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Crónicas de trabajo de Agencia Adventista en Ecuador serán publicadas

Foto periodista viajó hasta Ecuador para informar el día a día del trabajo de la Agencia en el territorio.


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Brasilia, Brasil...[ASN] El Equipo de Respuesta de Emergencia de la Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA- División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día), fue entrenado el 2014 para hacer frente de manera práctica y acertada a alguna catástrofe o mega desastre que pueda acontecer en cualquier área geográfica de Sudamérica. En este momento el equipo se encuentra en Ecuador. El objetivo es prestar ayuda humanitaria a los afectados por el terremoto del pasado viernes 16 de abril.

En el lado izquierdo de la imagen el pastor Paulo Lopes, director de ADRA Sudamérica y a su lado el foto-periodista Miguel Roth, de ADRA Argentina.

En el lado izquierdo de la imagen el pastor Paulo Lopes, director de ADRA Sudamérica y a su lado el foto-periodista Miguel Roth, de ADRA Argentina.

Este miércoles, 20, se sumó al equipo de respuesta de ADRA Sudamérica en terreno, el foto periodista, Miguel Roth, que actualmente labora en ADRA Argentina y que tendrá la responsabilidad de informar el día a día del trabajo de la Agencia en el territorio.

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A continuación la primera crónica de Roth. Los próximos reportes estarán disponibles en la página web de ADRA Ecuador.

Diario a la destrucción

Día 1: Las cifras oscuras

Por M20th (@MigueRoth)

La señorita —traje pulcro azul oscuro, labios pintados carmesí, manos vellosas— me pide el pasaporte y quiere saber si viajo como corresponsal; al confirmárselo, me mira y lo dice.

Ella será la primera.

Un señor tose sin taparse la boca, con confianza. Lee el diario —¿a la inversa?— de atrás hacia delante. Después de las páginas deportivas, se distrae con los titulares: los ve sin leer. Mira las fotos, hasta que nota mi interés disimulado por el pequeño recuadro sobre el terremoto, en una página par.

Él será el segundo.

Había puesto la mochila debajo del asiento delantero, por comodidad, y terminaba de acomodarme cuando la azafata se acerca y me comenta que una señora tiene claustrofobia: pregunta si le puedo ceder el asiento junto a la ventana. Sin problemas, cómo no.

La señora respira bufando —fosas nasales dilatadas, movimientos repetitivos para alisarse el pulóver bien planchado— nos relata que está nerviosa (el tono de voz alcanza dos filas a la redonda, por lo menos), que está nerviosa, repite, que disculpara, que es un poco claustrofóbica y que junto a la ventana no se siente tan atrapada, que disculpara otra vez, que va para Chile, ¿vos?

  • ¿por lo del terremoto?
  • Sí, señora. Para hacer una cobertura de la respuesta de una Agencia Humanitaria.
  • Mirá vos. Qué triste, ¿no?, bueno…

Entonces lo dice y es la tercera.

La vencida.

Aún no despegamos.

**

Pasan cosas raras con las cifras.

Están publicando que «las cantidades revelan tal cosa…»; «las estadísticas son esclarecedoras sobre…»; «los números muestran que…»

Y me pregunto si revelan, esclarecen y muestran algo, ¿qué queda en las sombras? ¿qué es lo que no vemos?

La cuantificación es, en la actualidad, más precisa que nunca antes. En la respuesta a emergencias ha sido una pieza fundamental para ayudar: aún se sigue perfeccionando, pero los métodos de relevamiento de información, la velocidad de testeo y la precisión de las mediciones de impacto, son los más efectivos de la historia. Eso es muy bueno: en la acción humanitaria es indispensable tener índices y datos correctos.

Es la difusión de los números lo que me preocupa.

Las cifras explican, pero también pueden enfriar la realidad. Pueden volverla abstracta. Pueden convertir hechos tan concretos como el sufrimiento ajeno en algo obtuso / difuso / confuso.

Inabarcable. Incomprensible.

Lo contrario a lo que se requiere al momento de ayudar.

Para hacer bien —el bien— es imprescindible entender; tener presente; comprender.

Las cifras oscuras. El olvido.

La señorita de azul oscuro citó la cantidad de muertos y heridos por el terremoto y pesó mi equipaje. La conmoción por el desastre duró hasta que apareció otra cifra en rojo: los kilos del bolso en la balanza.

Minutos después, el señor de la tos estertórea y el diario del lunes, se refirió al porcentaje de infraestructura destruida en Pedernales (el hipocentro del sismo) con una conclusión lapidatoria: «la sacaron barata».

Antes de partir, mi compañera de fila con claustrofobia se tranquilizó y remató: «…bueno, menos mal que no fueron tantos muertos, ¿no? Gracias a Dios».

¿Gracias a Dios?

**

Comienzo mi viaje a la destrucción. No sé con qué me voy a encontrar en Ecuador, voy a buscar-conocer-para-narrar. Pero discúlpeme: no lo contaré con cifras.

Vea algunas fotos de la primera crónica

Actualizaciones

El líder de la Agencia Adventista para el Desarrollo y Recursos Asistenciales (ADRA) Sudamérica, pastor Paulo Lopes, quien se encuentra coordinando la respuesta de la Agencia en Ecuador, escribió en su cuenta de Twitter que 20,000 personas, en el país afectado por el terremoto de 7,8, necesitan de abrigo, agua y comida. Además, dijo que a 570 ascendió el número de fallecidos.

En relación a ayuda financiera por parte de ADRA, 50 mil dólares americanos han sido designados para los afectados, en primera respuesta, "mientras apoyamos estamos movilizando recursos adicionales para los próximos días", informó Lopes. [Equipo ASN, la redacción]