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Tres decisiones importantes

Tomar buenas decisiones saber escoger bien tal vez sea nuestra mayor libertad y nuestra mayor fuente de fuerza.


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tres-decisoes-importantesNuestra vida sería mucho más fácil si tuviéramos que tomar solo decisiones lógicas. La vida sería más fácil, aunque también creo que no tendría gracia. Pero, como la vida humana es imprevisible, debemos aprender a tomar decisiones estratégicas. Como sugiere Sergio Zaccarelli en su libro Estratégia e Sucesso nas Empresas [Estrategia y éxito en las empresas], la racionalidad de la imprevisibilidad solo puede enfrentarse por las decisiones estratégicas. Eso vale para las empresas y para las personas.

Sin lugar a dudas, tomar buenas decisiones, saber elegir bien, tal vez sea nuestra mayor libertad y nuestra mayor fuente de fuerza. Sin embargo, decidir es también una gran responsabilidad. Al final, para los seres humanos decidir implica voluntad, mientras que los animales simplemente eligen por instinto. De hecho, los animales no tiene elección, ellos siguen un script grabado en el código genético. Nosotros debemos elegir. Quien simplemente se deja llevar por las circunstancias, quien simplemente no usa su capacidad de decisión, está solo sobreviviendo. En vez de vivir, está apenas existiendo.

¿Cuáles serían las decisiones más importantes en la vida personal? Esta es una pregunta esencial y compleja, pues exige una respuesta bastante subjetiva. Con la intención de encontrar una respuesta a esa pregunta, pensando y leyendo aquí y allá, seleccioné algunas decisiones o elecciones que creo son fundamentales para una vida de éxito. Quiero compartir mi lista de solo tres puntos.

  1. Elegir nuestro carácter

Tener un buen carácter con seguridad es una buena elección, pues nuestro carácter es nuestra marca que nos acompaña todos los días de nuestra vida. Tener un buen carácter hace toda la diferencia.

El escritor Stephen Kanitz, cuenta el caso de un amigo de la infancia, Zeca, que se casó con la chica más linda de su clase. Ella tenía una hermana menor y más bonita, de 16 años. Después de dos años de casado, Zeca terminó teniendo un caso con la linda cuñada y muy pronto fue descubierto por la esposa. Él se disculpó diciendo: “No sé lo que pasó por mi cabeza, ella simplemente se entregó”.

El profesor Kanitz dice que muchos años después, cada vez que encontraban a Zeca, él y los amigos intentaban disimular una sonrisa maliciosa. Aún después de más de veinte años, cada vez que lo encuentra, Kanitz confiesa que la primera imagen que viene a su mente es: “Ahí viene Zeca, el que tuvo un caso con la cuñada”.

El escritor reflexiona que las acciones que manchan nuestro carácter nos marcan para el resto de la vida. Por eso, transgredir la moral y la ética puede ser más desastroso que transgredir las leyes del país. Acciones que mancharon nuestro carácter las sufrirán nuestros hijos y nietos. Ellos tendrán que explicar las tonterías y errores que nosotros cometimos.

Tener un buen carácter tal vez no nos garantice un lugar destacado en la empresa donde trabajamos. Pero tengo absoluta convicción de que tener un buen carácter nos garantizará un sueño tranquilo, una conciencia en paz y una completa paz de espíritu.

  1. Blanchard afirma que “las circunstancias nunca forman el carácter, ellas simplemente lo revelan”. El predicador D. L. Moody tenía la costumbre de decir que “carácter es lo que el hombre es en la oscuridad”. Thomas Chalmers dice que “el carácter con el que descendamos a la sepultura cuando muramos será el mismo carácter que tendremos en la resurrección.

A su vez, la Biblia dice en Salmos 1:3 que las personas de buen carácter “son como árboles plantados junto a corrientes de agua y todo lo que hacen prosperará”. Lo que quiere decir este Salmo es que Dios bendecirá a quien cultiva un buen carácter. ¿Usted quiere ser una persona bendecida por Dios? ¿Quiere recibir las gracias de Dios? ¿Quiere prosperar en su trabajo? ¿Quiere prosperar en su familia? La receta es muy sencilla: preocúpese en cultivar un buen carácter, y deje el resto por cuenta de Dios. En el tiempo justo y de la manera apropiada él recompensará su buen carácter.

  1. Elegir la manera como tratamos a las personas

Podemos humillar a las personas, o podemos valorizarlas. Podemos ser egocéntricos y egoístas, o podemos ser generosos y solidarios. Podemos mirar a las personas con desdén y arrogancia o podemos mirarlas con respeto y amistad. Podemos vengarnos de una ofensa o podemos personar. Podemos retribuir a la altura de una sonrisa irónica o podemos sonreír con ingenuidad.

El hecho es que nosotros decidimos la manera como queremos tratar a las personas.

“Cierto beduino estaba dentro de su carpa bajo el sol de Palestina, cuando entró corriendo un chico adolescente que se refugió detrás de él llorando y gimiendo. En seguida llegó una turba alborozada, empuñando pedazos de palos y cuchillos. Abrieron la puertita de la carpa y le dijeron al beduino:

--Danos ese chico porque es asesino.

El beduino respondió:

--Pero hay una ley entre nosotros que dice que cuando un asesino se refugia en una carpa y el dueño de la carpa le da protección, él esta absuelto. Yo me compadecí de este chico, quiero perdonarlo.

El chico temblaba. Pero ellos dijeron:

--Usted lo quiere perdonar porque no sabe qué hizo y ni a quien mató.

El beduino respondió:

--No importa, yo quiero perdonarlo.

Los hombres entonces afirmaron:

--Él mató a su hijo. Vaya a ver su cuerpo sangrando en la arena de allí afuera.

El beduino quedó en un profundo silencio y angustia, después enjugando las lágrimas, dijo:

--Entonces lo voy a criar como si fuese mi hijo a quien él mató”.

Nosotros decidimos la manera como queremos tratar a las personas. Tenemos el derecho de enojarnos, enfurecernos indignados, pero no tenemos el derecho de herir y lastimar a las personas simplemente porque estamos enojados. Como personas maduras, no podemos simplemente vivir de reacciones: “Si alguien me hace mal, yo le hago el doble”. ¡No! Somos gente, gente inteligente. Tratar bien a las personas es una decisión importante.

Al tratar con las personas podemos adoptar una de las siguientes reglas:

è Regla de hierro: “Haré a otros el doble del mal que me hagan”. La gente insensata y desequilibrada actúa así. Pero usted –lector, lectora—no es insensato y ni desequilibrado. Entonces, descartemos esta regla.

è Regla de plata: “No haré a otros el mal que me hicieron. Pero tampoco les haré ningún bien”. Esta es una actitud meramente interesada, egoísta, pragmática. Tampoco sirve para gente inteligente y sabia.

è Regla de Oro: De acuerdo a Mateo 7:12: “[…] todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos”. Esta es la regla más completa sobre cómo tratar a las personas: “Haré a los demás el bien que me gustaría que ellos me hagan”.

  1. Elegir a Dios

Alguien puede pensar que Dios es útil para los débiles y tontos, y así como Sigmund Freud, puede pensar que la religión es una fuga de la realidad, o que la religión es innecesaria para personas mentalmente sanas, porque es una neurosis obsesiva y universal de la humanidad. Todos tienen el derecho de pensar así.

Entretanto, podemos pensar que la religión es la tentativa de concebir el universo entero como humanamente significativo, y que por eso la religión y el reconocimiento de la existencia de Dios son fundamentales para una vida significativa. La religión y la religiosidad están en la sustancia de la cultura y de las personas. Podemos cambiarle el nombre a Dios o hasta huir de él, pero él está siempre allí. Podemos hasta rechazar a Dios, pero él está allí, y por eso lo podemos rechazar. Nadie rechaza lo que no existe.

Cuando el asunto es Dios, normalmente tenemos seis alternativas.

  1. Ignorar que existe.
  2. No comprenderlo.
  3. Evitarlo
  4. Combatirlo
  5. Diferirlo
  6. Desear conocerlo y vivir a la luz de su voluntad.

¿Cuál es su postura? Espero que usted desee conocerlo diariamente y que viva a la luz de su voluntad.

***

Cultivar un buen carácter, tratar bien a las personas y relacionarse diariamente con Dios: son elecciones de personas inteligentes como usted.

 

Adolfo Suárez

Adolfo Suárez

Escuchando la voz de Dios

Reflexiones sobre la teología y el don profético

Teólogo y educador, es el actual decano del Seminario Teológico Adventista Latinoamericano (SALT) y Director del Espíritu de Profecía de la DSA. Máster y Doctor en Ciencias Religiosas, con posdoctorado en Teología, es autor de varios libros y miembro de la Sociedad Teológica Adventista y de la Sociedad de Literatura Bíblica.