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Misión

Recalculando la ruta…

Ser un misionero es trazar la línea de como será la ruta, aunque se presenten sorpresas en el camino.


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recalculando-rotaEn nuestro último artículo hablamos de la diferencia entre ser un misionero aventurero y un misionero audaz (si usted todavía no lo leyó, vale la pena darle una mirada antes de continuar). Entendemos que los misioneros por naturaleza deben ser audaces y eso pasa por algunos elementos, entre ellos planificación, estructura, actitud y fe.

¿Usted es de los que ya tienen un plan de vida trazado, objetivos claros, y sabe bien a dónde llegar? ¿O usted es un joven que todavía está en proceso de formación académica, sin una profesión definida, que no sabe muy bien lo que encontrará en el mercado de trabajo y de eso dependerán las demás decisiones importantes que tomará?

Me gusta mucho trazar planes. Pensar en los detalles, hacer un presupuesto, confirmar las posibilidades y soñar con la realización de esos planes prácticamente con los dos pies en el suelo. Sin embargo, al disponerme a servir al Maestro, aprendí que necesito ejercitar diariamente las tres grandes características de un misionero: flexibilidad, flexibilidad y flexibilidad. Es así. En orden de importancia. Para no olvidar. El elemento fe también nos hace elevar del piso físico, pero solo ella puede afirmarnos en los caminos que Dios nos  quiere conducir.

La adaptabilidad es uno de los elementos fundamentales para vivir en una cultura nueva, en situaciones imprevisibles y desafiantes. Recordemos que estamos hablando de flexibilidad aplicada básicamente a nuestras costumbres, modos de hacer y manera de ser. Los principios de Dios son eternos e inmutables.

Parece una contradicción trazar planes y al mismo tiempo tener flexibilidad y dejar que Dios conduzca. ¿Entonces para que el plan? Dios entiende nuestras limitaciones humanas y al mismo tiempo es un Dios de orden. El mejor camino es trazar un plan inicial (con las rodillas en el piso, en oración). Tener un plan bien estructurado es la forma más fácil de conseguir adaptarse después. Usted sabrá lo que puede cambiarse, y podrá ver nuevos caminos para andar con seguridad sin perder el rumbo. Si Dios es parte de ese proceso, usted verá su mano en cada detalle, confíe.

Dios no trabaja con simulaciones y mucho menos le dejará en una encrucijada sin respuesta. Él tampoco sugiere atajos con la promesa de que allá delante se resolverá.

Cuando sea necesario recalcular la ruta, permita que él también sea su GPS, aplicación o brújula. Puede tener la seguridad de que llegará a su destino en paz y con seguridad.

¿Está decidido a seguir la vida como misionero?  Trace un plan y colóquese en las manos de Dios. Usted puede comenzar preguntándole cuál es el plan que tiene para su vida. Colóquelo en el papel. Pida la confirmación de Dios a través de su familia, de amigos de confianza o de una respuesta que le permitirá seguir adelante. Proyecte sus costos iniciales. Busque ayuda financiera si es necesario. Recuerde que el dueño de toda la riqueza de este mundo es el mismo que lo llamó al servicio. Haga una lista de lo que necesita hacer o mejorar para servir en algún lugar o país. Aprender un nuevo idioma, tal vez. Haga eso. Si no comienza a planificar, difícilmente conseguirá ver las posibilidades que tiene por delante.

 

Mientras termino de escribir este artículo, hay casi 500 vacantes disponibles para voluntarios, jóvenes, solteros, casados, profesionales, en Brasil y alrededor del mundo en instituciones adventistas para uno o dos años de servicio. Estas vacantes están catastradas en la plataforma del Servicio Voluntario Adventista. ¿Ya lo conoce?

Ingrese al sitio:  http://www.adventistas.org/pt/voluntarios/

 

Ana Paula

Ana Paula

Misión y voluntariado

Hasta dónde llegan las personas que se colocan en manos de Dios para servir en la misión de predicar el evangelio

Periodista y escritora, fue voluntaria en Egipto entre 2014 y 2015, donde vive actualmente con su esposo, Marcos Eduardo (Zulu), y sus hijas, María Eduarda y Anna Esther. Es autora del libro Desafio nas Águas: Um resgate da história das lanchas médico-missionárias da Amazônia (CPB).