El Himnario Adventista completa 100 años
El año 2014 marca el centenario de la edición brasileña del Himnario Adventista. Todo comenzó de manera muy sencilla. En 1914, Guilherme Stein Jr., educador, erudito, periodista, edita un cuadernillo con 104 himnos, ampliado cinco años más tar...
El año 2014 marca el centenario de la edición brasileña del Himnario Adventista. Todo comenzó de manera muy sencilla. En 1914, Guilherme Stein Jr., educador, erudito, periodista, edita un cuadernillo con 104 himnos, ampliado cinco años más tarde a 321, todos sin música.
El título era largo: Cantaré al Señor: Salmos e himnos para cultos y solemnidades religiosas. La publicación la hizo la Sociedad Internacional de Tratados, precursora de la Casa Publicadora Brasileira (CPB), cuya sede estaba en la Estación de São Bernardo (actual Santo André, SP), en la propiedad que fue conocida por años como “Chácara dos Alemães” [Chacra de los alemanes]. Desde entonces, el material tuvo tres ediciones más en Brasil: “Himnario Adventista” (1933), y el primero con música: “Cantad al Señor” (1963), y el “Himnario Adventista del Séptimo Día”, (1996), bisnieto de la edición pionera.
Para homenajear el himnario centenario, el 20º Encuentro de Músicos dedicó una noche para reflexionar sobre el papel, importancia y perspectiva del himnario en la alabanza congregacional. El evento se realizó del 14 al 18 de enero, en el Centro Universitario Adventista de São Paulo (UNASP), Campus Engenheiro Coelho, SP.
El pre lanzamiento del actual himnario se hizo durante la Junta Directiva de la División Sudamericana de fin de año, en diciembre de 1995. En la ocasión, se cantó el himno “Vencendo Vem Jesus” [Venciendo viene Jesús] Nº 152 (En español: Himno de la batalla), el tradicional “Gloria, Gloria, Aleluya”. En representación de los integrantes de la Comisión Revisora del Himnario, el maestro José Newton da Silva Júnior, actual director de MusiCasa, dirigió al público, y el compositor Lineu Soares, acompañó al piano. En la etapa final, la comisión funcionó con Rubens Lessa, presidente, Tércio Sarli, vicepresidente, Leni Azevedo, secretaria y más de trece componentes.
Según José Newton, la “caja con el himnario nuevo llegó a la reunión momentos antes. Al pagar el primer ejemplar, quedé emocionado. Todo tenía aroma a nuevo”, dijo. Semanas después, el himno “Tu És Fiel, Senhor” [Tú eres fiel, Señor”] (Nº 35) se cantó en la CPB, inaugurando así la nueva fase de cultos con el nuevo lanzamiento.
Todo en Alemán
En Brasil, los cultos adventistas a partir del final de la década de 1890 e inicio del siglo XX se desarrollaban en colonias rurales alemanas, en el sur del país, Espíritu Santo y São Paulo. Los himnos se cantaban en alemán, usaban el voluminoso “Zions Lieder”, himnario con 945 himnos, en su primera edición. Esto traía algunos problemas. Primero, el repertorio era inspirado en versificaciones métricas de Calvino y melodías corales del tiempo de la Reforma de Lutero. Aunque Guilherme Stein Jr. tradujo algunos himnos para el portugués[1] , el material ya no respondía a las necesidades de la comunidad adventista que crecía por todo el país.
Segundo, doctrinas distintivas como el sábado, santuario celestial y el inminente regreso de Cristo demandaban himnos más enfocados en esos temas. Por esta época, circulaban en Brasil varios himnarios protestantes: “Salmos e Hinos”[2] [Salmos e himnos], de 1861, el primer himnario evangélico con 18 salmos y 32 himnos; y el “Cantor Cristão” [Cantor cristiano], de 1891, que contenía 18 himnos.
Estos himnarios usados en “préstamo” tenían énfasis solo en la teología del “amor de Dios”, la penitencia y confesión de pecados, de los movimientos de reavivamiento de la segunda mitad del siglo XIX. En contrapartida, el himnario “Himnos y Salmos”, según el análisis hecho por Mendoza (1995, p. 223)[3] , relata que el “tema de la resurrección ocupaba un espacio relativamente pequeño, cerca de diez cantos. [Además], se nota un extremo individualismo en los cantos, escritos casi siempre en la primera persona del singular”.
Solución
En América del Norte, para superar estos desafíos, pioneros del Movimiento Adventista comenzaron a escribir y adaptar himnos con énfasis en la verdad presente: Salud, los mensajes angélicos, el sábado y la segunda venida. Basados en esta visión doctrinaria distintiva, en 1849, Jaime White publicó: “Hymns for God's Peculiar People That Keep the Commandments of God and The Faith of Jesus” [Himnos para el pueblo peculiar de Dios que guarda los Mandamientos de Dios y la fe de Jesús]. Aunque la música de estos himnos provenía de melodías protestantes, aún el contenido poético era notablemente doctrinario.
Hasta 1863, Jaime White editó más de cinco himnarios y cuatro suplementos, todos sin música, con la participación de su hermana, Anna White, cuya contribución fue compilar Hymns for the Youth and Children, [Himnos para jóvenes y niños], en 1854. En el Simposio sobre Música Adventista promovido por el Centro White (Brasil), en 1905, Warren Judd citó en un discurso que otros dos hermanos, “Uriah Smith y Annie Smith, escribieron y cantaron músicas evangélicas, con letras que se referían al advenimiento y las doctrinas únicas”. Él también citó que James Nix relató que “a algunos de esos himnos se les tuvieron que cambiar los textos para ajustarlos a las nuevas creencias de la Iglesia Adventista”[4] .
Dios al Frente
La manifestación de la alabanza entre los Adventistas del Séptimo Día es fruto de la seguridad de que Dios está al frente de su Iglesia. La expresión “vamos a cantar un himno”, tan común en las reuniones de la iglesia, debe ser fruto de una convicción personal, ofrecida por el Espíritu Santo, de que Dios siempre tuvo un “pueblo remanente”. La idea de remanente no debe ser considerada como un exclusivismo institucional, sino por el exclusivismo del pacto hecho por Dios, que a través de la resurrección de Jesucristo, somos regenerados para una esperanza viva. Y Cristo hizo más. La primera carta de Pedro dice que los elegidos recibirán una “herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible, reservada en los cielos para vosotros, que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación […]” Y el apóstol Pedro concluye: “En lo cual vosotros os alegráis”. (1ª Pedro 1:3-6).
La elección en Cristo y la invitación para pertenecer al “pueblo elegido de Dios” (1ª Pedro 2:9), debe hacer a la Iglesia, en el centenario del Himnario Adventista, alabar con dos disposiciones: primero, vivir en santidad y amor, a fin de “proclamar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1ª Pedro 1: 13-25; 2: 1-17), seguridad alcanzada por el ministerio de intercesión de Cristo en el Santuario Celestial (Hebreos 4:14-16; 10:19-25); y segundo, esperar, apresurar y esperar la venida de Cristo, visto que, nuestra “Patria no es aquí (Filipenses 3:20-21), pero, según su promesa, nosotros esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, donde habita la justicia” (2ª Pedro 3:13). ¡En esto consiste nuestro cantar!
Históricamente, más allá del contenido, los himnarios adventistas tienen una distinción: la marca de la esperanza. Toda formación de un himnario pasa evidentemente por un proceso de selección, elección, perfil cultural para viabilizar intencionalidades, ideologías y modo de pensar. Esto está expresamente documentado en estudios académicos. No solo Calvino, Lutero, Watts, Wesley, metrificaron salmos, vernaculizaron coros, popularizaron himnos, y más tarde, Sankey, Bliss, Crosby, adaptaron letras a las melodías folklóricas, pero en este trayectoria histórica, Dios condujo a los pioneros adventistas como los White, Annie R. Smith (1831-1855), Roswell F. Cottrell (1814-1892) y Frank E. Belden (1858-1945)[5] a adaptar el material himnológico y a organizar himnarios para que los adventistas cantaran mientras aguardaban el regreso de Cristo.
En Brasil, esto sucedió en 1933, cuando se publicó por primera vez el Himnario Adventista con música, con 333 himnos, organizados en 24 secciones e índices en alemán e inglés. La Revista Adventista publicó el precio: $12,000 (moneda de la época). Y completó: “será un excelente compañero para vuestra Biblia”. En 1943 surgió una nueva edición y amplió los himnos para 350. Al iniciarse la década de 1960, la Iglesia Adventista clamaba por un himnario nuevo. Nuevos himnarios no podían ser publicados, porque como la producción era tipográfica, todos los tipos estaban gastados. Después del trabajo de una comisión especial, el primer sábado de 1963, el himnario “Cantad al Señor” se usó por primera vez en los cultos de las Iglesias de Santo André, SP, y en la Iglesia del IAE, (hoy UNASP, campus São Paulo).
Por detrás de la historia del Himnario Adventista existe la historia de un pueblo, de una iglesia, de personas que se mueven por la esperanza. En los momentos de tristeza, en los funerales y en las unciones, el himnario se abre para confortar corazones. En las presentaciones de niños, en los cultos de 15 años, en las celebraciones, el himnario se abre para alabar a Dios. En los cultos de adoración, en los bautismos, en los evangelismos, en los grupos pequeños, el himnario se abre para expresar la voz de los que caminan con los ojos fijos en los cielos. Elena de White escribe: “Hasta aquí nos ayudó el Señor. Confiad en el cuidado de Dios. Su iglesia debe ser enseñada. Por debilitada y defectuosa que parezca, es el objeto de su suprema atención—Carta 279, 1 de agosto de 1904”[6] (La iglesia Remanente, p. 101).
Es cierto que un himnario tiene vida útil, debido a la necesidad de actualizar lenguaje (musical, poético, estilístico), lo que debe suceder en algún momento con el Himnario Adventista actual, también es cierto que sin himnarios la vida cristiana se pierde en lamentos. No importa si proyectados en multimedia, adaptados a celulares, tabletas o disponibles en el formato para bajar de Internet, haga del himnario su motivación para alabar a Dios por todos los beneficios espirituales recibidos.
[1]El investigador y musicólogo Jetro de Oliveira al escribir para el Centro de Memoria Adventista, del Centro Elena de White (Brasil), afirma que a partir de 1900, Guilherme Stein Jr, el primer adventista bautizado en Brasil, tradujo para el portugués 10 a 15 himnos. En esta ocasión, actuaba como redactor de la naciente Casa Publicadora Brasileira. En 1910, hay un registro de que circulaba por las iglesias, una colección de 70 himnos, sin música.
[2] “Salmos e Hinos” [Salmos e Himnos], editado por Robert Reid Kalley y su esposa Sarah Pou Hon Kalley, fue el primer himnario protestante que circuló en Brasil. Él era médico, nacido en Escocia el 8 de setiembre de 1809. Se convirtió al protestantismo y estudió teología. En noviembre de 1837 comenzó su trabajo misionero en China. En su paso por los EUA en 1853 Dr. Robert, por intermedio de la Sociedad Bíblica Americana, tomó conocimiento de la necesidad de misioneros al Brasil. Habiendo desarrollado actividades misioneras en la Isla de la Madera y dominando el idioma, Kalley se embarcó para Brasil con a su segunda esposa, Sarah Kalley (1825-1907), en 1855.
[3] MENDONÇA, Antonio G. O Celeste Porvir: Inserção do Protestantismo no Brasil [El porvenir celeste: Inserción de protestantismo en Brasil]. São Paulo: Aste, 1995, p. 223.
[4]JUDD, Warren. D. A Brief History of SDA Church Music [Reseña histórica de la Música en la IASD]. Manuscrito de la disertación presentada el 8 de noviembre de 2005, durante el Simposio sobre Música Adventista. Archivo Centro White. Engenheiro Coelho, SP, p. 7.
[5]SPALDING, Arthur W. “Origin & History of Seventh-day Adventists” [Origen e historia de los Adventistas del Séptimo Día], R & H Publishing Association, 1962, p.137
[6]WHITE, E. G. “A Igreja Remanescente”. Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2010. P. 53-54.