Brasilia, Brasil… [ASN] Aunque no se reclame para sí el título de profeta, Habacuc fue un intermediario entre Dios y el pueblo judío, posiblemente, luego del ministerio de Nahúm, cuyo libro fue estudiado anteriormente por los participantes de Reavivados por su Palabra, proyecto mundial de lectura de la Biblia. Las páginas escritas por Habacuc están divididas en tres capítulos que expresan su preocupación sobre el destino de los israelitas delante de su desobediencia a Dios y la forma como el Señor usaría otra nación para castigarlos.

“Dios muestra que tiene un plan para restringir y castigar a Judá por sus malos caminos, y que los caldeos serían el instrumento por el cual él realizaría ese plan”, esclarece el Comentario Bíblico Adventista, volumen 4, en la página 1154. Habacuc no aceptaba el hecho de que, aun antes de la punición que debería recaer sobre los israelitas, Dios usase un pueblo impío para cumplir tal tarea. Él también no conseguía comprender el motivo por el cual aquella nación pagana estaba pisando un camino de prosperidad, diferente de lo que sucedía con su propio país.

Delante de sus preguntas en relación al plan que el Señor usaría para actuar o alcanzar el propósito de llevar a su pueblo al arrepentimiento, él recomienda que el profeta solo confíe en la sabiduría divina. Por más difícil que fuese aceptar todo esto, Habacuc pasa por un proceso de comprensión hasta entender que Dios sabe lo que es mejor para cada uno de sus hijos. “[…] era el propósito de Dios revelar al profeta como el creciente orgullo de los caldeos es, semejante, al de todos los impíos, y lleva a la muerte, en tanto la confianza y sumisión de los justos a Dios por medio de la fe lleva a la vida”, destaca el Comentario Bíblico Adventista. Al final de su tercer capítulo, en el versículo 18, dice Habacuc “[…] Con todo, yo me alegraré en Jehová, Y me gozaré en el Dios de mi salvación”. [Equipo ASN, la redacción]

Vea el video de introducción al libro del profeta: