Noticias Adventistas

Biblia

Cuando la felicidad depende de una decisión

En un pueblo alejado de Europa vivía un hombre rico dueño de varios terrenos y ganado. Este hombre tenía dos hijos uno de ellos, llamado Dilan, a los 24 años decidió enrumbarse lejos de su hogar a estudiar en una de las mejores universidades de Europ...


  • Compartir:

En un pueblo alejado de Europa vivía un hombre rico dueño de varios terrenos y ganado. Este hombre tenía dos hijos uno de ellos, llamado Dilan, a los 24 años decidió enrumbarse lejos de su hogar a estudiar en una de las mejores universidades de Europa. Dilan, un joven bastante parecido, sabio e inteligente eligió matricularse en derecho y ciencias políticas. Rápidamente el joven se hizo conocido por destacar en las diversas materias de la carrera. Pronto Dilan estaba detrás de un púlpito disertando para cientos de personas. Sin embargo, no todo en su vida era felicidad. A él le faltaba una compañera que lo acompañara en el trayecto de la Universidad y próximamente toda su vida. Dilan tenía un problema, era un tanto orgulloso y bastante selectivo, durante sus cortos años de juventud había rechazado a las señoritas porque según él tenían muchos defectos y buscaba una “princesa”, la mujer perfecta.

Los meses pasaron, llegó la primavera, y un día, salió a caminar bien temprano por la mañana y se sentó debajo de un árbol a hablar con Dios y a preguntarle donde encontraría a esa princesa que tanto esperaba. Día tras día iba al mismo lugar y se sentaba sobre las hojas amarillas, rojas, y anaranjadas que caían de los árboles, frente a él se divisaba un lago y el sol se reflejaba sobre el agua. Lugar perfecto para Dilan.

Cierto día mientras caminaba por el camino de siempre se encontró con una señorita que llevaba en su mano un libro y en la otra una hermosa flor, ella pasó junto Dilan y este no le prestó atención porque estaba pensando más en él y en la razón por la cual no conseguía a la mujer de su vida, esto sucedió repetidas veces, por un mes. Hasta que cierto día, a la señorita se le cayó el libro de su mano y él se agachó para recogérselo y se lo entregó. Lástima él visualizó rápidamente, su físico, y porque no le gustó lo que veía siguió su camino. Al cabo de seis meses, Dilan, fue un poco más tarde a caminar que lo de costumbre y en el camino encontró el mismo libro que había recogido para alcanzárselo a la señorita, lo abrió y de sus páginas cayó una nota escrita a mano que rebotó entre las hojas secas. Se quedó pasmado con lo que vio y leyó, eran palabras que cambiarían su vida. En el papel estaba escrito lo siguiente: “Querido Dios, tú sabes que hasta el momento siempre he querido agradarte y no he jugado con los sentimientos de tus hijos, por eso te he pedido por algunos años que coloques en mi camino al lago, al hombre al cual haré feliz y serviré hasta que nos des vida. Yo lo amo desde que te comencé a pedir por él, cuídalo, líbralo de caer en la trampa del enemigo y prepáralo para nuestro encuentro. Señor, tú sabes que mi físico no es atrayente, pero confío en que ese hombre se fijará en mi interior y no en lo que sus ojos puedan ver a simple vista. Que se haga tu voluntad. Amén”. Dilan, se sentó y lloró postrado a Dios, no podía creer lo que había acabado de leer. Finalmente, las horas pasaron y comenzó a oscurecer y, él se sentó en el mismo lugar donde ella pasaba cada día para ver si por si acaso regresaba, pero nunca más regresó ¿qué pasó con aquella desconocida?

Pasaron tres meses y en la universidad comenzaron los rumores de que el hijo de un conde que había llegado hace un tiempo a la universidad estaba saliendo con una señorita ejemplar. Dilan, escuchó eso de sus amigos de clase pero pasó de largo ya no le importaba “nada”, solo quería estar solo. Pasó un año y anunciaron que el hijo del conde se casaría con una bella dama, y que todos estaban invitados a la boda. Y claro, pasado los doce meses, Dilan, fue a la esperada boda y mientras estaban los invitados sentados esperando que ingrese la novia, Dilan recordaba la nota que había encontrado entre las hojas y el libro. La marcha nupcial comenzó a sonar y grande fue la sorpresa que nunca olvidaría, que la novia era ella aquella dama con la cual se cruzaba cada día. ¿Qué piensas al respecto? ¿Qué lección te deja esta historia amigo (a)?

Parafraseo un dicho popular a mi manera, que todo lo que viene en frasco pequeño no siempre es la esencia. ¿Qué es lo primero que miras en una persona? ¿Su físico? ¿Acaso no sabes que la apariencia no dura y que lo que lleva dentro dura para siempre? ¿Cuántas oportunidades de hacer amigos o de matrimonio has dejado pasar solo por ser superficial?

Cuando Jesús nació en Belén de Judea, no lo hizo en cuna de oro, se encontró el lugar más humilde y sencillo de la ciudad para su nacimiento, porque para él no se halló mesón. Un Dios que se hizo hombre para darnos ejemplo de humildad. Cuantas personas comenten el gran error de sus vidas al dejar pasar oportunidades que Dios coloca en sus caminos, que les parecen insignificantes, solo porque quieren lo que piensan que es “mejor” para ellos y dejan de tomar en cuenta la voluntad de Dios, cuando lo mejor siempre viene de arriba.

La Biblia en la versión Reina Valera de 1960 dice lo siguiente en 1 Corintios 1: 25 al 28:

25 Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres.
27 sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte;
28 y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es,
29 a fin de que nadie se jacte en su presencia.

¿Lección? Nunca menosprecies a tu prójimo, menos lo que Dios coloca en tu camino. La vida es tan corta que hay que saber vivirla al lado de Cristo, aceptando su voluntad. No temas tirarte al vacío si sabes que caerás seguro en los brazos del Señor. Ni juzgues a las personas por su apariencia porque puedes dejar de encontrarte con una mina con mucho más valor que el oro.

Joven y señorita, tú que andas en el valle de la indecisión, o estás esperando una respuesta de Dios, abre bien tus ojos porque sus oportunidades pueden estar a tu alcance pero por el simple hecho de fijarte solo en ti, puedes perder el derecho a ser feliz. No dejes de orar al Padre que Él conoce todas tus necesidades, anhelos y sueños. (Salmo 37:4 y 5)

Comparto lo que mi mejor amiga dijo: “Si Dios quiere algo para ti, te lo dará sea como fuere, no te preocupes solo aférrate a Cristo y haz tu parte, solo así serás feliz, pero si te esfuerzas por tener algo que Dios no quiere para ti, solo serás infeliz”.

Recuerda que las oportunidades solo se tienen una vez en la vida. No las pierdas a la luz de la Palabra y voluntad del que quiere todo el bien para ti, Dios.

Carolyn Azo

Carolyn Azo

Desafíos espirituales

Reflexione sobre las vicisitudes de la vida en su caminar diario con Dios y sepa que aún existe esperanza.

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Peruana Unión, trabajó en el canal internacional 3ABN, en Estados Unidos, y en varias instituciones adventistas y en la sede Sudamericana de la Iglesia Adventista. @karolineramosa