¿Qué hacer para contener la inhumanidad?
Casos de violaciones colectivas sucedidas recientemente en Río de Janeiro, Brasil, hacen reflexionar sobre el rumbo en el que vivimos a la
inhumanidad.
Según el principio bíblico y la tradición judío cristiana, el ser humano no es producto de la casualidad. Fue formado a imagen y semejanza de Dios, el Creador por excelencia. De acuerdo con esa premisa, podríamos llegar a un concepto de humanidad. Hay líneas de pensamiento que no están de acuerdo con esto, y yo las respeto.
Pero, siguiendo esa lógica bíblica (que es la cosmovisión que tengo y por la cual pauto mis artículos), el ser humano es diferente de otros seres vivos. En la teoría sí, pero en la práctica parece que a veces se hace menos semejante a un Creador sobrenatural y superior.
Recuerdo un episodio reciente, ocurrido en Brasil (divulgado esta semana), pero que llamó la atención en India y en otros países. La violación colectiva de una adolescente de 16 años en Rio de Janeiro. Atacada con violencia por al menos 30 hombres, la mayoría adolescentes y jóvenes. Una de las frases atribuida a la niña sintetiza el episodio: “no duele el útero pero sí el alma”. Esa es la expresión de la víctima a partir de la denominada barbarie, absurdo, fin de los tiempos, y sean cuales fueran los demás adjetivos que se quiera dar al crimen. Pero una palabra me vino a la mente inmediatamente: inhumanidad.
Reflexione por un momento sobre diferentes episodios ocurridos en el mundo, en relación a la forma como los seres humanos tratan al ambiente a su alrededor y evalúe: ¿Estamos más humanos o menos humanos? No estoy afirmando, sino preguntando. En vez de detenerme en la problemática, que es de conocimiento de todos, sugiero algunas reflexiones sobre soluciones para contener esa inhumanidad. Siempre desde el punto de vista bíblico:
- Más humanidad implica más acción de la divinidad: Parece contradictorio, pero no lo es. El ser humano, bíblicamente hablando, es más humano cuando permite una mayor intervención divina. La identidad humana (quien realmente somos en esencia) se establece a partir de la creencia en un Dios personal, y que por lo tanto actúa en la vida de las personas. Hay un texto muy interesante, registrado en el libro del profeta Isaías, capítulo 51 y versículos 12 y 13, donde se dice “Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor del hombre, que es mortal, y del hijo de hombre, que es como heno? Y ya te has olvidado de Jehová tu Hacedor, que extendió los cielos y fundó la tierra; y todo el día temiste continuamente del furor del que aflige, cuando se disponía para destruir. ¿Pero en dónde está el furor del que aflige?” (negrita agregada). Necesito verme como mortal que dependo de Dios, pero solo lo haré si considero a la divinidad como superior a mí y capaz de hacer en mí la transformación espiritual que necesito. Esto incluye la forma como me relaciono con los otros iguales a mí.
- Más humanidad significa saber que se educa para la vida. En la Biblia, hay una idea más amplia de educación que no contempla solo el conocimiento formal obtenido para un determinado oficio profesional. Los niños, adolescentes y jóvenes deben recibir enseñanza a partir de ese concepto, y comprender lo que significa la vida en sociedad, sus límites de convivencia entre seres humanos, el respeto propio, el respeto a la propiedad, el respeto al otro, el respeto a las diferencias. En el libro de Deuteronomio, Dios confirma varias normas y resalta claramente la ley moral (Diez Mandamientos) como la base de todo. Y le da el método de enseñanza al pueblo. En el capítulo 11 y los versículos 18 y 19 de ese libro el texto dice lo siguiente: “Por tanto, pondréis estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma, y las ataréis como señal en vuestra mano, y serán por frontales entre vuestros ojos. Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa, cuando andes por el camino, cuando te acuestes, y cuando te levantes” (negrita agregada). La educación exige el ejemplo y un contenido más amplio (principios de vida). ¿Qué aprenden los jóvenes hoy? ¿Aprenden por el ejemplo de los adultos? ¿Aprenden conceptos de ética y moral o solo una manera de ganar dinero en la vida? ¿Qué principios (inclusive espirituales) se les transmite, o nunca se les transmite y se espera que aprendan con la convivencia diaria en su realidad social?
- Más humanidad se logra con menos individualismo: La sociedad parece impulsarnos al individualismo. Aunque se propaga que la colaboración y cooperación son vitales para la sobrevivencia de las organizaciones y de los individuos que forman parte de ellas, en la práctica cada uno recibe la motivación de hacer lo que desea, lo que le place, lo que “tiene en su corazón”, lo que siente, etc. En la perspectiva bíblica, el individualismo es nocivo, porque elimina a Dios, elimina al otro y solo deja al individuo con su modo de ver, de percibir, de actuar. Y el producto real del individualismo son acciones individuales (y la idea es ser bien repetitivo con la expresión) donde poco o nada se piensa sobre los efectos en el otro. El otro, que la Biblia llama prójimo en muchos lugares, simplemente no ve respetados sus derechos, su pensamiento considerado y ni es tratado como hermano. El sentimiento de humanidad solo aumenta cuando se practican las palabras de Jesús, quien reforzó la idea del servicio en favor del otro. “Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Mas yo estoy entre vosotros como el que sirve” (Lucas 22:27). Servir no es algo natural; es algo sobrenatural. Por eso, es esencial la acción divina.
Lamentablemente lo que ocurrió con esa niña es lo que en realidad sucede en muchos lugares y circunstancias, y que ni llega al conocimiento público. Es la realidad de una sociedad cada vez menos humana, especialmente en el sentido bíblico, es más inhumana. Que insiste en dejar a Dios fuera de su vida personal, de su manera de ser, y en consecuencia, de su modo de ver y vivir su propia vida. ¡Es peligroso para el futuro!