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Investigador está desarrollando vacunas comestibles a base de plantas y frutas

En su primera contribución con el nuevo método, William Langridge quiere prevenir la aparición y la progresión de la diabetes tipo 1.


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Por James Ponder, Universidad Loma Linda

Las vacunas podrán ser sintetizadas en tomates y papas, explica Langridge (Foto: Ansel Oliver, agencia de noticias de la Universidad de Loma Linda)

William Langridge está trabajando en una nueva forma de luchar en contra de enfermedades autoinmunes con vacunas comestibles. El profesor de bioquímica del Departamento de Salud de la Universidad de Loma Linda, una de las instituciones de enseñanza superior de la Iglesia Adventista en el mundo, cree que la mayoría de las personas prefiere comer un tomate antes que ponerse una inyección en el brazo.

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En un artículo publicado en diciembre de 2006 en la revista Scientific Amercian, él defendió el uso de vacunas comestibles para prevenir enfermedades infecciosas. En la última década, sin embargo, cambió su enfoque hacia las enfermedades autoinmunes.

Langridge dice que los resultados de su investigación previa, tomates y papas que sintetizan las vacunas, son igualmente importantes en la batalla contra esas enfermedades. Las vacunas comestibles son baratas y fáciles de transportar y pueden ser almacenadas a temperatura ambiente, en comparación con las vacunas tradicionales que requieren condiciones controladas y difíciles de mantener en lugares refrigerados.

Además de eso, producen menos efectos colaterales y son menos traumáticas para los niños, que prefieren comer un tomate antes que tener que sufrir una inyección en el hombro.

El flagelo de las enfermedades autoinmunes

El número de enfermedades autoinmunes reconocidas creció mucho en los últimos años, de un puñado que había hace una década atrás, pasaron a ser más de 100, comenta el investigador.

De acuerdo con la American Autoimmune Related Diseases Association (Asociación Americana de Enfermedades Autoinmunes), 50 millones de americanos sufren enfermedades de esta naturaleza, y algunas son bien conocidas, como la artritis reumatoide, síndrome del intestino irritable, esclerosis múltiple, y diabetes tipo 1. Langridge refuerza que las enfermedades autoinmunes están entre las 10 causas principales de muerte entre los niños, hombre y mujeres de todas las edades en el mundo en desarrollo.

Con el objetivo de parar el crecimiento de las mismas, él está yendo en dirección opuesta a todas sus tentativas anteriores que se enfocaban en prevenir enfermedades infecciosas. “Nuestro abordaje antiguo era hacer que las vacunas estimulen el sistema inmunológico para atacar los organismos que causan enfermedades infecciosas, pero ahora lo invertimos con una construcción de laboratorio de vacunas recombinantes que suprimen, en vez de estimular el sistema inmunológico para luchar en contra de un enemigo completamente nuevo”, explica.

El nuevo enemigo, claro, es la enfermedad autoinmune, que hace que el cuerpo use el sistema inmunológico para cometer suicidio. “¿te podrías imaginar algo biológicamente más loco?”, pregunta.

Durante la última década, Langridge y su equipo ha desarrollado plantas comestibles que producen vacunas multicomponentes llamadas proteínas de fusión de auto anticuerpo de toxina B de Cólera, que inhiben la activación de las células inmunes y así, impiden que el cuerpo destruya sus propios órganos y tejidos.

Una de las primeras enfermedades que el profesor consideró en su investigación anterior fue el rotavirus, como consecuencia de una infección intestinal. Según la Organización Mundial de la Salud, esa enfermedad mató más de 200 mil niños solamente en el 2013.

La vacuna comestible de su equipo fue eficaz en la prevención del rotavirus en ratones bebes, pero la idea de comer alimentos modificados no era muy aceptada por el público. Muchos estaban nerviosos por tener que comer plantas que contenían ADN recombinante.

Mientras tanto, se siente optimista pensando que a medida que las enfermedades autoinmunes continúen incrementando, el rechazo popular pueda ser vencido. “No hay pruebas de que alguien haya sido perjudicado comiendo plantas genéticamente alteradas, pero el miedo persiste,” reconoce. “Si pudiésemos mostrar como ayudará esto, estoy seguro de que las personas cambiarían de opinión”.

Langridge sospecha que el énfasis en la limpieza desempeña un papel importante en la explosión de enfermedades autoinmunes sin precedentes que tenemos en la actualidad.

En generaciones anteriores, cuando la mayoría de los americanos vivía en haciendas y tenían interacciones diarias con animales, las personas se exponían a todo tipo de gérmenes desde el inicio de la vida, y raramente encontramos situaciones como estas hoy. Como resultado, los sistemas inmunológicos desarrollaban respuestas inmunes fuertes, y células de memoria que podrían proliferar rápidamente y eliminar muchas enfermedades y gérmenes durante la infancia.

Pero con todo el cuidado con la limpieza actual, el sistema inmunológico puede dejar de desarrollar una respuesta inmune apropiada a los agentes patógeno.

La investigación actual de Langridge está enfocada en vacunas para prevenir el surgimiento de la progresión de la diabetes tipo 1. Una vez que el mecanismo subyacente a la respuesta inmune sea completamente comprendido, será probado en pacientes con diabetes, y la estrategia será aplicada al desarrollo de las vacunas para otras formas semejantes de enfermedades autoinmunes.

“Estamos cerca de 70% del camino recorrido para prevenir completamente el surgimiento de esta enfermedad y cerca de la mitad de camino para aplicar la vacuna de proteína de fusión para aquellos con inflamación de diabetes tipo 1 de comienzo precoz,” nos dice.

La US Food and Drug Administration (FDA), la agencia gubernamental que aprueba medicamentos nuevos en Estados Unidos, quiere tener la seguridad de que las vacunas son confiables y eficaces antes de autorizar su uso para pruebas en seres humanos.