Transformados por la contemplación:
Un joven que entra en el cine y mata personas; adolescentes y niños que molestan sexualmente a otros adolescentes y niños; personas que mueren al practicar los llamados “rachas"; gente joven que tiene toda una vida por delante, involucrada en situaci...
Un joven que entra en el cine y mata personas; adolescentes y niños que molestan sexualmente a otros adolescentes y niños; personas que mueren al practicar los llamados “rachas"; gente joven que tiene toda una vida por delante, involucrada en situaciones trágicas con finales infelices. Podemos verificar en cada caso diferentes factores que los llevaron a actuar de esa manera. El hecho es que nada sucede por acaso. ¿Y si nos detenemos a observar cosas “sencillas” de nuestra vida diaria? Observe por ejemplo los peinados, la ropa, la comida y la conversación de las personas que lo rodean, y las suyas también. ¿Cuán impregnadas están esas cosas por modismos constantemente divulgados por diferentes medios de comunicación? Es cierto que en esos casos también hay diversos factores que ejercen influencia en los comportamientos. Esas cosas tampoco suceden por acaso.
Independiente de los diversos factores que puedan afectar en diferentes realidades los diferentes comportamientos, me gustaría resaltar uno, que sin lugar a dudas, actúa siempre sobre nuestra mente, y consecuentemente sobre nuestros actos y nuestro ser: la contemplación. “Hay una ley de la naturaleza intelectual y espiritual según la cual modificamos nuestro ser mediante la contemplación. La inteligencia se adapta gradualmente a los asuntos en que se ocupa. Se asimila lo que se acostumbra a amar y a reverenciar (Elena de White, Mente, Carácter y Personalidad, t. p. 339).
Lo que alimenta nuestra mente se reflejará en lo que somos. La contemplación ejerce una gran influencia en los comportamientos buenos y malos. Los niños, desde pequeños, aprenden mucho sobre cómo actuar solo con observar, y muchos de sus hábitos buenos y malos se forman sin recibir una palabra de orden. Técnicamente a eso lo llamamos modelación, ya que el repertorio del comportamiento se desarrolla a partir de un modelo. Y los más pequeñitos de nuestros comportamientos son afectados por eso.
¡Piense cuán serio es esto! Vivimos en un mundo que no ahorra informaciones, imágenes y estímulos musicales, y todo eso actúa sobre nuestra mente y nuestro ser. Necesitamos ser sabios si deseamos formar hábitos y carácter libres de influencias dañinas. Suelo ver a mucha gente subestimar los efectos de la contemplación. Piensan que pueden observar películas, novelas, oír todo tipo de música, entre tantas otras cosas y no ser afectados. ¡Cuánta ilusión! Estar libre de esas influencias es tan imposible como arrojar una moneda hacia arriba en el centro de São Paulo, y esperar que flote en vez de caer al suelo.
Alguien que alimenta constantemente la mente con contenidos románticos irreales construirá castillos de arena y sufrirá grandes desilusiones. Quién habitúa la mente a escuchar música depresiva está sujeto a convivir constantemente con un humor depresivo también. Quien permite a los ojos apreciar pornografía y otros contenidos eróticos tendrá dificultad en cuanto a sus impulsos y pensamientos sexuales. Somos transformados por la contemplación y nuestra vida será un reflejo de lo que suele permanecer en nuestra mente.