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La carne es débil

La flora intestinal de las personas que comen carne es diferente de la flora de los vegetarianos.


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La Organización Mundial de la Salud presentó un informe el día 26 de octubre de 2015, en el que puso la carne procesada en la clase número uno de carcinógenos. Así las carnes tipo salchichas, longanizas, jamón, hamburguesas y mortadela ahora son clasificadas como factor de cáncer definitivo del cáncer de intestino. La carne roja fue clasificada como factor probable. Ingerir diariamente 50 g de carne procesada aumenta el riesgo de cáncer de intestino en un 18%. La carne procesada posee nitrosaminas y benzopireno,  sustancias que son cancerígenas y están relacionados con el cáncer de intestino, próstata y páncreas. De esta forma, la carne procesada fue colocada en una misma posición que el cigarrillo y el alcohol como factores cancerígenos definitivos. Pero, según la organización, esta no tiene las mismas consecuencias que los otros, ya que el cigarro produce más de un millón de muertes por año y el alcohol 600 mil, al paso que la carne se relaciona con solo 30 mil muertes anuales.

En el Congreso Internacional de Vegetarianismo, en 2008, en una de las disertaciones se mencionó que el consumo de carne aumenta el riesgo de cáncer de seno, pulmón, páncreas, estómago e intestino (Aune et al, 2008). Otros estudios han comprobado una conexión entre el consumo de carne roja y diabetes. La grasa saturada de la carne aumenta el colesterol y la presencia de ácidos grasos libres los cuales bloquean los receptores celulares de insulina causando aumento de glucosa en la sangre. Las carnes ahumadas y el churrasco, o carne asada en un sistema que la grasa se derrite, es sobre calentada y produce humo que impregna la carne, contiene benzopireno, el cual es una de las sustancias cancerígenas presente en el humo del cigarrillo.

Y, para ilustrar el asunto, un día mientras hacía un programa de prevención del tabaco entre los portugueses de California, un individuo me discutió porque no creía que el humo era causa de cáncer. Entonces le pregunté cuál era la causa de cáncer según su opinión. Él respondió inmediatamente: “La carne. Yo trabajo en un matadero local (Estados Unidos) y veo todo tipo de animales muertos. Muchas veces, una vaca es sacrificada porque está muy enferma, se extrae su carne y se la envía a la carnicería. Si la carne ya está contaminada, de ahí se la envía a la fábrica de salchichas o carne procesada, donde se la mezcla con químicos que le quitan el mal olor, le restauran el color rojo y mantienen la textura. En mi opinión esta es la causa de cáncer, carne de vaca deteriorada, pero recuperada con químicos”.

Nunca fui detrás de las evidencias para comprobar lo que el amigo dijo, pero tampoco disentí de sus palabras. Y el reportaje de la OMS refuerza esas informaciones sobre la carne procesada, nadie sabe con seguridad lo que incluyen en la mezcla de esas carnes durante el proceso de preparación. Es probable que hagan eso, pues sé de la rutina de la carne congelada. Cuando la carne está congelada por mucho tiempo, pierde su color rojo. Al ser descongelada y estar lista para ir al mercado, se le agrega colorante rojo para mejorar el aspecto de la misma. Si los fabricantes no hicieran esto, nadie compraría la carne oscura con aspecto deteriorado.

La flora intestinal de las personas que comen carne es diferente de la flora de los vegetarianos. Hay indicios de que esta flora produce sustancias que actúan en el desarrollo del cáncer y también en el origen de la diabetes produciendo resistencia a la insulina. La carnitina es una de esas sustancias producidas por la flora intestinal de personas que consumen carne. La carnitina está relacionada con el desarrollo de enfermedades cardíacas por producir óxido de trimetilamina, que bloquea la eliminación del colesterol del cuerpo.

Esto anula el mito de que debemos consumir carne diariamente y de que nuestra alimentación debe ser a base de carne. Reconozco que la carne realmente tiene propiedades nutritivas, pero las evidencias y también el consejo de la Organización Mundial de la Salud es ingerir menos carne roja, tal vez tres veces por semana, y que el uso de carnes procesadas se reduzca al mínimo.

Hace más de cien años Elena de White mencionó sobre la relación del cáncer con la ingestión de carne. Siendo así, ahora tenemos la confirmación científica. “El cáncer, los tumores y todas las enfermedades inflamatorias son producidos mayormente por el consumo de carne. Por la luz que Dios me ha dado sé que la prevalencia de cáncer y tumores se debe mayormente a un sistema de vida vulgar a base de carne” (Consejos sobre el régimen alimenticio, p. 463).

¿Qué más necesitamos para cambiar nuestros hábitos alimentarios?

 

 

 

Hildemar Santos

Hildemar Santos

Salud y Espiritualidad

Cómo prevenir enfermedades y tener una vida saludable.

Médico y docente de la Faculdad de Salud Pública en la Universidad de Loma Linda, Estados Unidos.