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Marxismo y cristianismo son conceptos incompatibles

La teoría y el discurso del sociólogo alemán Karl Marx son contrarios a la Biblia y sus valores.


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Por Felipe Lemos

Estatuas de Marx (en primer plano) y su gran amigo Engels (Foto: Sutterstock).

El mes de mayo de este año marcó los 200 años del nacimiento, en la antigua Prusia, del filósofo Karl Marx (1818-1883), considerado el autor intelectual de lo que se conoce hoy como ‘marxismo’. Marx fue el autor de dos obras muy conocidas, El Manifiesto Comunista (1848) y El Capital (1867-1894), que asientan las bases teóricas para sus ideas. Para entender cuál es la relación de esa cosmovisión con la narrativa bíblica, la Agencia Adventista Sudamericana de Noticias (ASN) conversó con el doctor en sociología Thadeu Silva.

Históricamente, Karl Marx teorizó sobre la Economía (en la famosa obra El Capital) y abogó la idea de que el progreso de la sociedad se da esencialmente por medio de la lucha de clases y que siempre está la figura de quien domina y de quien es dominado en ese contexto. ¿A qué se debe el hecho de que sus obras aún tienen tanta repercusión, incluso fuera de la Economía?

Sin duda, se debe a una combinación de temas que tocan la emancipación del hombre, teorías aparentemente verdaderas y accesibles para personas no especialistas, escritas en lenguaje simple y difundidas por personas influyentes, principalmente por profesores universitarios.

Los temas de Marx tocan varios campos del conocimiento además del de la Economía. Un resumen ejemplar es el primer capítulo de la obra El Capital, titulado ‘La Mercancía’, en que abre su mayor obra con cuatro pilares de su pensamiento: dice que la unidad básica del mercado (la mercancía) es, en realidad, la concreción de las relaciones sociales injustas del capitalismo; dice que el valor de una mercancía se define por el trabajo; afirma que el trabajo fue explorado y subordinado por el capital a punto de reducir al hombre a la condición de cosa y argumenta que el mundo religioso es solamente un reflejo de lo que es el mundo real.

Sumado a esas afirmaciones la primera frase del primer capítulo del Manifiesto del Partido Comunista (“La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases”, por la cual dice que tal lucha habría sido el motor de desarrollo de las sociedades), la 11ª tesis sobre Feuerbach (“los filósofos solo han interpretado el mundo de maneras diferentes; la cuestión, sin embargo, es transformarlo”), él prevé de que el desarrollo del proletariado establecería su dominación por la derrota violenta de la burguesía. Estas y otras tantas frases forman un conjunto de ideas que culpan a las condiciones injustas de la sociedad por la desigualdad de las personas, además de ser prácticamente una convocatoria a las personas para que luchen unidas contra el capitalismo.

La lucha de clases es uno de los grandes temas de Marx y, también, uno de los que más daño causó a la humanidad. Por medio de él, alega que el desarrollo de la sociedad habría ocurrido gracias a las interminables luchas entre quien tiene dinero (dominadores) y quien tiene fuerza de trabajo (dominados) y al crecimiento de las fuerzas productivas. La aparente veracidad de esa alegación separa a las personas en dos grupos opuestos, mediadas por un odio creciente a medida que la vida se vuelve más difícil. El tono de justicia y de emancipación de la obra de Marx continua atrayendo personas en muchos lugares, especialmente en países cuyas poblaciones aun poseen baja escolaridad, como los de América Latina y del antiguo bloque soviético.

¿Es posible decir que las ideas de Marx excedieron la cuestión de la Economía y llegaron hasta la política y la sociedad de forma general? ¿Qué es lo que nota?

Ciertamente. De hecho, si en algún momento Marx llegó a esbozar una teoría de la sociedad o de la Economía, fue con intuición política. La ya referida 11ª tesis contra Feuerbach sintetiza ese pensamiento mostrando que, para él, la finalidad del conocimiento es hacer una revolución. La política (y, por lo tanto, poder) era la intención de Marx, expresada en cada uno de sus escritos, transfiriendo a los lectores sus objetivos. No fue inmediatamente, por ejemplo, que las izquierdas políticas se apropiaron de las ideas del alemán. Por otra parte, demoró algún tiempo para ocurrir, pero, a la primera señal de simbiosis, ellos se vuelven portadores más que adecuados para su difusión, al punto de que hoy, las izquierdas políticas y el marxismo son indisociables.

Pero el éxito de Marx también debe ser entendido desde la perspectiva del humanismo, que ya alcanzaba niveles impresionantes en el siglo XIX y al cual se alineaban los otros dos padres de la escuela de la duda: Nietzsche y Freud. Los tres abordaban asuntos muy diferentes, pero compartían la premisa de que el hombre es el centro de la vida y de los valores. El humanismo se volvió prevalente en cada campo del conocimiento. Ayudado por el relativismo (que alega no hay opciones correctas o equivocadas, sino opciones culturales), desvió los ojos de la humanidad del Dios Creador hacia el hombre, puso el conocimiento de Dios como algo folclórico o como perteneciente a un periodo de ignorancia de la humanidad. Extrañamente, este pensamiento fue aceptado y se volvió normal.

El materialismo de Marx también fue recibido por otros campos, además de la economía. El materialismo es el ramo del conocimiento que dice que las cosas son las que crean las ideas, no al revés. El pensamiento de Marx  pasó por una fase de materialismo dialéctico y por otra llamada materialismo histórico, cuya distinción aquí importa menos que sus consecuencias. Su resultado más profundo es llevar a las personas a creer que real es solamente aquello que es material. En este sentido, las ideas nunca serían reales. Admitida esa idea, se pasa a entender que todas las ideas derivan del dinero que posee una persona, lo que no es cierto, pero fue exactamente lo que el materialismo de Marx causó. Vició el pensamiento al juzgar la veracidad de las cosas por su textura, eliminando la condición de admitir la realidad de una idea. Eso es reducir la vida solamente a una de sus dimensiones.

En uno de sus escritos, Marx afirmó que la “religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de una situación carente de espíritu. Es el opio de los pueblos”. ¿Sería una visión de la religión como un escape del ser humano de sus responsabilidades?

La aversión de Marx por la religión (de modo general), y por el cristianismo (de forma particular), se da por el hecho de ser un obstáculo para la implementación de su utopía. Por eso, usó dos artificios intelectuales para ridiculizarla. El primero fue decir que la religión era algo inventado por los ricos para aliviar el sufrimiento causado por el capitalismo sobre los pobres. El segundo, fue alegar que esas ideas eran una falsa conciencia impuesta por la clase dominante para defender y perpetuar la propiedad privada. Es en el primer sentido que Marx veía a la religión como un escape de las responsabilidades.

Marx tenía una mala manera de tratar a su lector: mientras que, por un lado, quería “abrir sus ojos” a la “verdad” diciendo que la religión era una trampa de la clase dominante, acusaba al proletariado de ser iluso, en la peor acepción del término, provocándolo a abandonar al fe. Así trataba Marx a la clase por la cual él deseaba realizar la revolución.

¿Podemos como cristianos conciliar las ideas marxistas con las creencias bíblicas o eso es incompatible? ¿Por qué?

El cristianismo y el marxismo son dos cosas opuestas, y es imposibles de conciliarlas. Las diferencias comienzan por la creación: la Biblia muestra que Dios es el Creador del hombre, mientras que, para Marx, fue el hombre quien construyó la idea de Dios. Para Dios, el ser humano es la niña de sus ojos, la luz del mundo y la sal de la tierra, reparador de brechas y restaurador de veredas, linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, testigos del Señor, mientras que para Marx, el hombre es el autor de la revolución contra el capitalismo.

De acuerdo con la Palabra de Dios, los pensamientos generan acciones, lo que es perfecto y opuesto a lo que Marx afirma. El mandamiento de Dios es que amemos a nuestros enemigos; el de Marx es destruirlos. Dios dice que todos los males fueron causados por el pecado; Marx dice que lo que causa el mal son las estructuras injustas de la sociedad. Dios explica las acciones humanas de acuerdo con la obediencia de los hombres a su Palabra; Marx explica las acciones por el dinero y el poder.

El interés de los dos es completamente opuesto: el cristianismo tiene interés por la salvación del ser humano de la condición del pecado, predica el Evangelio, anuncia el regreso de Jesús, llama la atención hacia Dios como la persona más importante de nuestra vida, desea vivir en la Ciudad Santa con Cristo y los salvos y basa su vida en la Palabra de Dios. El marxismo tiene interés por el poder, en sacárselo de las manos de la burguesía y dárselo al proletariado; su mayor deseo es una sociedad sin clases en

este mundo y basa su vida en la voluntad. ¿Cómo podrían ser compatibles?