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Centenario de la sede sudamericana adventista rescata pionerismo y desafíos en la región

Sede adventista completó un siglo de existencia con programa conmemorativo en el mes de la fundación.


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Brasilia, Brasil...[ASN] Vera Lúcia de Oliveira Dorl, hoy casada, con dos hijos y nietos, recuerda un tiempo cuando ella, con otros niños, pasaba las fiestas de Navidad en la parte superior de la entonces sede sudamericana de la Iglesia Adventista (División Sudamericana), ubicada en Montevideo, Uruguay. Pocas familias se reunían para intercambiar regalos y comer cookies. Ella, su madre y su hermano Lutero fueron algunos de los homenajeados este sábado 13, cuando los líderes adventistas del continente participaron de un programa para celebrar el centenario de la División, fundada el 6 de febrero de 1916, en Argentina. Vera es hija del pastor Enoch de Oliveira, el primer brasileño en presidir la División desde su inicio (1975-1980).

Fue un programa que rescató la memoria adventista y que inclusive impresionó. Uno de los miembros más nuevos de la denominación, el joven Bezayne Gabriel, de 19 años, fue bautizado al terminar el sermón de la mañana, por el pastor Luis Gonçalves, y dijo que recibió la influencia de la educación adventista para tomar la decisión, a pesar de la oposición de su propia familia.

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Vera recuerda que los tiempos eran de mayor simplicidad en la entonces “pobre y bien familiar” sede de la iglesia en aquellos tiempos. Las reuniones administrativas bienales recibían delegados de otros países que no se alojaban en hoteles. Eran acomodados, sin embargo, en las casas de los propios anfitriones. Quienes preparaban toda la comida para los líderes eran las propias esposas de los pastores que los recibían en la sede. “A la hora del almuerzo, nos pedían a los hijos que interrumpiéramos la reunión y avisáramos que el suflé estaba listo”, se divierte recordando la hija de Enoch de Oliveira.

 Aires de guerra

Se engaña quien piensa que los mayores desafíos misioneros fueron en esos tiempos. En el año en que la División Sudamericana fue inaugurada, el planeta, y principalmente Europa, respiraba los aires de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Fue muy importante la postura de diálogo emprendida por los primeros líderes para que la Iglesia actuara con simpatía hacia todos los gobiernos. El historiador Elder Hosokawa, con una maestría en Historia Social, afirma que “la Iglesia siempre buscó un diálogo amistoso con los gobiernos de diferentes matices, con la libertad de prensa. Delegaciones de pastores y miembros influyentes visitaron autoridades para presentar las creencias, el trabajo social y el apoyo a las iniciativas gubernamentales en conformidad con el evangelio”.

En aquellos tiempos, el primer presidente, el pastor norteamericano Oliver Montgomery, tenía que trasladarse a caballo por largas distancias, con pocos recursos, dificultades de idioma, pero contaba con pocos pero muy entusiasmados 4.903 miembros. Esa fase de 1916 hasta el año 1925, bajo la presidencia de Peter Brodersen, Hosokawa llama de fase de la consolidación de la División. Fue un período que sacramentó el sueño de fortalecer la misión en los países por debajo de la línea ecuatoriana.

El precio del pionerismo

Mayer durante  el momento cuando muestra la devoción del pionero pastor Frank Westphal, primer pastor en tierras sudamericanas. Foto: Jefferson Paradello

Mayer durante el momento cuando muestra la devoción del pionero pastor Frank Westphal, primer pastor en tierras sudamericanas. Foto: Jefferson Paradello

Durante la conmemoración de los 100 años, en Brasilia, el exsecretario de la División, pastor Edwin Mayer, hizo una representación que emocionó a muchas personas. Presentó un poco de la biografía del primer pastor oficial en tierras sudamericanas,  Frank Westphal. Fue el hombre que organizó la primera congregación adventista, en Crespo, Argentina, el 9 de setiembre de 1894, con 36 miembros adventistas. Según explicó Mayer, de manera actoral a los presentes, Westphal pagó un precio alto por ser uno de los pioneros que precedieron a la creación de la División. Durante su viaje de ocho meses por Brasil, para bautizar personas e inaugurar congregaciones, él no recibió diversas cartas enviadas por su esposa. Los mensajes decían que su hijita, de un año y medio, estaba gravemente enferma. Al regresar a casa, el pionero se enteró del fallecimiento de su pequeña, y tuvo que buscar fuerzas en Dios para continuar el trabajo misionero.

El programa realizado el sábado también reconoció el trabajo misionero de otros pioneros como Jorge Riffel, inmigrante desde Rusia a Argentina, y Reinhardt Hetze, respectivamente el primer misionero voluntario y el primer convertido al adventismo en suelo sudamericano. Un reportaje de 1933 de la Revista Adventista, en español, cuenta que había reuniones de Escuela Sabática (escuela voluntaria adventista para el estudio de la Biblia), en la casa de Hetze, con la presencia de cerca de 60 personas.

Fase de la madurez

Mayer durante  el momento cuando muestra la devoción del pionero pastor Frank Westphal, primer pastor en tierras sudamericanas. Foto: Jefferson Paradello

El empleado Diego Lotterman interpretó a un jardinero que cultiva una plantita desde la fase de la semilla: analogía con el crecimiento de la sede. Foto: Jefferson Paradello

El programa del sábado realizado en la División Sudamericana didácticamente hizo alusión al crecimiento de una semilla hasta llegar a una planta mayor, ilustrando el crecimiento e influencia de la organización en el territorio sudamericano a lo largo del siglo. Y la historia comprueba que fue exactamente eso lo que sucedió. El único expresidente de la División todavía vivo, y el que más tiempo permaneció en la función, pastor João Wolff (1980-1995), recordó que algunos proyectos misioneros comenzaron en el período en que administró la Iglesia Adventista. Él fue parte de la fase que Hosokawa llama de época de madurez (a partir de los años 1980 hasta hoy). “Teníamos, por ejemplo, el proyecto Pionero, que preveía que integrantes de las unidades de clases de Escuela Sabática salieran regularmente para crear congregaciones nuevas. Una especie de prototipo de lo que hoy son los grupos pequeños con el concepto de plantío de iglesias”, comenta.

A Wolff también se lo conoció bastante por llevar siempre en sus viajes una bolsa llena de folletos para distribuir a las personas. Valiente, iba a los aeropuertos munido de material religioso para dejar con desconocidos y famosos. Afirma que no perdía oportunidad de dejar una publicación adventista. Cuando no la podía dejar en manos a la persona, pedía la dirección y le enviaba posteriormente. Fue así que consiguió mandar regularmente revistas de salud, infantiles y de contenido bíblico a personas como la presentadora Xuxa Meneghel, Marília Gabriela, entre otros, bastante conocidos en Brasil.

El pastor Ruy Nagel, quien sucedió a Wolff, también fue recordado en el programa. En el sermón de la mañana, el actual presidente, pastor Erton Köhler, quien es el más joven en asumir la función (con entonces 38 años), después de Nagel, hizo un discurso de nostalgia, pero optimista con el futuro. Köhler destacó que los milagros del pasado, que hizo Dios, no pueden crear comodidad entre los que lideran la obra actualmente. “Yo hice unos cálculos y llegué a la conclusión de que, si cada adventista en nuestro territorio sudamericano, por la gracia de Dios, ayudara a influenciar a por lo menos una persona durante un año y esa persona se hiciera adventista, en nueve años todos los habitantes sudamericanos serían bautizados. Sé que para nosotros es una meta irreal, pero para el Dios de lo sobrenatural no”, aseguró.

Es lo que de cierta forma constata también el historiador Hosokawa, cuando afirma que “la sede sudamericana adventista completa su centenario teniendo como panel de fondo a miembros dedicados y celosos en buscar su salvación y la de sus semejantes, reflejados en las enseñanzas bíblico-cristianas”. La materialización de ese compromiso se dio al final del programa, cuando los presentes (la mayoría de los servidores y familias de la División), recibieron un ejemplar del libro sobre la historia de la sede, escrito por el pastor Roberto Gullón, además de un papel donde escribieron como les gustaría continuar contando la historia hasta el regreso de Jesús. Ganaron a cambio, un bonsay, un símbolo de que la planta de la División Sudamericana todavía necesita de muchos cuidados. [Equipo ASN, Felipe Lemos]

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