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Tres religiones, un techo

Los riesgos para la identidad bíblica basada en el Apocalipsis del proyecto que busca unir tres religiones bajo un mismo techo.


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DEU, Deutschland, Berlin, 07.09.12, Architekturwettbewerb Bet- und Lehrhaus Petriplatz, Ev. Kirchengemeinde St. Petri - St. Marien [Photography: © michel-koczy.com, info@michel-koczy.com, tel.+49 171 8323257]

Conozca el proyecto The House of One y reflexione sobre los complejos desafíos de la posmodernidad. [Photography: © michel-koczy.com, [email protected], tel.+49 171 8323257]

Conozca el proyecto The House of One y reflexione sobre los complejos desafíos de la posmodernidad.

Un análisis sencillo del mundo en que vivimos indica que todo está bajo amenaza y puede cambiar. Economía, política, relaciones sociales, familia, educación y el universo religioso están susceptibles a una profunda metamorfosis que se procesa de modo silencioso para traer a la luz una realidad completamente nueva. En el campo de la religión, los valores posmodernos se enraízan y se expanden para crear un escenario sorprendente, inusitado y, para algunos, chocante.

The House of One

Una muestra de eso está en un proyecto inédito que está surgiendo en Berlín, Alemania. Una asociación que reúne a líderes judíos, cristianos y musulmanes, además de organismos  gubernamentales y académicos seculares, y promueve una campaña de recaudación de fondos para la construcción de The House of One [La casa de uno] un complejo que incluirá una mezquita, una iglesia y una sinagoga bajo el mismo techo.

La idea es ofrecer un espacio reservado a cada uno de los tres grupos, pero los tres espacios sagrados estarán interconectados por un mismo hall. Los que frecuenten esos espacios se encontrarán en ese espacio central. Según los organizadores, el objetivo es proporcionar un área para la convivencia y para incentivar el diálogo y el respeto mutuos. “Cada fe mantendrá sus aspectos distintivos dentro de sus respectivas áreas. […] Y, juntos, queremos usar el espacio central para el diálogo y discusiones, y también para personas sin fe”, comenta el pastor Gregor Hohberg, uno de los “embajadores” del movimiento.

Un aspecto de la naturaleza revolucionaria de la iniciativa es el simbolismo del lugar elegido para la construcción del complejo: exactamente sobre los fundamentos de la primera iglesia cristiana de Berlín, en el corazón de la capital alemana. La Petrikirche [Iglesia de Pedro], cuyos orígenes se remontan al siglo XII, había sido seriamente damnificada en la Segunda Guerra Mundial y destruida en el período de la Guerra Fría. Después de considerar qué hacer con el local, se optó por cederlo a un proyecto que no atendiera solo a un grupo religioso.

Vea un video sobre el proyecto (en inglés)

Por fuera, el complejo estará marcado por la neutralidad de los ladrillos, sin ninguna característica religiosa, pues “comunicar el interior de The House of One para el exterior” no contaría la historia exacta, afirma el arquitecto Wilfried Kuehn. “Para nosotros, es importante que The House of One sea única en el paisaje de la ciudad, que no esté acorde a su alrededor inmediato. Las personas notarán que es algo nuevo y extraordinario, sin saber exactamente qué es”, completa Kuehn.

Valores

Pero, es en el campo de las ideas que el proyecto revela sus mayores rupturas. Como es lógico que un plan de esa naturaleza lo exija, se establecieron los valores fundamentales para orientar la convivencia en un mismo lugar. Los ideales son dignos de alabanza, “no violencia y respeto por la vida”, solidaridad, “respeto e igualdad”, principios que nosotros como adventistas defendemos en nuestros esfuerzos por la libertad religiosa del mundo.

Sin embargo, esos valores amplios propuestos por la iniciativa contienen elementos nuevos que desafían los valores bíblicos. Al mismo tiempo que se establece el respeto al otro como un valor innegociable (como realmente es), la propuesta es que no se haga proselitismo religioso. Así, el proyecto se muestra contrario tanto a la idea de identidad especial en cuanto a la misión, una idea típicamente posmoderna. Si respetar al otro significa no predicarle, seguramente, predicar sería “considerarlo o tratarlo como un ciudadano de segunda clase”. Eso lleva a conclusiones delicadas, pues rechaza la posibilidad de que un grupo humano tenga la verdad y que pueda predicarla. A su vez, la “verdad” queda sujeta a la tradición y a la cultura religiosa de cada pueblo. Y cada verdad debe respetarse como poseedora de un valor particular, pero ninguna de ellas puede concebirse como un valor absoluto, sino relativo.

Ambos aspectos se ven de modo bien diferente por los adventistas, quienes encuentran su identidad única en Apocalipsis 12:17 y 14:12, y su misión en Apocalipsis 14:6-12. Dios tiene un pueblo remanente en la Tierra, que “guarda los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (14:12), cuya misión es “predicar a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (v.6) Aunque Dios tenga hijos en todas las religiones y aun fuera de ellas, y todas las religiones deban ser respetadas, no podemos renegar nuestra identidad y misión, en nombre del “respeto” políticamente correcto de nuestros días.

Forzar a otros a tener la misma fe no solo sería falta de respeto, como una violencia, sino compartir la fe en amor sería un gesto de bondad. Sin querer ser ofensivos, no debemos dejar de afirmar que la verdad existe, y que se encuentra tanto en la Palabra escrita (la Biblia) como en la Palabra encarnada (Jesús).

Por otro lado, notamos también que la simbólica iniciativa de The House of One no es un hecho aislado, sino una condensación del espíritu de los tiempos actuales. El relativismo aplicado a la religión tiende al ecumenismo. Aunque proponga mantener las distinciones y el respeto mutuo, el énfasis está en la interacción y en la comunicación tendiente compartir. Eso no significa que el proyecto pretenda que los grupos se fundan, sino que busquen intencionalmente descubrir lo que tienen en común, no solo entre sí, sino también en relación a la sociedad secular.

De acuerdo con esa mentalidad, se defiende que los grupos no eliminen sus elementos distintivos, pero que tampoco se propongan públicamente. Ese tipo de predicación es casi un nuevo principio universal, defendido desde el presidente norteamericano hasta los vendedores ambulantes de Sao Paulo. Al final, “Dios es uno solo”, y para convivir en paz entre humanos, debemos trabajar en torno a nuestros “valores comunes”.

Visión de futuro

En una época en que no existía la posmodernidad, ni se imaginaba un ecumenismo, los adventistas predicaban que sucedería. Para los adventistas, la realidad actual es una señal de que los eventos finales se están manifestando. “Pero desde hace años se viene notando entre las iglesias protestantes un poderoso y creciente sentimiento en favor de una unión basada en puntos comunes de doctrina. Para asegurar tal unión, debe necesariamente evitarse toda discusión de asuntos en los cuales no todos están de acuerdo, por importantes que sean desde el punto de vista bíblico” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 439).

Pero, al mismo tiempo en que rechazan el ecumenismo que corrompe el compromiso con la Palabra de Dios, los adventistas incentivan una actitud proactiva de respeto y amor cristiano con líderes y miembros de otras iglesias. Elena de White, por ejemplo, dijo que los pastores adventistas deberían acercarse a los pastores de otras denominaciones. “Oren por ellos y con ellos, pues Cristo intercede en su favor. [...] Como mensajeros de Cristo, deben manifestar profundo y ferviente interés en estos pastores del rebaño” (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 84; ver El evangelismo, p. 109, 409). “Aunque no hemos de sacrificar un solo principio de la verdad, debemos procurar constantemente ese estado de unidad” (Elena de White, Mente Carácter y personalidad”, t.2, p. 829; El gran conflicto, p. 42).

Las complejas transformaciones del mundo actual desafían cada vez más al pueblo de Dios. Surgen iniciativas con propósitos muy positivos, por un lado, pero que levantan serias preguntas por otro. Al mismo tiempo que debemos evitar herir sensibilidades, no podemos desviarnos de nuestro apego a la Biblia y a sus enseñanzas. Debemos respetar las diferencias, pero no olvidar de quién somos y cuál es nuestra misión. En tiempos de relaciones cada vez más delicadas, necesitamos tanto de la dirección divina como de un conocimiento profundo para dar una respuesta adecuada a nuevos desafíos.

Diogo Cavalcanti

Diogo Cavalcanti

Apocalipsis

El universo de las profecías bíblicas y sus respuestas para la inquietudes actuales

Graduado en Teología y en Comunicación Social, con posgraduación en Letras, trabaja en la redacción de la Casa Publicadora Brasileira (CPB). Es uno de los editores de libros, entre ellos, el Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día en portugués.