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Joven adventista: “Ser un OYIM, es ser un portador de esperanza”

Antonio insta a que los jóvenes hagan misión ya sea dentro o fuera de su país. “Cuando reciban el llamado no pregunten a Dios a dónde irán, ni por qué irán, sino digan heme aquí, envíame a mí”.


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Antonio Pedrozo - funcionario de la Unión Paraguaya (Foto: Virgilio Noguera)

Antonio Pedrozo (22) fue elegido para representar a Paraguay en el proyecto sudamericano “Un Año en Misión” (OYIM) 2019 en Río Grande Do Sul, Brasil. Él señala: “Estoy dejando mi familia, trabajo, y planes en agradecimiento a todo lo que Dios ha hecho por mí. No puedo escapar del llamado, si mi Padre lo entregó todo por mi causa”.

Antonio nació un 17 de julio de 1996 en la ciudad de Curuguaty, Paraguay. A los ocho meses de su nacimiento su madre biológica lo abandonó junto a su hermano de dos años, dejándolos con su padre. El progenitor, al no contar con los recursos para cuidar de sus dos pequeños, decidió contactar a una pareja a quién pidió que cuidase de ellos. Los esposos, Francisco y Julia aceptaron la propuesta y los amaron, cuidaron y educaron como a sus hijos.

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Antonio y su hermano junto a sus padres adoptivos vivían en una casa de paja, cerca de un río. Su vida cotidiana se basaba en la pesca. Antonio, tenía que ir descalzo a la escuela; atravesando esteras, barro y alambrados, porque el dinero no alcanzaba para comprar un par de zapatos. Esta situación perduró hasta la edad de 12 años, cuando cursaba aún el sexto grado de escuela.

Antonio Pedrozo junto a sus padres adoptivos (Foto: Cortesía de Antonio Pedrozo)

Una tarde, un joven pasó por la casa de Antonio haciéndoles la invitación para que estudien la Biblia. Era un instructor bíblico de la Iglesia Adventista. La familia comenzó a estudiar la Palabra de Dios y comenzaron a interesarse por lo que estaban aprendiendo. En el 2007, el instructor bíblico les hizo la invitación para que den el siguiente paso, el bautismo. Fue así que los cuatro integrantes del hogar se bautizaron.

Cierto día, mientras Antonio y su hermano jugaban a la pelota, fueron llamados por sus padres, quienes les revelaron el secreto de que ellos no son sus verdaderos hijos. Tal confesión marcó la vida de Antonio, pero dentro de todo agradeció a Dios porque la noticia llegó cuando ya conocía sobre las verdades bíblicas, “eso ayudó a que esté salvo de las drogas o mal vivir”, señala.

Antonio considera que nada existe o pasa por casualidad, sino que Cristo dirige todo. “Yo creo que Dios permitió que tenga una familia adoptiva, para conocerle a Él y luego salvar a mi familia real. No los conozco en persona pero en algún momento sé que Dios permitirá que así sea”.

Actualmente, Antonio trabaja en la Unión Paraguaya (Sede Administrativa de la Iglesia Adventista) y está dispuesto a seguir siendo un misionero para Cristo. “No es fácil, pero si Dios llama es porque Él tiene todas las cosas acomodadas. Uno nunca pierde cuando deja algo por Dios; al contrario gana muchísimo más de que lo que deja”, señala.

Antonio Pedrozo junto a la bandera de OYIM - en su primer año en misión en el 2017 ( Foto: Cortesía de Antonio Pedrozo)

Después de haber aprobado la evaluación, Antonio representará a Paraguay el siguiente año. “Para mí, representar a mi país es un privilegio que a la vez conlleva a una gran responsabilidad, ya que estoy representando al pueblo adventista paraguayo. De una u otra manera muchas personas confían en mí, así que voy a dar lo mejor”, enfatiza.

Mediante este proyecto, Antonio espera adquirir más experiencia y crecer en conocimiento para luego replicar el mensaje en los jóvenes paraguayos. Su versículo favorito es Génesis 24:7 e insta a que los futuros misioneros no teman, porque el Señor irá delante de ellos, peleando la batalla. “Cuando reciban el llamado no pregunten a Dios a dónde irán, ni por qué irán, sino digan heme aquí, envíame a mí”.