tres miembros de la Iglesia Adventista en la inmensa área alrededor de Belém. En esa época, los administradores de la División Sudamericana decidieron iniciar con urgencia una actividad intensa médico-misionera a lo largo del Río Amazonas y sus afluentes.
En 1927, la institución organizó la Misión Bajo Amazonas, región administrativa constituida por los estados de Pará, Amazonas, Ceará, Maranhão, Piauí, y los territorios Acre, Amapá, Rio Branco y Rondônia. La sede de la misión se fijó en Belém. Al principio solo dos colportores fueron a trabajar en esa área.
Pero en 1928, Leo Halliwell, quien ejercía la función de presidente dela Misión Bahía-Sergipe, recibió un llamado y fue trasladado a Belén como presidente de la Misión. Aceptó la invitación consciente de que esa decisión demandaría drásticos cambios en su vida. Desde ese momento en adelante, el misionero se transformó en un pionero adventista en ese laberinto, una mezcla de selva y agua.
Él y su esposa recorrieron los ríos e igarapés [pequeños canales] de Pará y Amazonas, y aprovechaban para compartir el amor de Dios al ayudar con tratamientos sencillos a los habitantes ribereños. Cierto día, en un viaje en barco por el río Amazonas, Leo se sintió afligido por la pobreza y las enfermedades de los pueblos de la región. Impresionado, hizo un llamado para conseguir una lancha, con el propósito de alcanzar a los dos millones de habitantes a lo largo de los 40 mil millas de ríos navegables que forman la cuenca Amazónica. Las Sociedades MV de Norteamérica y Sudamérica donaron los fondos necesarios.
Halliwell aprovechó una licencia para hacer un curso sobre enfermedades tropicales en 1930. Al regresar a Brasil hizo el proyecto de un barco, y él mismo salió por la selva del Amazonas para construir la estructura de la embarcación. Instaló el motor y los cables y comenzó a pilotear su clínica acuática por 30 años, la “Luzeiro I”.
Además, según Olga, en el libro Leo Halliwell en el Amazonas (1979) el matrimonio recorrió el Amazonas y sus afluentes, con un promedio de 14 mil km por año y trataron más de 250 mil personas infectadas de malaria, ancilostomosis, framboésia, varicela y una cantidad de otras enfermedades tropicales. En un primer momento, compraban remedios con los escasos recursos de la Misión, pero, los años siguientes lo proveyeron médicos americanos, casas farmacéuticas y hasta el gobierno brasileño. Después de tratar a los enfermos, el matrimonio juntaba a las multitudes para presentarles las enseñanzas de Jesucristo.
El matrimonio Halliwell hizo un gran servicio al alertar al gobierno brasileño de que los pueblos eran más importantes que los recursos naturales de una nación, y a comprender que el estado de salud de la población podría incidir sobre la futura prosperidad del país.
En el libro Portadores de luz, escrito por Richard Schwarz y Floyd Greenleaf, se menciona que en 1958, el matrimonio recibió un homenaje con la condecoración nacional Cruzeiro do Sul, que fue otorgada por el presidente Juscelino Kubitschek. Una medalla que se concede exclusivamente a extranjeros que prestaron beneficios relevantes al pueblo brasileño. Jessie fue la primera mujer de la historia brasileña en recibir ese homenaje.
Fundación del Hospital Adventista de Belém
A pesar de no contar con recursos suficientes, en 1942, Halliwell realizó un sueño y abrió una pequeña clínica en Belém llamada El Buen Samaritano, con solo un médico brasileño. En 15 años, el lugar se transformó en un hospital equipado con 40 camas, y más tarde se transformó en el conocido y renombrado Hospital Adventista de Belém, que comenzó a recibir los pacientes que antes eran atendidos en lanchas y lugares improvisados en las márgenes de los ríos.
Hoy, el Hospital Adventista de Belém está considerado como uno de los mejor conceptuados de la ciudad. En él trabajan médicos y especialistas capacitados, cuenta con instalaciones modernas y equipos de última generación, además de ofrecer una atención humana de calidad. Entre las conquistas médicas a lo largo de la historia, se destaca la realización de la primera cirugía cardíaca de la región y es pionera en trasplantes cardíacos y renales en el norte de Brasil.
El pionero de esa obra, Leo Halliwell, a los 65 años aceptó un llamado para ir Río de Janeiro a fin de supervisar el trabajo de lanchas médicas adventista en América del Sur. Al completar 38 años de ministerio, Leo Halliwell volvió a su tierra natal. Falleció a los 74 años en California, Estados Unidos.
La enfermera Jessie Halliwell
La enfermería era el don de Jessie, y al prodigar el cuidado a los enfermos, con dedicación y cariño, aprovechaba a infundir ánimo y fe en Dios, tan necesarios para la recuperación de la salud. Alentó a muchos jóvenes a estudiar en los colegios adventistas para trabajar en la obra misionera. Cuando los alumnos no tenían dinero para pagar sus estudios, ella los ayudaba financieramente y recurría a su tierra natal para obtener recursos.
La misionera falleció en octubre de 1962, a los 58 años, y sobre la lápida de su tumba está grabada una pequeña lancha misionera con las palabras: “Ella cumplió su misión de amor”.
Los números que hablan
Olga Streithorst, en el libro sobre el pionero, afirma: Aunque la entonces Unión Norte Brasileña de la Iglesia Adventista siempre sufrió escasez de obreros, en la época de Halliwell había un equipo muy reducido. Al llegar al Amazonas, el número de miembros no era superior a diez. Pero después de tomar las riendas de ese campo con firmeza, el idealista y dinámico pionero pudo presentar un informe de 2.590 miembros bautizados, 20 iglesias organizada, 70 obreros (incluyendo colportores y profesores), 15 escuelas de iglesia, 19 profesores y cuatro lanchas médico-misioneras. [Equipo ASN, Silaine Bohry]