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¡Misericordia, por favor!

Las lágrimas que generan las dificultades de la vida son el inicio de una sonrisa cargada de esperanza. Hay luz al final del túnel. ¡Misericordia, por favor!


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Una avalancha de pensamientos viene a mi mente sin poder contenerlos, pienso en los que sufren injustamente. No puedo evitar que mi corazón se emocione al pensar qué hacer por ellos, por los que lo han perdido todo, que han sido privados de sus seres queridos, que se sienten amenazados por diversos motivos. ¿Qué tiempos tenebrosos y terribles nos ha tocado vivir? ¿Has reflexionado en esto?

Cuántas veces se esconde un corazón sufriente detrás de una linda sonrisa, ¿hasta cuándo?, me pregunto. La naturaleza no soporta más tanto egoísmo humano, tanta hipocresía, tanta avaricia. Últimamente me siento frustrada de ver tanta violencia y no poder hacer casi nada para mostrarle al mundo que hay esperanza. ¿Imaginas cómo se sentirá Jesús, nuestro Creador, al ver a sus criaturas dominadas por el pecado en un mundo que sufre los estragos de la naturaleza caída? Y aun así existen personas que culpan a Dios de las desgracias de este mundo.

No creo que un Dios de amor se complazca en ver sufrir a quienes por quien Él mismo padeció horrible humillación y dolor físico en un madero. Parece que la raza humana buscase autodestruirse ante la atenta mirada de seres no caídos que observan el desenlace de los últimos acontecimientos de este mundo.

“y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará”, dice Mateo 24:12. Este versículo de la Sagrada Escritura está en pleno cumplimiento. ¡No! No es una pesadilla, es un hecho real del cual muchos no se han levantado, porque si lo hicieran el mundo sería distinto, trabajaríamos juntos para derrotar el egoísmo, la envidia, la avaricia, el orgullo, amaríamos sin fronteras y sin esperar nada a cambio. El mundo sería otro.

Me pregunto, ¿cuándo nos despertaremos de esa pesadilla? Algunos se están levantando al escuchar la voz de Dios, están dejando de pensar en sí mismos y están empezando a extender sus manos, como redes, para socorrer a aquellos que sufren en estridente silencio o que se encuentran al borde del abismo, pero son pocos en relación a una población mundial de 7.349.472.000 (Dato de la populationpyramid.net)

Una palabra expresada con desprecio y un gatillo jalado tendrán el mismo resultado, porque ambos destruyen, el primero lentamente y el segundo de inmediato. ¿En qué parte de la historia del mundo quedó la palabra misericordia? Por eso digo y no me cansaré de decirlo, ¡misericordia, por favor!

Tal vez tú seas una de las millones de personas que sufre injustamente y en silencio, para ti va este mensaje. Cuando Jesucristo estuvo en esta Tierra no dijo que vivir aquí sería color de rosa, ni que habría paz. El porqué es simple, porque vivimos en un mundo caído del cual Satanás es príncipe. En Juan 6:33 encontramos que Jesús expresó: “…En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo”. Si te sientes abandonado, cansado, sin fuerzas para luchar, sin motivación, recuerda que todo esto llegará a su fin, que es un desafío, pero si Jesús pasó tribulación y prometió librarte, lo hará.

Las pruebas no llegan en vano a nuestra vida, ellas son como el alfarero que nos van puliendo hasta dar forma a un carácter noble en ti y en mí, y es que para recibir la recompensa eterna necesitamos primero ser siervos agradecidos, para luego reinar eternamente con Cristo.

O quien sabe, tal vez tu caso tenga una solución rápida, puede ser que te has centrado tanto en ti que solo puedes ver tus necesidades, tus sufrimientos y has dejado de ver el dolor que otros atraviesan que puede ser mucho mayor que el tuyo. La recomendación es simple, entrega un poco de tu tiempo cada día para hacer el bien a quienes no pueden retribuirte favor alguno y verás que el vacío que hay en ti será lleno y el egoísmo que puede haberte cegado te abandonará.

Talvez tu caso sea diferente y estés bajo el yugo de alguna persona que quiere verte sufrir hasta las lágrimas para sentirse satisfecho, déjame decirte que esa persona sufre más que tú, ¿lo sabías?. No te aflijas más, levanta tu rostro en el nombre de Jesús, haz algún bien por aquella persona y haz del limón una limonada. Al ver que no pueden contigo y con tu Dios, se rendirán. La buena noticia es que no estás solo en esta lucha, el mismo versículo 33 del capítulo 6 de Juan comienza diciendo: “Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz”, te lo dice Jesús mismo.

Vamos, seca esas lágrimas, comienza a orar por los que te hacen mal, perdónalos y haz el bien a aquellos que no te pueden dar más que una sonrisa. Comienza ahora y verás que las cosas cambiarán para bien, porque Jesús dice “Y sabemos que todas las cosas cooperan para bien de los que aman a Dios, de los que son llamados conforme a su propósito”. Romanos 8:28.

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Helleena, este mensaje está dedicado a ti y a todos aquellos que aún están buscando la luz al fondo del túnel.

Carolyn Azo

Carolyn Azo

Desafíos espirituales

Reflexione sobre las vicisitudes de la vida en su caminar diario con Dios y sepa que aún existe esperanza.

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Peruana Unión, trabajó en el canal internacional 3ABN, en Estados Unidos, y en varias instituciones adventistas y en la sede Sudamericana de la Iglesia Adventista. @karolineramosa