Desilusión
¿Usted ya se desilusionó de alguien o por algo? Es muy probable que sí. Todos los días, las personas experimentan ese sentimiento. Pero ¿por qué pasa eso? La desilusión es un sentimiento que está directamente relacionado a una expectativa que no fue...
¿Usted ya se desilusionó de alguien o por algo? Es muy probable que sí. Todos los días, las personas experimentan ese sentimiento. Pero ¿por qué pasa eso?
La desilusión es un sentimiento que está directamente relacionado a una expectativa que no fue correspondida. Cuando esperamos que algo ocurra, y creamos expectativa sobre ese asunto, si lo que esperábamos no ocurre de la manera deseada, y más bien de una indeseable, nos sentimos desilusionados.
Podemos percibir, entonces, que el punto principal no está en el evento, en las personas o en las cosas de las cuales nos desilusionamos, sino solo en nuestra mente, pues es allí donde creamos y alimentamos las expectativas. También en la mente es que hacemos una lectura de la realidad y la vemos desalentadora. De este modo, es en nuestra cabeza donde debemos trabajar para sufrir con esa emoción.
En el mes de octubre, más precisamente el día 22 de octubre del 2013, cumplimos 169 años del llamado “Gran chasco”. Aquel día, muchas personas esperaban con ansiedad el regreso de Cristo en las nubes del cielo. La expectativa no había sido creada de la nada ni por casualidad. Con mucho estudio de la Biblia se llegó a esa fecha. Sin embargo, a final de aquel día, las personas estaban desilusionadas. A pesar de tener una expectativa con un muy buen fundamento, esa esperanza no era real, ya que el suceso que esperaban no era el evento que ocurriría ese día.
Ese fue el mismo sentimiento que experimentaron los discípulos de Jesús siglos antes. Ellos esperaban que su Maestro instituyera un reino en esta Tierra. Sin embargo, tuvieron la amargura de verlo crucificado en una cruz y posteriormente tuvieron que sepultarlo. Ellos estaban desilusionados porque sus expectativas habían sido otras. Estas también eras expectativas irreales, pues habían comprendido de manera equivocada tanto el ministerio de Cristo como lo que era el Reino de Dios.
Hoy en día hay muchas personas que se desilusionan de familiares, amigos e incluso hasta de Dios. En todos esos casos, la desilusión no es más que el resultado de una expectativa irreal, una creencia errónea. Por eso, para no sufrir por las desilusiones, debemos cuidar la forma en la que vemos la realidad, las expectativas que creamos y la forma en la interpretamos lo que ocurre en nuestras vidas.
En el libro Cartas a jóvenes enamorados, Elena de White escribe sobre ese sentimiento y de cómo puede llegar a tener lugar, incluso, dentro de la relación conyugal. “Los que tienen ideas tan elevadas de la vida matrimonial, cuya imaginación ha construido una imagen de castillos en el aire que no tiene nada que ver con las perplejidades y problemas de la vida, se encontrarán penosamente chasqueados ante la realidad. Cuando la vida real llega con sus problemas y preocupaciones, están totalmente desprevenidos para hacerles frente” (p. 31).
Cultivar una mirada realista sobre las cosas es una manera de prevenirse contra esta y otras emociones negativas, y así cuidar nuestra salud emocional.