Exégesis del diablo
No, este texto no habla sobre un tipo equivocado de exégesis que puede ser considerado del diablo. El “del” en el título no se refiere al tipo de exégesis, sino a la fuente de origen. Exégesis es el arte de interpretar el texto, las palabras, y hasta...
No, este texto no habla sobre un tipo equivocado de exégesis que puede ser considerado del diablo. El “del” en el título no se refiere al tipo de exégesis, sino a la fuente de origen. Exégesis es el arte de interpretar el texto, las palabras, y hasta los hechos. Usamos la exégesis siempre que sacamos conclusiones y hacemos nuestras interpretaciones. La Biblia se estudia por medio de exégesis del texto bíblico. Ella es una pala que descubre de la Palabra de Dios las enseñanzas, principios y todo lo que alimenta nuestra fe y espiritualidad cristiana.
El problema es que no hacemos solo interpretaciones de la Biblia (exégesis) para alimentar nuestra fe. Se ha hecho común entre los cristianos alimentar la propia espiritualidad con lo que no es de la revelación de Dios. Buscamos en nuestra propia experiencia humana las verdades, olvidándonos que nuestra propia experiencia puede ser engañosa. Y sobre una de las peores fuentes de declaraciones posibles que encontramos en el campo de la experiencia, las declaraciones de Satanás.
Sí, infelizmente, muchos de nosotros hacemos y estamos dispuestos a hacer interpretaciones y suposiciones basadas en experiencias que incluyen directamente al diablo y sus apariciones. Usamos historias y momentos en que el diablo aparece en posesiones y/o historias que intentan contar cómo suceden las cosas en el campo del enemigo y nos envolvemos curiosamente con esas informaciones creyendo que son positivas y provechosas.
Cierta vez un profesor de enseñanza religiosa comenzó la clase hablando de lo que ya fue una cosa muy común de comentar: “M.O de Satanás” o Modo de operación de Satanás. Recuerdo de una clase entera que no habló de Dios, y su reino, sino del diablo y sus tácticas. Si es que realmente conocemos sus tácticas de alguna manera. Yo creo que no. Los seres humanos, muchas veces inferiores en inteligencia y experiencia de vida en el Universo, no tienen la mínima condición de vencer a Satanás ni luchar directamente contra él. Es Jesús quien vence esa batalla y únicamente dependemos de él en nuestras luchas.
En otra ocasión asistí a una escena perjudicial en que un hermano de la iglesia pidió el micrófono para contar la historia de una de las apariciones del diablo en otra congregación muy lejos de allí. Él repitió en el micrófono las palabras del diablo y las usó de ejemplo para la congregación. “Vean, hermanos, el diablo dijo que a él le gusta [tal procedimiento] entonces tenemos que huir de actuar así porque a él le agrada”. En resumen, el diablo predicó y ejerció su voz de influencia sobre los hermanos.
Me gustaría hacer algunas preguntas para reflexionar. ¿Será que debemos creer lo que el diablo dice? ¿Será que un “reavivamiento” basado en el enemigo de Dios tiene valor? ¿Será que debemos actuar y cambiar actitudes por lo que el diablo dice? ¿Qué pensará Dios sobre la manera como aceptamos los dichos de Satanás por miedo e ignoramos muchas de las cosas que Jesús nos enseñó?
Si no fuera solo eso, todavía tenemos el problema de libros que están escritos y se propagan como fuego y que basan toda su teología en las cosas de Satanás. Libros espiritistas que cuentan experiencias humanas con Satanás o sus correligionarios, y todavía así pretenden ser verdaderos. ¿Usted cree que Satanás hace tratos con hombres al punto de revelarles todos los secretos de sus esquemas? ¿O que es lo suficiente tonto para contarle a alguien que un día puede escribir un libro y salir predicando por ahí?
Mucha inocencia la nuestra. Y muchos de nosotros podemos hasta habernos convertido con historias como esas. No importa, Dios es capaz de transformar maldición en bendición y su experiencia espiritual puede haber sido tocada y reavivada en asuntos como ese. Ya sucedió conmigo también antes de aprender más sobre el Señor. Pero nuestra experiencia no determina la verdad. La verdad está revelada en la Palabra de Dios. Es en él que nos apoyamos y dependemos. No en nuestras experiencias particulares, sino en el amor y la revelación de nuestro Dios.
¿Usted notó que en ningún lugar de la revelación de Dios, la Biblia, se encuentran detalles sobre el mundo espiritual y la vida de los demonios? Dios no se preocupa en hablar o revelar cómo son las técnicas de Satanás o cómo son los planes del enemigo para enredar a la humanidad. No hay en la Biblia sino una sola mención sobre cómo expulsar a los demonios. Dios no está interesado en revelarnos esa parte. Y la razón es simple, eso no importa. Jesús es suficiente y abundante en revelarnos la verdad, salvar y proteger. No necesitamos de nada más que conocer a Dios.
La preocupación de Dios es una sola, que lo conozcamos a él y el amor que nos tiene. “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. (Juan 17:3). No necesitamos estudiar la vida de los demonios, ni aprender y descubrir más sobre el mal. Muchos disculpan su curiosidad y también su perversión al decir que necesitan conocer el mal para poder evitarlo. Eso es inútil y una trampa. No necesitamos eso, porque Dios no se preocupó en revelar las cosas del mundo espiritual, principalmente referente a los ángeles caídos.
Basta un solo texto de la Biblia para dejar de una vez esa manía terrible. “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis”. (Juan 8:44, 45). Cuántas conclusiones podemos sacar de este texto. Nuestra exégesis de la Biblia nos muestra algunas cosas de ese texto:
1) Quien cree en el diablo está en relación con él.
2) El diablo nunca se afirmó en la verdad, por lo tanto lo que él dice, nunca, nunca, nunca, debe ser considerado verdad, por más verdad que sea. A veces decir la verdad puede ser una técnica de mentir. Vea en el ejemplo de Jesús. Cuando los demonios gritaban que Jesús era el Hijo de Dios, estaban diciendo la verdad, pero eso sonaba como mentira a los oídos de personas que creían que el Mesías no había venido para morir sino para conquistar. Sonaba como una amistad entre los demonios y ese Jesús que decía ser una cosa y no parecía a los ojos judíos de la época. En el diablo “no hay verdad”.
3) Él es padre de mentira, de ahí el significado de la palabra diablo.
4) Es más fácil creer en el diablo que en Dios. Y muchas otras conclusiones.
Resumiendo: Nunca crea en el diablo y en sus manifestaciones. Sus palabras deben ser completamente ignoradas. Nada debe ser considerado y ninguna interpretación debe ser hecha en nada que se relaciona con las acciones de Satanás. No es porque el diablo se manifiesta en algún lugar que eso afirma el valor espiritual de alguna cosa. Muchos suelen decir: “Dios está en este plan, porque el diablo ya se está manifestando. ¡No! No es el diablo el que valida la fe, es Dios. Si Dios actúa podemos considerarlo el plan de Dios, pero si el diablo se manifiesta, no quiere decir nada. Si la presencia del diablo fuera la señal de la presencia de Dios, muchas iglesias por ahí estarían validadas. Las manifestaciones de Satanás deben ser todas ignoradas. Con el diablo no se conversa, no se discute ni se le da atención. Cuando él aparece, dejemos de mirarlo y busquemos a nuestro Dios. Es todo lo que necesitamos. ¡Deje esos asuntos atrás y concéntrese en conocer a Dios y a Jesucristo a quien él envió!