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El Instagram de San Juan

“Entonces ellas, salieron de prisa del sepulcro, con temor y gran gozo, y fueron corriendo a dar la gran noticia a sus discípulos”. (Mateo 28:8/Reina-Valera 2000). Recuerdo cuando, muchos años atrás, era casi una regla enviar una postal firmada del l...


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“Entonces ellas, salieron de prisa del sepulcro, con temor y gran gozo, y fueron corriendo a dar la gran noticia a sus discípulos”. (Mateo 28:8/Reina-Valera 2000).

Recuerdo cuando, muchos años atrás, era casi una regla enviar una postal firmada del lugar donde uno había ido de vacaciones. Tal vez, los años y los recuerdos se han abalanzado sobre mí y me veo parado en una tienda de ramos generales, ubicada frente al mar, buscando en el escaparate la postal más linda para enviar a mis amigos.

Pero los años pasaron para todos. Incluso para las postales. Hoy, la visita a un sitio turístico amerita una foto posteada en Instagram. Con ese digno acto (de deber casi cívico) todos los familiares y amigos estarán felices porque han recibido su “postal”. Creada por Kevin Systrom y Mike Krieger (y lanzada en octubre de 2010) Instagram (que es una aplicación y una red social para compartir fotos y vídeos) prontamente ganó popularidad. Así, en diciembre de 2014, contaba con más de 300 millones de usuarios.

A fines de 2014, el sitio Fast to Create elaboró un listado de las ciudades, paseos y atracciones más visitados del año. Estadísticas mediantes, elaboró un ranking de los lugares más “instagrameados” en el mundo por los usuarios de esta red social.

El resultado fue el siguiente:

Puesto 10: El centro comercial de Dubai, en Emiratos Árabes Unidos.

Puesto 9: El estadio de los Yankees, en Nueva York.

Puesto 8: El Madison Square Garden, en Nueva York.

Puesto 7: La Plaza Roja, en Moscú.

Puesto 6: El museo de Louvre, en París.

Puesto 5: Parque Gorki, en Moscú.

Puesto 4: El shopping Siam Paragon de Bangkok, Tailandia.

Puesto 3: El Times Square, en Nueva York.

Puesto 2: El estadio de los Dodgers, en California.

Puesto 1: Disneylandia, en California.

Si uno realiza el ejercicio de ingresar a Instagram podrá ver hermosos cuadros pictóricos con sonrientes y despreocupados turistas, que muestran y se muestran en estas bellezas del mundo actual.
Sin embargo, hoy te invito a abrir el Instagram de San Juan. Metafóricamente, escribimos su nombre e ingresamos la contraseña: *******. Al revisar su perfil, vemos muchas cosas llamativas, pero una nos atrae placenteramente. Desde la lejana y rocosa isla de Patmos, Juan vio algo tan sublime que ni los diez sitios más “instagrameados” juntos podrán alcanzar en belleza y esplendor:

“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron” (Apoc. 21:4).
Impresionante declaración. “Clic”. Es para sacarle una foto.

La visión es de un fulgor extremo: ve la santa ciudad, ve cielos y tierra nueva. La visión contrasta con el frío y pálido paisaje rupestre. Para un anciano en las costas de la muerte, palpar la promesa de ese misericordioso Padre celestial que seca las lágrimas y vence la muerte es algo que reconforta el alma. Como las mujeres que recibieron la buena nueva de la resurrección de Jesús y salieron alegres a proclamar esa noticia, a Juan se le reavivó el alma. Jesús venció. Jesús está vivo. Sus promesas son seguras. No hay razón para llorar.

Y, sin embargo, lloramos. Nos entristecemos. Sufrimos. Nos amargamos. Deslizo mi tesis de porqué: tenemos una mirada muy terrenal. Necesitamos alzar la vista, otear el horizonte y ver más allá. Visualizar, por la fe, la Tierra nueva.

El problema es que nos encanta vivir en Disneylandia. Es decir, en un mundo imaginario y ficticio, falsamente brillante y altamente retratable, donde encontramos un frágil e inútil refugio para nuestros agudos problemas. Pero ellos siguen allí. No se evaporaron con el triunfo de nuestro equipo favorito, ni desaparecen con las abundantes compras en el centro comercial de objetos que no necesitábamos. Ni siquiera se van al visitar los diez lugares más populares del mundo para sacarse una foto.

¿Qué estamos viendo hoy? Tal vez necesitamos alzar la vista más allá de nuestra lóbrega situación y ver el Instagram de San Juan.

¿Estamos listos? Miremos hacia arriba. Derramemos el alma en oración y abramos la Biblia. Hagamos el “clic”.

 

 

 

Pablo Ale

Pablo Ale

Noticias de hoy, reflexiones de siempre

Informaciones cotidianas que nos hacen pensar en realidades eternas

Es Licenciado en Teología y en Comunicación Social. Además, tiene una maestría en Escritura creativa. Es autor de los libros “¿Iguales o diferentes?”, “1 clic” y “Un día histórico”. Actualmente es editor de libros, redactor de la Revista Adventista y director de las revistas Conexión 2.0 y Vida Feliz, en la Asociación Casa Editora Sudamericana. @PabloHernanAle