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La "locura" de probar la bondad del Señor presenta resultados sorprendentes.


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La “locura” de probar la bondad del Señor presenta resultados sorprendentes.

 El Salmo 34 es una poesía cuyo mensaje es muy actual y relevante. “Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él”, leemos en el versículo 8. David escribió este salmo “cuando fingió demencia ante Aquis” (Biblia de Estudio Andrews, nota sobre el versículo 1). A pesar de eso, él reconocía la bondad del Señor.

Quienes reconocieron a Dios, probaron su bondad y se entregaron a él, son “bienaventurados”. Se trata de un estado de espíritu que nadie nos puede quitar; es estar más allá de la alegría circunstancial y sentimental.

Este es uno de los ocho salmos que aluden a la persecución que David sufrió por parte de Saúl. En todos los momentos de angustia delante de esa crisis, él tenía en los labios adoración y alabanza a Dios: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; su alabanza estará de continuo en mi boca” (v. 1).

La paz no es necesariamente la ausencia de dificultades, sino la presencia de Dios con nosotros en nuestros problemas. En realidad, el justo puede tener muchas angustias, pero el Señor lo “libra de todas” (v. 17).

Elena de White comenta sobre los sufrimientos que a veces no comprendemos aquí: “Todo lo que nos dejó perplejos en las providencias de Dios quedará aclarado en el mundo venidero. Las cosas difíciles de entender hallarán entonces su explicación. Los misterios de la gracia nos serán revelados. Donde nuestras mentes finitas discernían solamente confusión y promesas quebrantadas, veremos la más perfecta y hermosa armonía. Sabremos que el amor infinito ordenó los incidentes que nos parecieron más penosos. A medida que comprendamos el tierno cuidado de Aquel que hace que todas las cosas obren conjuntamente para nuestro bien, nos regocijaremos con gozo inefable y rebosante de gloria” (Testimonios para la iglesia, v. 9, p. 227).

Pruebas a su alcance

Según el diccionario hebreo, el verbo “probad” (ta’am) usado en el Salmo 34:8 le da énfasis a la necesidad de tener una experiencia personal con la bondad de Dios. Se pueden experimentar varias bendiciones que dan evidencia de la bondad del Señor. Eso incluye la liberación de los temores (v. 4), de la necesidad material (v. 10) y del castigo y la condenación (v. 22).

Este concepto también se encuentra en los escritos de Elena de White: “Hay una prueba que está al alcance de todos, del más educado y del más ignorante: la evidencia de la experiencia. Dios nos invita a probar por nosotros mismos la realidad de su Palabra, la verdad de sus promesas” (El camino a Cristo, p. 112).

Al ser un salmo mesiánico que profetiza que no se quebraría ningún hueso del Señor (v. 19, 20), el anuncio de la venida del Mesías sufriente y redentor es la mayor indicación de que Dios es bueno y que nadie de los que en él creen será condenado ni castigado (v. 22).

Es maravilloso saber que todas las angustias y liberaciones se refieren principalmente a Jesús y que Dios nos invita a confiar como confió el Mesías, y a ser victoriosos como lo fue él. El salmo nos invita a vivir una experiencia personal de fe como la de Jesús.

Según la nota que se refiere al versículo 8 en la Biblia de Estudio Andrews: “David hace un juego de palabras basándose en el trasfondo histórico: había ‘mudado su catadura’ (o semblante, para fingirse loco), y aquí invita a otros a ‘catar’ la auténtica bondad de Jehová”. David comparó su actitud de insania, simplemente por no conocerlo. Porque quien conoce su pacto inmutable de amor y bondad al punto de darnos todo en su Hijo Unigénito, ya vive esa experiencia y crece en ella día a día.

Como lo dice el apóstol Pablo: “la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (1 Cor. 1:18).

Teología de la felicidad

“La Iglesia Adventista del Séptimo Día no predica la teología de la prosperidad, sino que cree en la teología de la felicidad” (Erton Köhler). La “teología” presentada por la mayoría de las iglesias pentecostales tiene que ver con la autoayuda, el poder del pensamiento positivo, la ley de atracción, la cura por la mente. O sea, la persona o el predicador determinan lo que debe suceder en su vida. Y a eso se llega con la proporción del dinero que se dona, lo que representa el tamaño de la fe.

Expresiones como “determinar”, “tomar posesión de la bendición” y “recibir la bendición” indican una idea no bíblica, centrada en el ser humano, inmadura, como si se tratara de un niño que en el supermercado le dice a la madre: “¡Quiero chocolate!”.

La teología bíblica de los diezmos y ofrendas es antagónica a la de “teología” (o teoría) de la prosperidad presentada anteriormente. El diezmo (10%) de todo lo que Dios nos da debe devolverse como reconocimiento al señorío de Cristo en nuestras vidas. La gratitud es el remedio contra el egoísmo. Diezmar es el reconocimiento de que es Dios quien sustenta la vida. La ofrenda (pacto) debe ser una respuesta de alegría en la caminata con Dios. Debe ser proporcional y sistemática.

La teología bíblica de la prosperidad va más allá de la vida aquí en la Tierra. Debe ser comprendida dentro de una dimensión divino-humana condicional (“si”), que involucra la vida aquí y en la eternidad, donde todos serán igualmente prósperos para siempre. Como muestra el cuadro, hay siete pedidos condicionales en la Biblia.

Siete grandes pedidos condicionales en la Biblia

1. La oración de Jabes si me dieras bendición”(1 Cró. 4:10)
2. El voto de Jacob [que pide, solamente, protección, alimento y ropa] Si fuere Dios conmigo” (Gén. 28:20)

 

3. El voto para proseguir hacia la perfección en el libro de Hebreos. “Y esto haremos, si Dios en verdad lo permite”(Heb. 6:1-3)
4. La fe de los tres compañeros de Daniel, independientemente de la liberación del horno de fuego. “Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses...” (Dan. 3:17,18)
5. El deseo de Pablo de volver a ver a sus hermanos. “…iré pronto a vosotros, si el Señor quiere” (1 Cor. 4:19).
6. El Padrenuestro. “Hágase tu voluntad” (Mat. 6:10)
7. La oración de Jesús. “Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú” (Mat. 26:39)

 Fuente: Demóstenes Neves da Silva, Fidelidade Cristã e a Teologia da Prosperidade [fidelidad cristiana y la teología de la prosperidad], pp. 51, 52.

El Salmo 34 está repleto de promesas hasta que alcancemos el Cielo. El Señor está cerca, mira, escucha y libra a los justos de las tribulaciones (v. 15, 17, 18). Pruebe la bondad del Señor si nunca lo ha hecho. Y para quien ya la conoce, continúe experimentando esa bondad y persevere hasta el fin.

 

 

Herber Boger

Herber Boger

Primero Dios

Historias y pruebas de fidelidad a Dios en todos los momentos y circunstancias de la vida

Graduado en Teología, con maestría en Liderazgo por la Universidad Andrews. Es el director actual del departamento de Mayordomía Cristiana de la Sede Sudamericana de la Iglesia Adventista y coordinador del proyecto Misioneros para el mundo. @Bogerjr