Carta a un abusado sexual
La respuesta que nuestro columnista dio a alguien que fue abusado sexualmente.
Recibí hace algún tiempo una pregunta y aprovecho para usar en mi artículo la respuesta dada a esa persona sobre el tema del abuso sexual.
La pregunta fue la siguiente:
Fue abusado sexualmente y estuprado más de una vez por dos familiares míos. Siento hasta hoy culpa enorme y profundo odio, y no sé cómo Dios ve eso. Cuando conté eso a mis familiares, se burlaron de mí y dijeron que yo era gay. Tengo pensamientos obsesivos en relación al sexo, y eso me lastima mucho [...] Por favor, ayúdeme – Anónimo.
Quedé con mucha pena por usted al leer un relato tan triste sobre su vida. En estas horas, siento mucho que no haya en este país corrupto la pena de muerte, según la Biblia lo permite (ejecutada solo por autoridades constituidas – Romanos 13:1-4), para las “personas” asesinas que abusaron sexualmente de usted y le estupraron:
“Mas si un hombre hallare en el campo a la joven desposada, y la forzare aquel hombre, acostándose con ella [incluyendo, obviamente, un niño, adolescente u otro hombre], morirá solamente el hombre que se acostó con ella; mas a la joven no le harás nada; no hay en ella culpa de muerte; pues como cuando alguno se levanta contra su prójimo y le quita la vida, así es en este caso” (Deuteronomio 22:25, 26).
Si yo quedé con rabia, mucho más usted tiene razones para tener rebelión, ira, dolor, y deseo de venganza. Dios le entiende.
Una de las cosas importantes que mencionó en su e-mail fue que se sentía “culpable” por el abuso. Digo que esa afirmación es significativa porque me posibilitará ayudarle a comprender algo de la dinámica del abuso sexual.
El amigo sentía esa culpa porque la mente infantil no consigue separar las cosas. El niño, cuando es maltratado por el padre, la madre, o es abusado por personas mayores, “siente” que todo ocurrió por culpa de él. Además de eso, las sugestiones del abusador y la falta de ayuda por parte de los padres contribuyen para aumentar ese sentimiento y generan dolor, amargura, ansiedad, frustración y baja autoestima.
Sin embargo, usted nunca fue el culpable por lo que aconteció. El hermano fue una víctima del pecado como el que afecta a muchos otros niños. Los mayores culpables en la historia fueron sus padres y hermanos que, infelizmente, además de no protegerle (me refiero aquí más específicamente a sus padres), se dejaron usar por el diablo para destruir su autoestima, en vez de reconstruirla.
Al final, ¡¿cómo un padre y una madre maduros van a ridiculizar al hijo (¡y en frente de los hermanos!) por haber sido este abusado por un primo mayor?! No es de extrañar que no haya sentido la voluntad para hablar ellos del estupro que llegó a sufrir después, a los 13 años de edad.
Vamos a hablar de sus pensamientos.
El Señor sabe que usted no tiene culpa alguna por los tipos de pensamientos que vienen a su ente. Por eso, no se martirice. El Creador no mira al amigo del mismo modo que ve a otra persona que nunca fue violentada. ¡Jamás perderá su salvación, porque la sangre de Cristo es infinitamente más poderosa que aquello que le incomoda en su mente!
Voy a darle algunos consejos.
1) Acepte su limitación. Parece contradictorio, pero, cuanto más aceptamos nuestras limitaciones, más libres seremos de ellas. El amigo no puede cambiar su patrón mental de un día para el otro y tal vez no consiga hacerlo totalmente.
Por lo tanto, es posible que quede con algunas secuelas. Sin embargo, con el paso del tiempo en que el hermano fuera sometido a psicoterapia, la intensidad de los pensamientos disminuirá.
Siempre que los pensamientos le asalten, recuerde que el Señor le entiende, perdona y sabe que fueron los abusos (sexual y verbal), la inseguridad y el sentimiento de abandono que crearon esos caminos neurales “fuera de ruta” en su mente. Apéguese a la gracia de Él todos los días, ¡porque el Creador promete sustentarle! “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” (2 Cor. 12:9).
2) Viva su vida con Cristo, como ha hecho y, cuando llegaren los malos recuerdos, diga a usted mismo: “Fulano, estoy contigo. Nadie más va a abusar de nosotros. Cuidaré de ti, niño. Dios nos comprende y sabe que no tenemos culpa alguna”. Este diálogo con el yo es fundamental para que su mente registre que usted se ama y se perdona, y que el “Yo adulto” está apoyando y cuidando del “Yo infantil”, que está herido y necesita amor, cariño y cuidados. ¡Tenga la certeza de que esa actividad diaria contribuirá mucho para su proceso de cura!
3) Escriba en un papel toda la rabia que siente por esas personas asesinas. Inclusive, la tristeza que tiene de los padres y hermanos que, en aquella época, fueron extremamente ignorantes e insensibles al lidiar con usted. Enseguida, queme ese papel. Ese desahogo será una válvula de escape para que la presión de su mente disminuya.
4) Haga la terapia del perdón con sus padres y hermanos. Diga a usted mismo, o escriba: “yo les perdono a ustedes por no haberme ayudado y por haberme ridiculizado cuando conté que fui abusado”. El registro de ese perdón en la mente será terapéutico. Todavía, no se cobre. Dese tiempo a usted mismo.
5) Tenga una vida sexual satisfactoria con la esposa. Cuidar de la sexualidad es muy importante, porque satisfecho física y psicológicamente, menos su mente irá a otros caminos.
6) Practique actividad física. Esta es vital para que nuestra mente vaya adquiriendo más fuerza para dominar los pensamientos: “Un esfuerzo proporcionado de las facultades de la mente y del cuerpo prevendrán (en su caso, disminuirá) la tendencia a tener pensamientos y actos impuros [...] El ejercicio [...] son una salvaguardia maravillosa contra el uso indebido del cerebro” (Ellen G. White, Mente, carácter y personalidad, t. 1, p. 130).
Es imposible que las personas, especialmente que hayan sido abusadas, vivan felices y se recuperen del trauma sin actividad física regular.
7) Evite alimentos estimulantes como café, té/mate, refrescos y carnes rojas (cuanto menos carne coma, mejor). La temperancia en el comer (sacando de la dieta lo perjudicial y comiendo con moderación aquello que es saludable) también facilita el trabajo de dominar las pasiones sexuales. Coma verduras y consuma diariamente frutas, legumbres y castañas. Además de eso, beba suficiente agua.
8) Invierta lo que fuera preciso para hacer terapia. No hay cómo curar traumas tan profundos sin ayuda profesional. Con certeza, esa será una de las mejores inversiones de su vida después de su comunión con Dios, de su matrimonio y de la actividad física.
9) Cuando tuviera caídas en relación con la pornografía, pida perdón a Dios y crea que Jesús le purifica inmediatamente (1 Juan 2:1, 2). Él sabe que su lucha es más dura que la de otros y será paciente con el hermano en ese proceso de cura, restauración y santificación. Viva por la fe (Romanos 1:17) y contemple a Jesús, no a usted mismo (ver Hebreos 12:2). Mire solamente a la cruz y nunca perderá la esperanza (1 Corintios 2:2).
Estaré orando por su vida y por su mente. Le dejo un texto para reflexionar:
“Jesús, nuestro abogado, está al tanto de todas las circunstancias que nos rodean, y trata con nosotros de acuerdo con la luz que hemos recibido y la situación en medio de la cual nos encontramos [hasta los que fueron abusados o tuvieron una niñez difícil]. Otros están en condiciones [genéticas, físicas y psíquicas] mucho mejores. Mientras algunos están continuamente acosados, afligidos y en dificultades por causa de algunos desgraciados rasgos de carácter, y tienen que luchar con enemigos internos y la corrupción de su propia naturaleza, otros no tienen ni la mitad de los conflictos que tienen que enfrentar aquéllos” (Ellen G. White, Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 68).