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El legado del pionero Jaime White

Jaime White tiene un papel muy importante en la construcción del adventismo actual, en diferentes áreas como la administración, la comunicación y las publicaciones.


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Foto de 1864 del pastor Jaime White. Autor de obras, líder adventista y alguien que trabajó arduamente por la predicación del evangelio hasta la muerte. (Foto: Ellen White Estate)

Nacido el 4 de agosto de 1821, el pastor Jaime Springer White sin dudas es uno de los mayores nombres en la historia del adventismo. Y eso no se da solo por haber sido el esposo de la profetisa Elena Gould Harmon (quien, al casarse, adoptó el apellido de su marido). En sus 60 años de vida (falleció el 6 de agosto de 1881), fue un líder reconocido en diferentes frentes. Fue pionero del área de las publicaciones y de las primeras estrategias administrativas y comunicativas adventistas del séptimo día, en el siglo XIX, Jaime (o James, en inglés) dejó un legado que marca. En las palabras de su esposa, según el registro en la Enciclopedia Elena de White, fue “el mejor hombre que se ha puesto zapatos de cuero”.

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Para comprender un poco más acerca de la importancia de Jaime White, la Agencia Adventista Sudamericana de Noticias (ASN) conversó con el teólogo Gerson Cardoso Rodrigues. Este año, él defenderá una tesis de doctorado en la Universidad Andrews, en los Estados Unidos, sobre la relación conyugal de Jaime y Elena White. Rodrigues, quien es  profesor de teología, también pretende publicar dos artículos sobre Jaime White. En noviembre de este año, el Centro White y el Seminario Latinoamericano de Teología de la Facultad Adventista de Bahía (FADBA) prevén la realización de un evento internacional online sobre la vida y el legado de este pionero.

El pastor

Jaime White, en 1843, era un pastor miembro de la Conexión Cristiana, una denominación religiosa restauracionista, o sea, buscaba rescatar el estándar de creencia de los comienzos del cristianismo. En su evaluación, ¿lo influenció eso para el movimiento millerita y cómo sucedió eso?

Jaime nació en una familia cristiana que lo influenció a buscar y seguir la verdad bíblica. Su padre, John White, un buscador de la verdad, se hizo miembro de la Conexión Cristiana porque entendía que sus enseñanzas eran más fieles a las Escrituras que las del determinismo calvinista. Su madre, Betsey, lo convenció de asistir a una reunión millerita que fascinó a Jaime con las profecías bíblicas. La influencia del hogar moldeó a Jaime a tener la Biblia como única regla de fe y a seguir la verdad, independientemente de los riesgos. Esa actitud fue fundamental para que él fuera uno de los cofundadores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Él identificó que, si los adventistas eran diferentes, no era porque buscaban eso como ventaja en la vida, sino “por el respeto a la Biblia que amamos” (Bible Adventism, página 10).

La vida en familia

Hable un poco, con base en sus investigaciones, con respecto a la relación de matrimonio de Jaime y Elena White, la convivencia con los hijos y las dificultades financieras y de salud que la pareja enfrentó para estructurar el movimiento al principio.

Jaime y Elena se casaron el 30 de agosto de 1846. El comienzo fue de extrema pobreza y desafíos, pero las dificultades acercaron al matrimonio. En el matrimonio, las diferencias pueden traer conflictos, y el matrimonio White enfrentó crisis matrimoniales. Las dificultades se agravaron con la enfermedad de Jaime. En la educación de los hijos, siempre tuvieron prioridad para educarlos para la vida eterna, pero eso no significaba que no cometieran errores nunca. Tuvieron conflictos generacionales y, en especial con el tercer hijo, Edson, Jaime tuvo problemas que complicaron la relación padre/hijo. Pero, en estos conflictos, se demuestra en las cartas escritas por ellos que había una concordancia en relación al papel y la prioridad de la misión en la vida de ellos. Eso, sin embargo, en ningún momento fue hecho en detrimento o abandono de la familia. Las cartas demuestran una familia que, a pesar de las dificultades, todos se amaban unos a otros y se interesaban por el bienestar del otro.

El líder

En los registros históricos, Jaime White es muy conocido por su emprendimiento en relación a la obra de las publicaciones adventistas. ¿Qué hechos le llaman la atención con respecto a ese ímpetu por crear y mantener publicaciones sobre las enseñanzas bíblicas?

Desde el comienzo, Jaime entendió que las publicaciones eran fundamentales. En 1848, con una visión de Elena White, quedó claro que los periódicos también ayudarían en este emprendimiento. En 1849, Jaime inició el primer periódico regular de los adventistas del séptimo día, The Present Truth (en la actualidad, Revista Adventista), y después fundó la casa publicadora Review and Herald. Aunque el mensaje fuera poco amable, el grupo fuera pequeño y tuvieran pocos recursos financieros, Jaime dedicó su vida a la enseñanza de este mensaje porque entendía el papel profético del  adventismo. Para él, la página impresa era necesaria, pues hacía que los lectores pudieran tomarse tiempo para leer con calma y verificar si el mensaje era bíblico.

La salud

Otro punto biográfico de la historia del esposo de Elena White es su salud débil, incluso el hecho de que murió a los 60 años. ¿Qué identificó usted en sus investigaciones con respecto a eso?

Jaime tuvo una infancia difícil a causa de sus problemas oculares y, tal vez, dislexia, lo que lo llevó a abandonar los estudios. A los 19 años, recuperado físicamente, regresó a los estudios y, con mucha perseverancia y dedicación, se convirtió en profesor y, posteriormente, pastor. El exceso de trabajo y las fallas en el estilo de vida llevaron a Jaime a sufrir algunos acv (accidentes cerebro vasculares), de los cuales el primero fue en agosto de 1865. Aunque la enfermedad no haya limitado completamente su capacidad de administrar, escribir, viajar y predicar, algunas veces eso lo dejaba deprimido, disconforme con la administración de los colegas, impaciente, y excesivamente resentido por las críticas injustas. En varios momentos, él pidió disculpas en privado y de manera pública. Aunque era imperfecto, sus amigos reconocían su intenso amor y celo por la causa de Dios. Él fue el principal responsable del establecimiento de las principales instituciones de la Iglesia Adventista.

Finalmente, si tuviera que destacar tres grandes contribuciones de Jaime White al adventismo y el cristianismo en general, ¿qué diría?

Primero, el equilibrio teológico de Jaime. Él demostró cautela y prudencia hermenéutica. En el período de la Guerra Civil Americana, en relación al Armagedón, etc. Jaime apelaba a la cautela al intentar identificar las profecías no cumplidas y el intento de forzar algunos eventos como si fueran los finales de la historia. Aunque no haya sido infalible, Jaime dio evidencia de fidelidad y prudencia en la interpretación del texto bíblico.

Segundo, Jaime fue un hombre de oración y acción. Él dedicó su vida al desarrollo del adventismo, lo que demuestra dependencia de Dios y, al mismo tiempo, una vida proactiva.

Por último, Jaime dejó un legado importante: hacer siempre lo mejor. “Es una vergüenza que los adventistas del séptimo día hagan un trabajo de segunda clase en cualquier cosa” (Jaime White, “Home Again”, Review and Herald, 24 de mayo de 1877, página 164).