Una luz en Antilhue: grupo de adventistas continúan trabajando para plantar una iglesia en su comunidad
De ser conformado por una familia, ahora son 35 los miembros del grupo que continúan la misión de ser iglesia y llevar más personas a Jesús.

Hace 38 años, en Antilhue, una comunidad de la región chilena de Los Ríos, donde no había presencia adventista, nació un grupo pequeño gracias al deseo y esfuerzo de un matrimonio adventista compuesto por Manuel Aguilera y Elizabeth Arancibia, con el objetivo de estudiar la Biblia con otras personas y motivar a más habitantes de la zona a conocer el evangelio de Cristo y su pronta venida.
Con el paso del tiempo, los asistentes al grupo comenzaron a congregarse en una iglesia adventista de otra localidad, ubicada a varios minutos de distancia, por lo que el grupo dejó de funcionar. Sin embargo, el anhelo de seguir sembrando la semilla del evangelio en Antilhue y de ver una Iglesia Adventista del Séptimo Día (IASD) establecida en esa comunidad volvió a encenderse en los corazones de los primeros miembros, y decidieron reabrir las puertas del grupo, que seguía funcionando en los hogares de algunos de ellos.

Una nueva etapa
En 2019 se inicia una segunda etapa con la reapertura oficial del grupo. La estrategia, según comenta el pastor del distrito, Luis Álvarez, “era mantener un grupo pequeño, establecer un plan de siembra, cultivo y cosecha”. Esto requería la formación y consolidación de un equipo plantador; un grupo de miembros que amen y abracen la misión de evangelizar y en consecuencia formar una nueva iglesia.
El grupo siguió firme en su propósito. Esa determinación y compromiso firme los llevó a avanzar un paso más en 2024, año en el que fueron reconocidos oficialmente por la IASD como "grupo organizado". Actualmente, el grupo está conformado por 35 personas que se congregan regularmente. Además, se ha formado una clase para niños y adolescentes, lo que fortalece el trabajo misionero con las nuevas generaciones.
El mayor desafío de hoy es contar con un lugar propio para reunirse, ya que las actividades se desarrollan en una casa arrendada.

El poder de un nuevo comienzo
Dar el primer paso no siempre es fácil, pero es necesario para vivir nuevos comienzos. Como afirma el Manual de Plantación de Iglesias, ese primer paso debe ser buscar la dirección del Espíritu Santo. Hoy, el grupo de Antilhue está viviendo un nuevo comienzo, con la luz de Cristo encendida en su comunidad continúan marchando hacia su misión de tener una iglesia y seguir conquistando nuevas personas para el reino de los cielos.
El pastor Alvarez cita a Elena G. White: “La simiente de la verdad debe sembrarse en los centros no cultivados... Ello cultivará un espíritu misionero para trabajar en nuevas localidades. El egoísmo que se manifiesta al mantener grandes congregaciones, no es el plan del Señor. Entren en todo nuevo lugar posible, y comiencen la obra de educar en vecindarios que no han oído la verdad!” (El evangelismo, p. 39.)
Y añade lo siguiente: “El don de vida tiene dos propósitos: prepararte y preparar a otros para el encuentro con nuestro Señor Jesucristo. Que toda nuestra existencia esté al servicio de esa misión. La persona que Dios quiere usar para levantar una nueva iglesia eres tú. No sé quién eres, pero Dios si lo sabe, y quiere usarte con poder.”