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Implicaciones de seguir al Cordero por donde quiera que va

Depender continuamente del Cordero es el antídoto para una visión antropocéntrica del juicio que conduce la teología del perfeccionismo.


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(Foto: Shutterstock)

El Apocalipsis caracteriza al pueblo de Dios al final de la historia como “los que siguen al Cordero por dondequiera que va” (Apocalipsis 14:4). En este artículo conoceremos algunas implicaciones acerca de seguir al Cordero por dondequiera que va.

  1. Seguir al Cordero por dondequiera que va implica aceptar su sacrificio en la cruz, entender el gran conflicto final, y su ministerio en el Santuario celestial.

Los seguidores del Cordero se mencionan en la sección del gran conflicto entre Dios y Satanás. La sección inicia en Apocalipsis 11:19. “Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo”. A su vez, el clímax de la sección es la segunda venida de Cristo en gloria y majestad (Apocalipsis 14:17-20).[1] El Arca del Pacto cubierta por el propiciatorio y conteniendo la Ley de los Diez Mandamientos (Éxodo 20:1-20; 34:28; 40:20; Hebreos 9:4) es expuesta, pues Dios vindicará su justicia, amor, el Santuario celestial, y los verdaderos seguidores del Cordero. El santuario mencionado por Juan es el mismo atacado y profanado por el cuerno pequeño según Daniel 8:10,11. Por eso, la sección del gran conflicto en Apocalipsis debe ser estudiada en conexión con los capítulos 7 y 8 de Daniel. Estos capítulos presentan “dos planes rivales del ministerio del santuario: el celestial original, y el sustituto terrestre. Ha habido dos sumo sacerdotes rivales y dos sacerdocios rivales”[2] El de Dios en el Cielo, y el del cuerno pequeño en la Tierra. Evidentemente, el cuerno pequeño no puede ser Antíoco Epífanes, pues estaría en operación en la Tierra hasta el final del juicio en el Santuario celestial (Daniel 7:9-13). Note como esos capítulos se relacionan estructural y temáticamente.[3] El juicio de Daniel 7 y la purificación del santuario en Daniel 8 son aspectos del mismo evento en el Santuario celestial.

Capítulo Poderes políticos Poder político y

religioso

Actividad divina
Daniel 7 Bestias/reinos Cuerno pequeño Juicio
Daniel 8 Bestias/reinos Cuerno pequeño Purificación del

santuario

 

El capítulo 7 describe un proceso legal instaurado en el Santuario celestial, con libros de registro abiertos delante de testigos inteligentes y expectantes. Este es un juicio investigador, pre advenimiento, pues el Hijo del Hombre no vino a la Tierra, sino al tribunal, delante del trono celestial del Anciano de días, para recibir el reino (Daniel 7:9-13). Cristo mismo es el juez, pues comparte el trono del universo, y el Padre le delegó el juicio (Hechos 17:31; Juan 5:22; 2 Corintios 5:10). Volviendo a Apocalipsis 11:19, el arca del nuevo pacto no podría estar en el Lugar Santo del Santuario celestial, pues en el Santuario terrenal que era el ejemplo, y sombra del celestial (Éxodo 25:8; Hebreos 8:5), ella estaba en el Lugar Santísimo (Hebreos 9:3, 4). En pleno acuerdo con las Escrituras, la escritora Elena de White escribió: “Por tanto, el anunció de que el templo de Dios fue abierto en el Cielo y se vio el arca de su pacto indica que el Lugar Santísimo del Santuario celestial se abrió en 1844[4], cuando Cristo entró en él para consumar la obra final de expiación.”[5] El juicio investigador es bíblico. Por medio de él, nuestro Sumo Sacerdote “purifica” el Santuario celestial (Daniel 8:14). Purificar es la traducción del término hebreo צָדַק  (ṣadaq) y significa “ser justo, ser recto”[6], con amplio significado de “reconsagrado”, “vindicado”, “restaurado”, “victorioso”[7].

  1. Seguir al Cordero por dondequiera que va implica aceptarlo como nuestro Sumo Sacerdote en el Santuario celestial.

Según Levítico 4, en el ritual típico[8] del santuario israelita diariamente ocurría un movimiento sacerdotal simbólico de transferencia del pecado de fuera hacia adentro, esto es, del patio al Lugar Santo[9] El pecador confesaba sus pecados imponiendo las manos sobre la cabeza de un animal sustituto, y lo mataba. En los casos de pecados del sacerdote o de toda la congregación la sangre era llevada dentro del santuario (Levítico 4:5-7; 15-17). Cuando el pecador era un príncipe o un ciudadano común, el sacerdote, con el dedo colocaba la sangre en las puntas del altar de los holocaustos, y lo restante lo derramaba en la base del mismo (v. 25).

En ese caso, la transferencia del pecado era realizada por el acto del sacerdote al comer la carne del animal sacrificado (Levítico 6:25, 26). Mientras tanto, según Levítico 16, en el día de la expiación en el Santuario terrenal, el sumo sacerdote purificaba con sangre, con un movimiento inverso, del Lugar Santísimo al Lugar Santo, al santuario mismo de la contaminación del pecado (Levítico 16:11-19)[10]. Al final de la purificación del santuario, el sumo sacerdote colocaba las manos sobre la cabeza de un chivo vivo. No se mataba a ese chivo emisario, pues no tenía parte en la expiación. Simbólicamente, como un depositario de basura le eran impuestas las transgresiones del pueblo de Dios (v. 20-22). “Este chivo representaba a Satanás, que es responsable por todo el pecado en el universo”.[11] Los capítulos 1-10 de Apocalipsis fueron escritos teniendo como foco el ministerio de Cristo en el Lugar Santo del Santuario celestial. Pero, a partir del capítulo 11 la descripción cambia para el tema del juicio efectuado en el día de la expiación, en el mismo santuario.[12] En su ascensión, el Cordero de Dios inició en el Lugar Santo del Santuario celestial la intercesión y la aplicación de su sacrificio en favor de su pueblo.

Pero a partir de 1844, al abrirse la puerta del Lugar santísimo, nuestro Sumo Sacerdote pasó a realizar la segunda fase de su ministerio celestial, en la cual definitivamente los creyentes son vindicados y los incrédulos, condenados. Su ministerio celestial está basado en su sacrificio realizado una vez para siempre en la cruz. Al final de la purificación del santuario, nuestro Sumo Sacerdote impondrá la responsabilidad de los pecados de su pueblo sobre Satanás. Habiendo resuelto el problema del pecado, a continuación el Señor como “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 19:16) “aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (Hebreos 9:28).

Las Escrituras enfatizan el inicio y el final del juicio investigador, pero no el proceso.[13] Mientras tanto, parece claro por el esquema bíblico que el juicio no producirá elecciones, sino que las respetará y las confirmará (Apocalipsis 22:11). Por ejemplo, vinieron juicios sobre los antediluvianos, en Sodoma y Gomorra, así como en otras ciudades e individuos solamente  luego de que sus elecciones habían sido tomadas por ellos mismos. A propósito, ¿cuándo las elecciones del pueblo de Dios serán confirmadas definitivamente en el juicio pre advenimiento? Las Escrituras no informan ni el día ni la hora, sin embargo, en relación a los muertos ellas declaran que el tiempo de elegir y las oportunidades terminan con la muerte (Eclesiastés 9:5; Hebreos 9:27).

Por lo tanto, es plausible esperar que el juicio haya comenzado por los muertos, pues sus elecciones ya fueron tomadas. Por otra parte, con base en la crisis final de Apocalipsis 13: “Lo más probable es que el juicio de los vivos ocurra simultáneamente, cuando la última generación viva enfrente la cuestión determinante del destino… el conflicto final al respecto de la ley de Dios, que se centralizará en la imposición de la marca de la bestia”.[14] Esta será una elección individual y final para los vivos.

Hay dos noticias con respecto al juicio; una buena y una mala. La buena noticia es que el juicio es a favor de los santos del Altísimo (Daniel 7:22), pues los seguidores del Cordero son representados por su Sumo Sacerdote y Abogado que los lleva en el corazón (Éxodo 28:30; 39:8-16). La mala noticia es que aquellos que no estén vestidos con la justicia de Cristo serán condenados y lanzados fuera del reino (Mateo 22:1-14).

  1. Seguir al Cordero por dondequiera que va implica entrar en Alianza con el Señor, aceptando la perpetuidad de su Ley y la obligatoriedad del sábado del cuarto mandamiento.

La apertura del Lugar Santísimo y la visión del arca del pacto indican que la ley de Dios (Salmos 119:142; Santiago 1:25; Romanos 3:31; 7:12; Mateo 5:17-20) y el mandamiento del sábado (Génesis 2:1-3; Éxodo 16; 20:8-11; Lucas 4:16) no fueron abolidos. Los que combaten el juicio investigador son los mismos que enseñan la abolición de la ley de Dios, del sábado del cuarto mandamiento, y la falsa teoría “una vez salvos, siempre salvos”. Por otra parte, los que por fe siguen al Cordero hasta su Santuario celestial comprenden la perpetuidad de su ley y la obligatoriedad de guardar el sábado. Note que seguir al Cordero implica no solo aceptarlo, sino también entrar en alianza con él, recibiéndolo como Señor (Apocalipsis 14:12).

Guardar los mandamientos de Dios es la prueba de discipulado y nuestra respuesta de amor “Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre” (Apocalipsis 1:5). Este discipulado no es la base, sino el fruto de la salvación por la fe en Cristo Jesús. Seguir al Cordero nunca implica en una teología perfeccionista  de última generación. “Nunca será demasiado decir que solamente Cristo es la única y suficiente perfección y justicia del ser humano. El asunto básico es el poder salvífico de Cristo y su justicia, no la impecabilidad del creyente”.[15] El juicio investigador está centrado en Cristo, y no en el hombre. Dios no depende del hombre, pero el hombre depende de él. “La cuestión a ser planteada en el juicio pre advenimiento no es si el creyente verdadero presenta un registro irreprochable en el crecimiento del carácter, sino si está en unión vital y creciente con Jesucristo (Juan 15:4-6)”.[16]

  1. Seguir al Cordero por dondequiera que va implica aceptar la identidad bíblica de la iglesia remanente, y unirse a ella en su misión profética en este tiempo de juicio precedente al regreso del Señor en gloria y majestad.

En un movimiento vertical, los que siguen al Cordero por dondequiera que va, por la fe, solemnemente contemplan en el Santuario celestial a su Sumo Sacerdote, el arca del pacto y el desarrollo del juicio. Depender continuamente del Cordero es el antídoto para una visión antropocéntrica del juicio que conduce la teología del perfeccionismo. A su vez, en un movimiento horizontal, los seguidores del Cordero se identifican y se unen con los que guardan los mandamientos de Dios, la fe en Jesús, y mantienen el testimonio de Jesús (Apocalipsis 14:12; 12:17; 19:10).

Ellos hacen discípulos por medio de la comunión con el Cordero, del relacionamiento, y de la misión descrita en Apocalipsis 14:6-12.

Amigo internauta, estamos viviendo en la última fase de la historia humana antes del regreso del Señor, antes del comienzo de la historia en el Cielo (Apocalipsis 14:17-20; Juan 14:1-3). Sin duda, este es un tiempo solemne. El día de la expiación típico era una santa convocación para la oración, ayuno, examen de corazón y arrepentimiento (Levítico 23:26-30). Estamos a tiempo de buscar socorro en el trono de la gracia (Hebreos 4:14-16). Como vimos en este estudio, no es la característica de los seguidores del Cordero ni tampoco parte de la verdad presente poner fechas para cualquier evento luego del inicio del juicio investigador. Nadie sabe cuándo la puerta de la gracia se cerrará (Mateo 24:39, 40), y tampoco nadie sabe el día ni la hora del regreso del Señor (v. 36). Sin embargo, una cosa es cierta. En este tiempo de juicio, esta es la hora de predicar el evangelio eterno, y el triple mensaje angélico “a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Apocalipsis 14:6).

[1] C. Mervyn Maxwell, Uma nova era segundo as profecias do apocalipse, 3ªed. (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2012), 318.

[2] William Shea, Daniel, 1ª ed. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2009), 186. A seguir Shea.

[3] Jacques B. Doukhan, Secretos de Daniel, 1ª ed. (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2011), 128

[4] Referente al año 1844 ver: Clifford Goldstein, 1844, 3ª ed.(Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2000); Questões de doutrina, 1ª ed. (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2009), 231; “22 de outubro de 1844”, ver https://noticias.adventistas.org/pt/coluna/wilson-borba/22-de-outubro-de-1844/.

[5] Ellen G. White, Cristo en su santuario (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2013), 107.

[6] W. E. Vine, M. F. Unger, & W. White, Vine's Complete Expository Dictionary of Old and New Testament Words (1:205). Nashville: T. Nelson, 1996), 1:205.

[7] Shea, 187

[8] O santuário terrestre e seu ritual, a partir do altar de holocaustos era tipológico, isto é, apontava para a cruz, e para o ministério de Cristo no santuário celestial. Sobre tipologia na Bíblia ver: Richard M. Davidson, Tipology In Scripture (Berrien Springs: Andrews University Press, 1981).

[9] Roy Gane, Altar Call (Berrien Springs, MI: Diadem, 1999), 204.

[10] Ibíd., 204, 205

[11] Norman R. Gulley, Systematic Theology: Creation, Christ, Salvation (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2012), 1: 505.

[12] John Paulien, “Sellos y trompetas: debates actuales”, en Simposio sobre Apocalipsis- I, editado por Frank B. Holbrook, 1ª ed. (Doral, FL: Asociación Publicadora Interamericana, 2010), 225.

[13] Frank B. Holbrook, O sacerdócio expiatório de Cristo, 1ª ed. (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2013), 211. A seguir Holbrook.

[14] Ibíd., 212.

[15] Edward Heppenstall, “Prossigamos para a Perfeição”: O ensino bíblico sobre santificação e perfeição, em Revista Parusia, editada por Amin A. Rodor, 2º semestre de 2008; 43. Ver também George Knight, Eu costumava ser perfeito, 1ª ed. (Engenheiro Coelho, SP: Unaspress, 2016).

[16] Holbrook, 214.

Wilson Borba

Wilson Borba

Sola Escritura

Las doctrinas bíblicas explicadas de manera simpe y práctica para la vida cristiana

Bachiller en Teología, con maestría y doctorado en la misma área por el Centro Universitario Adventista de Sao Paulo (Unasp). Fue profesor y director del Seminario Adventista en Ecuador, y hoy es docente y director del Seminario Adventista Latinoamericano de Teología (SALT) de la Faculdade Adventista da Amazônia (Faama), en Brasil.