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Hermenéutica: interpretando correctamente la Biblia

Al hacer una interpretación válida de la Biblia podemos tener mayor seguridad de estar escuchando la voz de Dios.


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La hermenéutica puede definirse como “la ciencia y arte de interpretación bíblica”; ciencia porque tiene normas que posibilitan un sistema ordenado, y “arte porque la comunicación es flexible, y por lo tanto, una aplicación mecánica y rígida de las reglas a veces distorsionará el verdadero sentido de una comunicación”. En pocas palabras, hermenéutica es la “disciplina que trata con los principios de interpretación.

La hermenéutica es esencial para una interpretación válida de la Biblia. Al hacer uso adecuado de ella, podemos tener una mayor seguridad de estar oyendo la voz de Dios, y no la voz de la cultura, o nuestra propia voz.

Razones para practicar una hermenéutica apropiada

Una de las razones por las cuales debemos practicar la hermenéutica apropiada es con la finalidad de discernir el mensaje de Dios. Un sistema hermenéutico cuidadoso puede ser muy útil para discernir de manera apropiada lo que Dios dice en su Palabra, mediante manos y mentes humanas. Así, la hermenéutica nos protege de la utilización indebida de las Escrituras, que podría llevarnos a distorsionarla para nuestro propio interés. Eso es posible porque la hermenéutica adecuada provee la estructura conceptual para interpretar correctamente por medio de una exégesis cuidadosa.

Una segunda razón es para evitar o disipar equívocos o perspectivas y conclusiones erróneas sobre lo que enseña la Biblia. Puede suceder que algún lector descuidado de la Biblia entienda que, si alguien de la familia está enfermo físicamente, es suficiente confiar en Dios mediante la oración, sin buscar asistencia médica. Sin embargo, ¿será que confiar en Dios implica no buscar ayuda médica? ¿No es Dios quien capacita a profesionales para ayudar en el cuidado de la salud? Ciertamente Dios puede usar medios variados para cuidar de nuestra salud, y la ayuda profesional de un médico puede ser uno de ellos.

Finalmente, una tercera razón para practicar la hermenéutica apropiada es para ser capaces de aplicar el mensaje de la Biblia a nuestra vida. De acuerdo con Carnell, podemos usar términos y expresiones de una de estas tres maneras: con solo un sentido (unívocamente), con diferentes significados (equivocadamente), y con un significado proporcional: en parte, la misma; en parte, diferente (analógicamente). Si aplicamos esta clasificación a la Escritura, entonces podemos decir que su mensaje puede ser tanto unívoco, como equívoco, o analógico.

Siendo así, entidades como ángeles, demonio, Dios, Jesucristo, etc., tendrían el mismo sentido para Pablo y Juan, que para nosotros (comprensión unívoca). Por otro lado, términos como león y serpiente pueden aplicarse tanto a Jesucristo como a Satanás, dependiendo de la circunstancia (equívoco). Las evidencias de esto las encontramos en 1 Pedro 5:8 y Apocalipsis 5:5; 20:2 y Juan 3:14. Además, la Biblia usa expresiones en las que se percibe relación de correspondencia o semejanza entre cosas y/o personas distintas (analogía). Es el caso, por ejemplo, de la afirmación “vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14). Considerando que, a lo largo de los tiempos, las personas siempre poseían o poseen algún sistema de iluminación (antorcha, vela, lamparita, lámpara, linterna, etc.), entonces esa analogía es comprensible. Obviamente, un sistema hermenéutico correcto es extremamente útil en la explicación de términos unívocos, equívocos y analógicos.

Una tarea desafiante

Sostener la idea de un Dios que se revela en un texto escrito no fue algo desafiante para el cristianismo en el primer milenio y medio de su historia. De hecho, en virtud de su origen judío, el cristianismo primitivo estaba habituado a reconocer la autoridad de los documentos escritos como Escritura, o sea, los cristianos creían que la revelación y voluntad de Dios estaban registradas en materiales escritos que servían para el culto y para las necesidades morales de la comunidad de la fe. “La noción de que la autoridad residía en lo que después se llamó Escrituras del Antiguo Testamento nunca fue cuestionada en la comunidad cristiana primitiva”.

Pero, en la actualidad, hablar de la revelación divina no es una tarea fácil. Afirmar hoy en día que la Biblia fue dada por Dios, y que por eso difiere de cualquier otro texto, requiere justificaciones y explicaciones muy bien fundamentadas, las cuales son poco aceptadas especialmente en sociedades escépticas y secularizadas.

Sin embargo, a pesar de argumentos muy bien estructurados que se puedan ofrecer, la creencia en la revelación de Dios al ser humano requiere fe. Pero, como McGowan se apresura a afirmar, eso no significa tratar al cristianismo como anti-intelectual o racionalmente inconsistente, al borde de un “ciego fideísmo”. Después de todo hay varias obras que tratan de la temática de la racionalidad de la fe cristiana, y lo hacen con una consistencia admirable.

En última instancia, como afirma Duncan Ferguson, la fe es una pre-comprensión necesaria para interpretar correctamente la fe cristiana.

Eso no significa, bajo ninguna hipótesis, que necesariamente haya oposición entre un estudio literario o histórico de la Biblia y la fe. Todavía, como destacado por Ferguson, evidencias históricas pueden hasta sugerir la actuación de Dios en los eventos, “Pero no pueden suplir la experiencia personal de confianza y compromiso con el Señor resucitado”. Así, para la comprensión y práctica de una hermenéutica bíblica, se hace necesario el debate con relación a la Cristocentricidad de la Escritura, con vistas a que la confianza y el compromiso personales del lector contemporáneo, sean efectivas.

Al cerrar esta breve reflexión es importante recordar que el desafío de la lectura y comprensión de la Biblia es tal, que los cristianos deben encararlo con cuidado y esmero; después de todo, están delante de un texto diferenciado, la auto-revelación de Dios. Y, en ese sentido, el teólogo G.C. Berkouwer afirmó que “no hay cuestión más significativa en toda la teología y en toda la vida humana que la naturaleza y la realidad de la revelación”. Así, los “cristianos siempre creyeron que la Biblia es la Palabra de Dios”. Y con esto entienden que “ella tiene su origen en la actividad reveladora del Dios personal de quien ella habla […] y por la cual él se comunica con sus criaturas que él hizo”.

[1] Lee Martin McDonald, The Formation of the Christian Biblical Canon, Rev. and expanded ed. (Peabody, Mass.: Hendrickson Publishers, 1995). 1.

[1] A. T. B. McGowan, The Divine Authenticity of Scripture : Retrieving an Evangelical Heritage (Downers Grove, Ill.: IVP Academic, 2007). 31.

[1] Ibid. 31, 32.

[1] Algunas de esas obras: Cornelius Van Til and K. Scott Oliphint, The Defense of the Faith, 4th ed. (Phillipsburg, N.J.: P & R Pub., 2008). William Lane Craig, Philosophy of Religion : A Reader and Guide (New Brunswick, N.J.: Rutgers University Press, 2002); Reasonable Faith : Christian Truth and Apologetics, 3rd ed. (Wheaton, Ill.: Crossway Books, 2008); William Lane Craig and Chad V. Meister, God Is Great, God Is Good : Why Believing in God Is Reasonable and Responsible (Downers Grove, Ill.: IVP Books, 2009).

[1] Ferguson, Biblical Hermeneutics : An Introduction. 63.

[1] Ibid. 64.

[1] G. C. Berkouwer, General Revelation, His Studies in Dogmatics (Grand Rapids,: W.B. Eerdmans Pub. Co., 1955). 17.

[1] McGowan, The Divine Authenticity of Scripture : Retrieving an Evangelical Heritage. p. 31. Conferir também Jack Kuhatschek, Taking the Guesswork out of Applying the Bible (Downers Grove, Ill.: InterVarsity Press, 1990).

Adolfo Suárez

Adolfo Suárez

Escuchando la voz de Dios

Reflexiones sobre la teología y el don profético

Teólogo y educador, es el actual decano del Seminario Teológico Adventista Latinoamericano (SALT) y Director del Espíritu de Profecía de la DSA. Máster y Doctor en Ciencias Religiosas, con posdoctorado en Teología, es autor de varios libros y miembro de la Sociedad Teológica Adventista y de la Sociedad de Literatura Bíblica.