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Volver al (mejor) futuro

¿Carreteras? Para donde vamos no necesitamos de carreteras.


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“¿Rutas? ¡Hacia dónde vamos no necesitamos rutas!”

“Volver al futuro”. Cualquier joven que vivió entre los años 80 y 90, conoce la historia ficticia de Robert Zemeckis, que de tantos seguidores se transformó en un ícono cultural. Lo que más le encantó a esas generaciones, sin lugar a dudas, fueron las imágenes de la segunda película lanzada en 1989 (de donde salió la frase de la introducción de este texto): ¡Volver al futuro!

Recuerdo detalles de la escena épica cuando Marty McFly (personaje de Michael J. Fox), va al centro de Hill Valley y ve como todo cambió. Hologramas, medios de transporte voladores, robots y automáticos por todos lados. Todo era tan increíble, tecnológico… ¡fascinante!

En aquella época, ni yo y ni la mayoría de la audiencia de la película imaginaban que llegaríamos al año soñado en el filme por Zemeckis. Parecía muy lejos. Pero, al comenzar este año el zeitgeist cultural quedó en la polvareda: ¡llegó 2015! Tanto que se creó una fecha conmemorativa del día exacto de la llegada al futuro de los personajes de la película: 21 de octubre de 2015, el “Back to The Future Day” [El día de la vuelta al futuro].

Claro, las marcas no perdieron tiempo para aprovechar la “fecha conmemorativa”. Marcas como Toyota, Mercedes, Pepsi, entre otras, están haciendo campañas publicitarias basadas en la historia de la película. Las empresas hacen promociones, YouTube graba videos con el tema y los grupos de WhatsApp envían memes con los personajes. Octubre de 2015 se convirtió en el mes de la celebración al futuro.

Esta pasión por el futuro siempre acompañó la existencia del ser humano. Recientemente, el Dr. Daryl Bem, de la reconocida Cornell University, causó fricciones al decir que tenía pruebas concretas de que el ser humano poseía capacidades premonitorias, o sea, somos capaces de prever el futuro. Los debates fueron intensos y muchas de las pruebas del Dr. Ben fueron consideradas como “anecdóticas” e “inconsistentes”.

Una cosa es cierta, antes de resolver los enredos de las ficciones como el de “Volver al futuro”, los tiempos por venir siempre fueron atemorizadores. Guerras, invasiones extraterrestres (la historia “Guerra de los Mundos”, de H.G.Wells es un fuerte ejemplo), lluvias de meteoros, apocalipsis nuclear, entre otras catástrofes, nos dejaban con pavor en relación al futuro. Sin embargo, en los últimos tiempos, cuestiones como los descubrimientos científicos, el glamour por el futuro en el cine y en las artes y el aparente clima de buena voluntad en el mundo parecen habernos dado una visión de que el futuro es lindo. Y que la humanidad triunfará ante los desafíos que la actualidad presenta.

Infelizmente, vemos este escenario también en la religión. Cada vez más las denominaciones están dejando de colocar el foco en la verdadera misión y se concentran en el futuro mejor de los miembros, pero en un futuro mejor aquí en la Tierra. Es más o menos así: ore, venga a la iglesia y entregue el diezmo, pues al hacerlo, Dios le dará una vida sensacional, con muchos inmuebles, muebles y automóviles. Y si esto no sucede, simplemente la culpa es de su falta de fe. Esta discusión va al encuentro del pensamiento de un excelente futuro que la humanidad está creyendo y afirmando que tendrá. Infelizmente, podemos notar ese escenario también en medio de muchos hermanos nuestros.

Realmente no es pecado imaginar un futuro lleno de éxitos financieros, profesionales, familiares, entre otros. Pero no podemos perder el foco del futuro real que nos espera. La Biblia es clara en indicarnos cuál es este futuro. Un futuro increíblemente mejor que cualquier futuro imaginado por mentes humanas que pueda presentarse aquí en este planeta.

La iglesia cristiana tiene por obligación predicar sobre este futuro a toda nación, tribu, lengua y pueblo (Mat. 24:14). Este tiene que ser el tema principal de cualquier comunicación de la iglesia, sea un sermón, un evento, un programa de televisión, un aplicativo móvil y, especialmente, en el evangelismo de cada uno de sus miembros. Resalto la necesidad que tenemos, como iglesia, de invertir cada vez más en estudios de profecías. Un ejemplo del éxito de este tema es la enorme audiencia y búsqueda de programas como “Biblia fácil profecías” (programa de estudio de la Biblia sobre profecías) de la TV Nuevo Tiempo, y el reciente “Ultimo Imperio”, programa de evangelismo web promovido por la Iglesia Adventista. Esta parece ser un abordaje efectivo para el público actual.

Nuestro futuro al lado de Cristo en las mansiones celestiales (Juan 14:1-3), debe ser el agente impulsor en esta oscura y nada fascinante vida terrenal. Si hay una pasión muy grande en las personas por imaginar el futuro de la humanidad, mostremos con ahínco cuál será este futuro. Mostremos al mundo que, en vez de soñar con un futuro que tenemos la seguridad de que no sucederá aquí en esta tierra, es mucho mejor estar listos para ¡volver al mejor futuro!

PARA LEER, VER Y ESCUCHAR MÁS:

Biblia fácil profecías: Sito oficial del programa de la TV Nuevo Tiempo:
http://novotempo.com/bibliafacil/

El último imperio: Vea cómo fue esta serie evangelizadora vía Internet: http://biblia.adventistas.org/pt/oultimoimperio/

Entre la fascinación del pasado y el enigma del futuro: Texto de Isaías Pessoti, sobre la pasión del ser humano por el futuro:

http://pt.slideshare.net/mntisz/entre-o-fascinio-do-passado-e-o-enigma-do-futuro

Fábio Bergamo

Fábio Bergamo

Marcas & Marcas

El marketing y su relación con la religión

Doctor en Administración por la Universidad Federal de Bahía (UFBA), enseñó en diversas instituciones. Actualmente es docente en el área de Marketing, Estrategia y Tecnología en el Centro Universitario Adventista de Sao Paulo (Unasp), Brasil. Fue considerado uno de los 100 profesores de marketing más influyentes del Twitter por la SMM Magazine. @bergamomkt