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Cómo aplica las disciplinas eclesiásticas la Iglesia Adventista

Las disciplinas eclesiásticas funcionan como un instrumento para contribuir con el desarrollo de sus empleados y el cuidado del papel de la Iglesia en la sociedad.


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Las decisiones están pautadas por la orientación bíblica y por el interés de ayudar a las personas en su crecimiento en el trabajo para Dios (Foto: Shutterstock).

La Iglesia Adventista del Séptimo Día en Sudamérica posee una misión y, para cumplirla, cuenta con el apoyo de una gran estructura. Para atender a los más de 2.5 millones de miembros, más de 300 mil alumnos, pacientes y personas ayudadas por proyectos sociales, su estructura cuenta con más de siete mil servidores que se desempeñan en un régimen diferenciado de trabajo; son conocidos como obreros. Eso sin contar a los empleados en régimen común de trabajo.

Las actividades de los obreros están regidas por un manual llamado Reglamentos Eclesiástico-Administrativos (REA) de la División Sudamericana de la denominación, y este se aplica a los que sirven en Argentina, Bolivia,  Brasil, Chile, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay.

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Además de otras cuestiones esenciales para el funcionamiento de la Iglesia, ese documento define cuál debe ser el procedimiento que debe seguirse en caso de conductas inapropiadas de obreros, quienes son los representantes directos de la organización religiosa, lo que puede resultar en una disciplina eclesiástica.

En cuanto a eso, cada instancia de la Iglesia Adventista, como una Asociación, Misión y Unión, es responsable de sus propios obreros. Pero la decisión en cuanto a una disciplina no les corresponde solo a los gestores de la institución o sede a la cual están vinculados esos servidores. Las decisiones finales ante cualquier situación son el resultado del voto de una Junta Directiva, que está formada no solo por los administradores locales, sino también por otros integrantes, incluidos algunos miembros regulares de la Iglesia.

Para que el resultado tenga validez, no es necesario tener un voto confirmatorio de la Junta Directiva de la organización inmediatamente superior. O sea, hay autonomía eclesiástica para que una Asociación, por ejemplo, llegue a tomar una decisión sin que sea necesario el aval de la Unión, instancia que administra su trabajo.

Cómo funciona en la práctica

Primero, la situación reportada es analizada por los administradores de la organización en la que actúa el obrero involucrado; ellos son responsables de dar curso al procedimiento eclesiástico disciplinario.

Para garantizar un análisis más completo y un procedimiento transparente, y para que todas las partes involucradas sean debidamente escuchadas, la Junta Directiva nombra una Comisión Ministerial, compuesta por pastores ordenados de experiencia, para tratar el asunto.

La Comisión Ministerial tiene la tarea de analizar, de manera adecuada, el caso con ética, respeto y equilibrio, dando la oportunidad al obrero para presentar sus argumentos. Después de seguir el proceso completo, la Comisión Ministerial aprueba una recomendación para la correspondiente Junta Directiva, que tomará la decisión final, de acuerdo con las orientaciones presentadas en los Reglamentos Eclesiástico-Administrativos.

El REA especifica que la disciplina eclesiástico-administrativa puede variar desde un consejo, una exhortación, la advertencia o amonestación, hasta una suspensión correctiva por tiempo determinado, de no más de doce meses, o hasta una medida más severa, tal como la destitución o la separación del cuerpo de obreros.

El crecimiento para el avance de la misión

Hay cuatro aspectos de la relación del obrero con la Iglesia que pueden llegar a ser afectados en el caso de la aplicación de la disciplina eclesiástica: su licencia/credencial; su ordenación, si fuera pastor ordenado; su condición de miembro de la Iglesia, y su vínculo de servicio denominacional.

La aplicación de la disciplina en cualquiera de estos aspectos genera naturalmente dolor en la vida del obrero y de su familia, pero, como sucede con la disciplina aplicada en el hogar o en la propia iglesia local, puede contribuir a la restauración y el desarrollo de la persona involucrada. Además, la disciplina administrativa ofrece protección a la Iglesia y fortalece el concepto de santidad que debe caracterizar el servicio hecho a Dios.

La Iglesia lleva a cabo la disciplina eclesiástica administrativa de los obreros con imparcialidad, justicia, amor y ética, y hace todo el esfuerzo posible para ayudar en el desarrollo personal. Y aunque sea desvinculado del servicio denominacional, la Iglesia lo incentiva a continuar sirviendo a Dios con sus dones y experiencia en el templo local y en su nuevo ambiente de trabajo.

Este procedimiento, y todos los demás definidos en los reglamentos, sigue un principio bíblico de disciplina para corregir y ayudar. Este tipo de medida da la oportunidad para que los obreros crezcan en el desarrollo y perfeccionamiento del servicio a Dios. Además, contribuye para que la Iglesia, de manera organizada, predique el evangelio y cumpla fielmente la misión dada por Jesús.

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Edward Heidinger es teólogo, administrador y se desempeña como secretario ejecutivo de la sede de la Iglesia Adventista del Séptimo Día para ocho países de Sudamérica.