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El alumno nota diez que fue reprobado

Todos debemos imitar al Maestro. Si lo hacemos así, con seguridad el producto final será un alumno nota diez, que no será reprobado en el ingreso a la Escuela de la Vida.


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En la opinión de sus colegas de curso, él era el mejor alumno de la clase. Todos lo consideraban el más despierto, el más inteligente, el mejor informado y el más influyente.

Él también se consideraba el mejor del grupo. Mientras los demás pensaban en algo, él ya se había anticipado y concluido muchas cosas. Por eso, después de cualquier comparación, era inevitable que dijera: “Yo soy muy bueno, soy el mejor”.

Creo que, como profesor, me gustaría mucho tenerlo en mi clase. Su agudeza, sagacidad, inteligencia, influencia y capacidad de captar “al vuelo” lo que quiero decir haría mis clases mucho más productivas y motivadas.

En una prueba escrita, sería un modelo. En una investigación individual, estallaría. Más bien no se adaptaría a tal enseñanza cooperativa, pero… no lo necesitaría. Individualmente sería lo suficientemente bueno para encubrir cualquier error.

Si fuera alumno recién egresado del Nivel Medio, pasaría a la Universidad sin rendir el examen de ingreso. Rápidamente haría la maestría y el doctorado en Harvard, Cambridge, Yale, La Sorbonne. Enseñaría en Oxford y hasta escribiría una columna semanal en TheTimes.

Por lejos, era el mejor alumno de la clase. Pero, aunque le sorprenda, ¡ese alumno nota diez fue reprobado!

¿Qué? ¿Ese alumno fue reprobado? Eso mismo, fue reprobado. Su nombre era Judas Iscariote. Tuvo clases con el maestro Jesucristo.

Judas era eficiente en conocimientos, pero cultivó la disposición de criticar y acusar. Los discípulos lo tenían en alta consideración, y ejercía sobre ellos gran influencia, pero consideraba a sus amigos como muy inferiores a sí mismo. Decía que ellos estaban siempre al margen de todo. “Ustedes no tienen capacidad de hacer lo que Jesús necesita”, afirmaba.

Judas ocupaba un cargo de influencia en medio del grupo, pero dudaba de la eficacia de los planes de Jesús. Y por dudar sistemáticamente, su corazón alimentó la duda, la codicia y la rebelión.

Articulaba muy bien sus ideas, pero en algunas cosas se juzgaba más sabio que Jesús mismo. No, no solo se juzgaba más sabio que sus colegas, se juzgaba más sabio que Jesús mismo.

¿Sabe cuál era el concepto que el Maestro tenía de ese alumno nota diez? Juan 6:70-71: “Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?  Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón; porque éste era el que le iba a entregar, y era uno de los doce”.

Las consideradas “grandes escuelas” del nivel medio, de nuestros días, se preocupan de preparar campeones para el examen de ingreso a la universidad. Y, de hecho, pueden producir alumnos con conocimiento fantástico. Las “grandes universidades” invierten mucho en investigar a fin de consolidar su espacio académico. Es posible que usted sea un alumno de una de esas grandes escuelas o universidades. No hay nada de malo en eso. Pero, no debemos olvidar que el intelectualismo sin un equilibrio adecuado puede producir estudiantes fríos, traidores, cínicos, insensibles, rebeldes y hasta asesinos.

Sin embargo, no caigamos en el error de pensar que la religiosidad y el ritualismo resuelve cualquier problema. Sabemos que la religión sin ciencia puede producir alumnos fanáticos, “ciegos”, extremistas, legalistas.

Por lo tanto, ni una cosa ni la otra. Dios espera que desarrollemos el perfil de estudiantes y personas:

  • Competentes y comprometidos.
  • Inteligentes y sabios.
  • Activos y leales.
  • Racionales y espirituales.

¿Cómo conseguirlo? Aprendiendo a los pies del Maestro. Leyendo sobre él. Siendo competentes y bondadosos como él lo fue.

Todos debemos imitar al Maestro. Si lo hacemos así, con seguridad el producto final será un alumno nota diez, que no será reprobado en el ingreso a la Escuela de la Vida.

¿Cómo podemos aprender con el maestro Jesús a ser un gran alumno en la jornada de esta vida? ¿Qué errores debemos evitar? Lea este artículo y deje su comentario.

 

 

 

Adolfo Suárez

Adolfo Suárez

Escuchando la voz de Dios

Reflexiones sobre la teología y el don profético

Teólogo y educador, es el actual decano del Seminario Teológico Adventista Latinoamericano (SALT) y Director del Espíritu de Profecía de la DSA. Máster y Doctor en Ciencias Religiosas, con posdoctorado en Teología, es autor de varios libros y miembro de la Sociedad Teológica Adventista y de la Sociedad de Literatura Bíblica.